Summary: Los santos también caemos en pecado, pero a diferencia de los no cristianos; Jesucristo restaura a sus hijos

LA RESTAURACIÓN DE UN SANTO PECADOR

MAT. 26: 58, 69-75

¿Cuál es el regalo más grande que Dios nos ha dado? El perdón de nuestros pecados. El resultado del perdón de los pecados es la salvación, Dios nos quita la culpa; la comunión con Dios; ahora podemos ser útiles en la obra del Señor; y nos permitirá la entrada al cielo.

Ex. 34:6 “¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; v 7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”

Miq.7:18 ¿Qué dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. V 19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”

Es sorprendente, cómo Pedro cayó en pecado tan estrepitosamente.

Todavía más sorprendente es que siempre está allí el Señor dispuesto a perdonar; esta es una verdad que nos llena de esperanza.

Esa fue la experiencia de Pedro, desde lo profundo de su pecado, tuvo la oportunidad de conocer al Dios perdonador; no sólo fue perdonado, sino que también fue puesto como líder de la iglesia en los 12 primeros capítulos de Hechos.

Pedro terminó negando al Señor, y no fue algo que sucedió de la noche a la mañana; ¿entonces cómo sucedió?

Acababan de celebrar la cena del Señor y Jesucristo dijo a sus discípulos: Mat 26:30 Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.

31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas

33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.

34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré.

Pensó que era maduro espiritualmente, que era inmune a los ataques del Diablo, del mundo y de su carne. Y se atrevió a contradecir la palabra de Cristo; y al ratito allí estaba Cristo regañándolo: “¿No has podido velar conmigo una hora?”

Los presumidos no oran, piensan que no lo necesitan; así que cuando llegó Judas con soldados del templo, Pedro sacó su espada y se abalanzó sobre ellos queriendo cortarles la cabeza.

¿Pedro fue valiente al hacer eso? No, él sabía perfectamente del poder de Jesús, cuando lo salvó de hundirse en el mar y un minuto antes los había derribado a todos, aproximadamente 600 personas, más bien denotaba oposición al plan de Dios.

Tantas veces que había oído a Cristo decirles que era necesario ir a Jerusalén donde: “debo ser aprehendido, y debo poner mi vida y resucitar al tercer día; para eso he venido”

Tomaron preso a Jesús, lo maniataron, lo llevaron a la casa del sumo sacerdote Caifás donde ya lo estaban esperando los ancianos para hacerle un juicio a media noche.

Hablemos del lugar donde ocurrieron las 3 negaciones de Pedro. Fue en el patio de la casa de los sumos sacerdotes Anás y Caifás. Las casas de los ricos estaban construidas alrededor de un gran patio.

Otro de los apóstoles acompañaba a Pedro: Juan. De alguna manera, Juan era conocido del sumo sacerdote y lo dejaron entrar, pero no a Pedro, entonces Juan fue a la puerta y le dijo a la portera que lo dejara entrar.

Qué detalles tan pequeños que contribuyeron para que la predicción de Cristo se cumpliera: Juan era conocido del sumo sacerdote, se dio cuenta que Pedro intentó entrar, fue a hablar con la portera, todo para que la negación tuviera lugar.

Esto nos enseña el perfecto control que Dios tiene de todas las cosas, para que sus propósitos se cumplan, y nos trae paz y tranquilidad sabiendo que Cristo reina.

Juan 18:17 Entonces la criada portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también uno de los discípulos de este hombre? Dijo él: No lo soy. Marcos registró: “No lo conozco” Y Lucas: “No sé de qué estás hablando” allí está el gran presumido de que moriría junto con Jesucristo.

Los soldados del templo y los miembros del sanedrín habían hecho una fogata en el patio para calentarse pues la noche era fría; allí estaba Pedro calentándose.

De repente la portera confrontó a Pedro y sorprendió a los soldados. Con el simple hecho de que una joven se acercara al grupo de hombres en el patio era de llamar la atención así que la negación no solo era para la portera sino para todos los soldados.

Si Jesucristo le hubiera dicho a Pedro: “Ven a mi juicio, quiero que hables a mi favor” Pedro hubiera preparado un gran testimonio a favor de Jesús, pero como esto fue algo totalmente imprevisto. Pedro fue tomado por sorpresa.

Esta es una perfecta ilustración de lo que escribió el Apóstol Pablo:

1 Cor 10:12 “El que piensa estar firme, mire que no caiga” “Yo soy Pedro, a mi me entregó las llaves del reino, yo soy el gran hacedor de milagros, yo soy el gran líder de los demás jovencitos” Pedro, solo eres un cobarde arrogante, incapaz de confesar al Señor, y recurriste a una mentira para negarlo.

Pedro se tuvo que quedar allí un poco de tiempo, porque si se salía en ese momento se delataría, luego intentó salir de la casa y en ese poco de tiempo ocurrió la segunda negación.

V 71 Al salir él al portal, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el Nazareno.

Lucas dice que fue un hombre, es decir, ahora fue confrontado por dos acusándole, por lo que el miedo de Pedro aumentó:

V 72 “Les juro delante de Dios, que no conozco a ese hombre”

¿No que tan fuerte espiritualmente? Las personas que saben más Biblia, aquellos que tienen más experiencia, como cristianos, son el blanco preferido de los dardos de fuego del enemigo y a veces son los más vulnerables.

Otra vez pasó un rato mas y Pedro ahora se quedó porque salían gritos de los del sanedrín ¡Blasfemia, blasfemia! Y escupían a Jesucristo en la cara, lo golpeaban en la cara con el puño, le vendaron los ojos y le decían: profetiza…¿quién fue el que te golpeó?

Luego la situación se puso más peligrosa para Pedro porque ahora fueron todos los que estaban en el patio:

V 73 “De seguro que tú también eres uno de ellos, porque hasta tu manera de hablar te descubre”

¿De qué manera hablaría Pedro que lo descubría como un seguidor de Jesucristo? Un vocabulario limpio, sin malicia, entonces empezó a decir sarta de groserías y maldiciones … ¡que no oyen… que no conozco a ese hombre! Enseguida cantó el gallo. Pedro estaba derrotado.

Luc 22:61 “Entonces, se volvió el Señor y miró a Pedro”

¿Qué tipo de mirada sería? ¿De enojo? Si hubiera sido mirada de enojo Pedro hubiera dicho: “pues sí tiene razón en estar enojado conmigo, me lo merezco” Pero veamos el resultado de esa mirada:

“Y saliendo fuera, lloró amargamente” porque fue una mirada de amor, de compasión y de perdón.

Veamos el camino hacia el suelo: uno, autosuficiencia “yo soy Pedro camaney” dos, insubordinación “cómo que te van a hacer eso en Jerusalén, entonces no hay que ir allá” y tres, falta de oración, en vez de orar, yo voy a quedarme dormido.

El verdadero Pedro no es el que aparece en estas negaciones, es el que aparece en el arrepentimiento.

La diferencia entre Judas y Pedro es que Judas era falso cristiano, tuvo remordimiento de conciencia, y se ahorcó, Pedro era verdadero cristiano y se arrepintió llorando amargamente.

Miren la promesa para los verdaderos cristianos:

Luc 22:31 “Simón, Simón, he aquí que Satanás ha solicitado poder para zarandearos como a trigo; v 32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle; y tú, cuando te hayas vuelto, fortalece a tus hermanos” Aquí está la diferencia, no está en nosotros, está en Dios.

El arrepentimiento genuino tiene dos elementos, uno reconocimiento de nuestro pecado y dos ver el rostro de Cristo = creer en Cristo.

¿Por qué creen ustedes que Cristo le preguntó a Pedro tres veces: Pedro, me amas? Y le hizo confesar tres veces: “Si Señor, te amo” respuesta obvia: lo estaba restaurando.

Cristo está en su trabajo de restaurar pecadores, de impartir su gracia perdonadora, y de restaurar a los caídos. Cuando termine este trabajo empezará el juicio.