Summary: Debemos tratar bien a todos sin excepción

Buen Trato por Igual

Santiago 2:1-12

Intro. Creo que hemos visto en documentales, visto películas, o leído en libros que a lo largo de la historia de la humanidad, algunos seres humanos se consideran con más derechos o mayor dignidad que otros y les dan un trato desigual y, a veces, inhumano. Vienen a nuestra mente imágenes que hemos visto o tenido contacto del trato que le dieron a los indígenas en el México colonial, la esclavitud y luego, la discriminación racial en los estados unidos en el pasado, el intento de genocidio a los judíos en la alemania nazi y muchos otros ejemplos más. El ser humano tiende a dar un trato diferente a las personas de acuerdo con criterios arbitrarios que él mismo establece.

Podemos pensar, qué barbaridad, qué escándalo. ¿Cómo tenían baños, restaurantes, espacios en los autobuses para gente blanca en los que el acceso a ellos se volvía un delito para una persona de color? ¿Cómo es posible que pusieran letreros tales como: “No se admiten perros, ni judíos”. Cómo es posible. . Pero no debemos ver esto con extrañeza porque quizá esto para nosotros está a la vuelta de la esquina y no nos hemos dado cuenta. Quizá no en esa magnitud ni forma, nosotros también debemos estar alertas contra esta tendencia pecaminosa de dar trato diferente a las personas de acuerdo con criterios arbitrarios.

De hecho, la Biblia, en Santiago 2:1, nos advierte que debemos combatir con esta tendencia pecaminosa y equivocada. Nos dice: v.1 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas”

Es un hecho: tendemos a hacer acepción de personas. A dar trato diferente a las personas de acuerdo con criterios arbitrarios que nosotros mismos o la cultura establece. Por eso, somos alertados. Esto no debe ser así. Una fe viva en Jesucristo te lleva a tratar a todos por igual.

Santiago nos pone el ejemplo (v.2-3) Un hombre rico y un hombre pobre – trato diferente.

Por eso se nos dice que nuestra fe en Jesucristo debe verse reflejada en el trato que demos a los demás. Donde la tendencia cultural es discriminar, preferir, mostrar favoritismo y parcialidad, nuestra fe en Jesucristo nos lleva a ser diferentes: TRATANDO A TODOS COMO PERSONAS IMPORTANTES SIN IMPORTAR NADA MÁS.

Criterios arbitrarios que establecemos para el trato a las personas

1. Raza – Indígenas, etc.

2. Género - Mujeres

3. Edad - viejos y Niños

4. Nivel educativo – Doctorados, Profesionistas – barrendero, albañil.

5. Apellido – Abuelita “apellido cocom”

6. Apariencia física – Belleza según el mundo, etc.

7. Posición económica – Rico , pobre

8. Empleo – "Chacha", "Mesero"

Criterios arbitrarios, criterios que se basan en lo que nuestros ojos pueden ver y no en lo que Dios dice que es.

No debemos establecer el trato a los demás respetando estos criterios. Santiago nos dice: “vuestra fe en el Señor Jesucristo, sea sin acepción de personas”. Es decir, trata a todos por igual, trátalos como te gustaría que te tratasen, trátalos como personas importantes.

Cuando no lo hacemos:

1. Nos constituimos jueces corruptos v. 4

“¿No hacéis distinciones entre ustedes mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”

Un juez corrupto. Un juez que juzga con parcialidad, que juzga como no es debido.

Porque juzgamos sin tener la autoridad para hacerlo, ni el criterio adecuado para hacerlo.

La fe viva en el Señor Jesucristo trata a todos como personas importantes sin importar nada más.

2. Nos convertimos en delincuentes convictos. v.8-11

“Si en verdad cumplis la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometeis pecado y quedáis convictos por la ley como transgresor. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto se hace culpable de todos”.

La acepción de personas atenta contra la ley de Dios. Va en contra del mandamiento de amar a tu prójimo como a ti mismo. Cometemos pecado y quedamos convictos por la ley como transgresores.

Pero, todos los demás mandamientos los cumplo. Pero con uno que falles, se echa a perder el invento. Ilustra: El Omelete

¡Qué complicado está entonces!

Pero las buenas noticias es que Dios para esto envió a Jesús. Para que por su obra en nuestras vidas podamos ser diferentes. Lo que es imposible de cambiar por fuerza de voluntad. Es posible por la gracia de Dios en nuestras vidas. Así que por eso decimos que es debido a nuestra fe en Jesucristo que podemos tratar bien a los demás por igual.

Conclusión: La lección de hoy “Trata a todos como personas importantes sin importar su raza, género, edad, nivel educativo, apellido, apariencia física, posición económica, empleo”. Este es un resultado y característica de una fe viva, de una verdadera relación con Jesucristo para gloria de Dios.