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Summary: La importancia de vivir una vida cristiana genuina es confirmada en el día de la muerte

El Testimonio Más Poderoso

Lectura bíblica: Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos. Salmos 116:15

El 19 de septiembre de 2009 tuve la oportunidad de asistir a un servicio religioso memorial en honor a la memoria de Sra. Cleo Bonnie Love en la iglesia Japonesa de Mountain View, CA.

Junto a familiares y hermanos que conocieron a Cleo obtuvimos una bendición muy especial al dar honor y gloria al Dios de la vida. El servicio estivo matizado con hermosos himnos de esperanza y consuelo y de testimonios reales e impactantes de la primer miembro Afroamericana que fue aceptada en el año 1977 en esta comunidad Japonesa. Algunas personas quisieron advertir a Cleo que no debía trasladarse a esta iglesia Japonesa y su respuesta fue que no era de importancia y asi lo hizo. –Quiero servir a Dios aquí y es lo que importa- Por más de 30 años esta humilde sierva de Dios se dedicó a servir a Dios en unas capacidades a penas imperceptibles para la mayoría pero que todos exaltaron en este servicio a su memoria.

Había llegado el momento de dar la oportunidad al público para contar anécdotas de la vida de Cleo y uno a uno fueron tomando sus turnos en el podio. Todos resaltaron la humildad, disposición y devoción de esta mujer. Alguien mencionó que no aprendió a conducir autos pero se las arreglaba de antemano para llegar a los sitios a tiempo para cumplir sus responsabilidades en la iglesia. Como diaconisa, secretaria de Escuela Sabática y maestra de niños buscaba hacer lo mejor porque lo hacía para Dios. Le gustaba animar a los que le rodeaban y vez tras vez se mencionó: nunca se quejaba, nunca se quejaba. Lo que le tocara en la vida nunca se quejaba. Algunos la acomodaban en un vehículo incómodo para transportarla y nunca se quejaba. Sufrió en vida el dolor de la muerte de varios de sus hijos y su esposo y nunca se quejaba. Era la primera en llegar a la iglesia y era la última en salir y nunca se quejaba. Aun en su lecho de enfermedad nunca se quejó. Los que le visitaron sabían que algo especial había en ella y era la paz con la cual Dios había inundado su alma que refrigeraba a todos los que le rodeaban. Señor perdóname por las veces que me quejo cuando hay otros que por muchas razones podrían hacerlo y no lo hacen.

Sin haberla conocido aprendí de esta mujer lo siguiente. 1. A no quejarme por lo que me sucede porque hay un Dios que me puede sostener aun en los momentos más difíciles de la vida. 2. Mientras otros buscan llamar la atención por la elocuencia o por el deseo de ser reconocidos egoístamente hay otros que en silencio van dejando huellas que nunca serán borradas en la vida de los que atestiguaron el ministerio poderoso de los humildes siervos de Dios en sus distintas esferas del anonimato. 3. Sea grande o pequeño lo que humanamente podamos hacer en el tiempo de vida que Dios nos da es considerado como una deuda aún para Dios. Esto es lo menos que Dios espera. Creo que tuvo una visión clara del propósito de su vida para Dios. Fue una gran madre y esposa, impecable ama de casa, sus mejores años los pasó influyendo a los niños con su bondad y devoción hacia Dios. 4. Su secreto era su devoción y su devoción era reflejar a Cristo en vida. Acostumbraba a levantarse a las 4:00 am para alimentar su espíritu y satisfacer su sed de Dios. Parecería una misión imposible en estos días en los que vivimos donde pareciera ser que la ley del más fuerte prevalece o en nuestro lenguaje cristiano sería al “más espiritual” o veamos quién es el que más influye, quién lo hace mejor o más bonito, quién predica o dirige mejor, quién tiene más años en la iglesia, quién da más dinero. Sea lo que sea todavía estamos en deuda con Dios por lo que ha hecho por nosotros al darnos salvación.

En todos los funerales que he presenciado en las iglesias por más de veinte años de ministerio y aún en unos tantos funerales militares con todos los honores que otorga el estado a los fallecidos, todavía ninguno supera en honor a la vista de Dios cuando uno de sus hijos/as muere en completa paz con Dios, con sus familiares y consigo mismos.

Es el segundo servicio memorial que presencio en la cual la vida de estos hijos de Dios me han retado a reevaluar lo que es realmente la vida. No es de lo que está compuesta la vida, de posesiones, metas, sueños, hijos, nietos, retiro, computadoras, playa, Iphones, sino el propósito real de la vida misma. ¿Para qué vinimos al mundo? ¿Qué es lo que realmente importa? ¿Para qué vivimos? ¿Qué podemos hacer antes que nuestra vida acabe? ¿Dejaremos huellas para las futuras generaciones? ¿Qué dirán de nosotros en nuestro funeral fuera de “pobrecito/a era tan bueno/a”? ¿Dirán que éramos verdaderos hijos/as de Dios?

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