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Summary: Los primeros tres salmos de los cánticos graduales nos enseñan que tenemos que apartarnos del mundo e ir hacia la Casa de Jehová.

En estos días vamos a estar viendo un grupo de salmos que, en la Reina-Valera, llevan el título de “Cánticos Graduales.” Algunas versions de la Versión Popular los llaman “Cánticos de las Subidas.” Hay 15 salmos en este grupo, desde el Salmo 120 hasta el Salmo 134. Por lo que se cree, estos salmos eran cantados por los peregrinos que iban rumbo a Jerusalén para participar en las distintas fiestas de los judíos. Como Dios había mandado que la gente fuera a Jerusalén para estas fiestas, la mayoría de la gente iba a Jerusalén por lo menos una vez al año. Los caminos más comunes que iban a Jerusalén iban en subida. Por ejemplo, la famosa ciudad de Jericó está a 15 millas de Jerusalén, pero su altura es de 3.300 pies por debajo de la de Jerusalén. Además, los peregrinos “subían” hacia la presencia de Dios que se representaba en el templo en Jerusalén. Mientras iban a la santa ciudad, iban cantando estos salmos.

¿Qué tienen que ver con nosotros? Es que nosotros también estamos de peregrinaje, nosotros también estamos viajando a la santa ciudad, a la Nueva Jerusalén. También vamos subiendo, subiendo a Zión, el monte de Jerusalén, el monte de Dios.

Comencemos nuestro viaje con el Salmo 120:

1 A Jehová clamé estando en angustia, Y él me respondió. 2 Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, Y de la lengua fraudulenta.

Salm. 120:3 ¿Qué te dará, o qué te aprovechará, Oh lengua engañosa? 4 Agudas saetas de valiente, Con brasas de enebro.

Salm. 120:5 ¡Ay de mí, que moro en Mesec, Y habito entre las tiendas de Cedar! 6 Mucho tiempo ha morado mi alma Con los que aborrecen la paz. 7 Yo soy pacífico; Mas ellos, así que hablo, me hacen guerra.

Cuando estoy angustiado, llamo al Señor, y él me responde, dice la Versión Popular. ¿Por qué se angustia el salmista aquí? Porque vive entre gente impía. Gente mentirosa. Gente violenta. Gente que engaña. Gente que busca los pleitos y la guerra. Que suerte que nosotros no vivimos entre gente así ¿no? Nuestra sociedad está repleta de gente piadosa, de gente que busca a Dios. No vemos violencia ni mentira ni engaño hoy en día. ¿O puede ser que todavía quedan algunas personas así?

Pobre hombre. Se ve que había escogido el lugar equivocado. Quizás nos convenga ver dónde vivía para que nosotros no vayamos a mudarnos al mismo lugar. A ver… primero dice que vive en Mesec. Si buscamos en la Biblia, vemos que Mesec era nieto de Noé. El y sus descendientes vivían en la zona del Mar Negro en lo que hoy vendría a ser Turquía. Ah, entonces está bien al norte de Israel. Entonces no queremos ir ahí.

También dice que vive entre las tiendas de Cedar. Cedar era uno de los nietos de Abraham, hijo de Ismael. Vivía en el desierto, en lo hoy sería Arabia Saudita. O sea, al sur de Israel.

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Señor Salmista, discúlpeme un momento. Antes dijo que vivía bien al norte de Israel. Ahora dice que vive al sur de Israel. ¿Dónde vive usted? LEJOS DE JERUSALEN. Lejos de Jerusalén. Los judíos habían sido dispersados por el mundo por haberle sido infiel a Dios. Y, vivieran donde vivieran, se sentían como extranjeros y peregrinos. Se ve que este hombre lo siente bien adentro. Su problema no es un problema geográfico. Su problema es que vive entre gente que está alejada de Dios. Es por eso que anhela tanto hacer este viaje a Jerusalén: quiere estar entre los suyos. Quiere estar con gente que ama a Dios. Ese es el mensaje del salmo 120

Pasemos al segundo salmo, al Salmo 121:

Salm. 121:1 Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? 2 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.

Salm. 121:3 No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. 4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel.

Salm. 121:5 Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. 6 El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche.

Salm. 121:7 Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. 8 Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.

Alzaré mis ojos a los montes… se acuerdan de la historia del Buen Samaritano, del hombre que fue atacado por ladrones en el camino de Jerusalén a Jericó. Los caminos montañosos eran muy peligrosos, llenos de ladrones y asaltantes. Estoy seguro que todos los viajeros se sentían un poco nerviosos al pasar por ese camino. “De dónde vendrá mi socorro”

Las montañas tenían otro significado para los judíos. Cuando ellos entraron en la Tierra Prometida, en la tierra de Canaán, encontraron a naciones que adoraban a otros dioses. Que adoraban a los “dioses de la naturaleza.” Esta gente adoraba a sus dioses en los lugares altos, sobre las montañas. Y con el tiempo, los israelitas llegaron a hacer lo mismo. Leamos, por ejemplo en I Reyes 3, acerca del Rey Salomón:

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