Summary: El ejemplo de la vida de la Madre Teresa de Calcuta y su crisis de fe, nos ayuda a entender el silencio de Dios.

El gran ausente

Mateo 27.45-50

El domingo pasado les presenté un sermón titulado: Jesús en Medio. El de hoy se titula El gran ausente. ¿Contradictorio? NO. Leamos nuestro texto.

45 Desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»).

47 Algunos de los que estaban allí decían al oírlo:

—A Elías llama este.

48 Al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, la empapó de vinagre, la puso en una caña y le dio a beber.

49 Pero los otros decían:

—Deja, veamos si viene Elías a librarlo.

50 Pero Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

Creo que no hay muerte más terrible que esta, y no me refiero a las atrocidades sufridas en su cuerpo; otros han sufrido atrocidades similares. Me refiero a ese momento de abandono: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»

Has estado en presencia de un santo…

Todos somos santos, pero de vez en cuanto alguno de ellos se sale del guacal. Lo que hace santa a una persona no es su capacidad para lograr cosas, sino la presencia de Dios, es la gracia que no es dada. ¿Entonces que hace sobresalir a unos más que otros? La obediencia. La madre Teresa es uno de esos casos raros, y sin embargo comparte muchas cosas con el resto de los santos. Lo que hace grande a un santo no es la magnitud de lo logrado, sino su obediencia incondicional.

La oración es el medio de excelencia por el cual nos comunicamos con Dios. Algunas veces para adorar, y otras para pedir. Dos santos que formaron parte del grupo privilegiado llamado por Jesús, pidieron la grandeza, y Jesús les respondió:

22 Entonces Jesús, respondiendo, dijo:

—No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

Ellos le respondieron:

—Podemos.

23 Él les dijo:

—A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre.

Mateo 20.22-23

Hemos sido sorprendidos por la noticia de la Madre Teresa de Calcuta. Y puedo decir sin temor, gratamente sorprendidos. Ella dijo una vez:

«Yo quiero ... beber SOLAMENTE de Su cáliz de dolor.»

«Yo quiero amar a Jesús como nunca antes él ha sido amado.»

Quizás no sabía lo que pedía, o que decía, pero le fue concedido o tomado en cuenta.

Su llamado

En Septiembre 10, de 1946, después de 17 años como maestra en Calcuta con las Hermanas de Loreto (una comunidad no enclaustrada, orientada a la educación y con base en Irlanda), la Madre María Teresa, de 36 años, tomó el tren en un viaje de 645-km hasta Darjeeling. Ella había estado trabajando enferma, y sus superiores le pidieron que se relajara durante su retiro anual en las colinas de las faldas del Himalaya. En el viaje de vuelta, ella informó que Cristo le habló. Él la llamó a abandonar la enseñanza y trabajar en cambio en "los barrios bajos" de la ciudad, tratando directamente con "los más pobre de los pobres"—los enfermos, los moribundos, los mendigos y los niños de la calle. "Ven, Ven, llévame a los agujeros de los pobres," le dijo él. "Ven se Mi luz." La meta era tanto material como evangelística —como Kolodiejchuk lo expresa, "para ayudarles a vivir sus vidas con dignidad [y que así] encuentren el amor infinito de Dios, y que a cambio, lleguen a conocerlo, a amarlo y a servirlo."

El diálogo que sostuvo con Jesús dice así:

[Jesús:] ¿Te negarás a hacer esto para mí? ... Tú te has convertido en mi Esposa por mi amor—tú has venido a la India por mí. La sed que tenías por las almas te llevó muy lejos — ¿Tienes miedo de dar un paso más por Tu Esposo—por mí—por las almas? ¿Tu generosidad se ha vuelto fría? ¿Estoy en segundo lugar para ti?

[Teresa:] Jesús, mi propio Jesús—yo soy sólo Tuya— Soy tan tonta— No sé qué decir más que haz conmigo lo que Tú quieras—cuando Tú quieras—por el tiempo que Tú quieras.

[¿Pero] por qué no puedo yo ser una Monja de Loreto perfecta—aquí—por qué no puedo yo ser como todos los demás?

[Jesús:] Yo quiero Monjas de la India, Misioneras de la Caridad, quienes serán mi fuego de amor entre los pobres, los enfermos, los moribundos y los niños pequeños... Ya sé que Tú eres la persona más incapaz—débil y pecadora, pero justamente por eso—yo quiero usarte para Mi gloria. ¿Te negarás?

—en un diálogo de oración contado al Arzobispo Ferdinand Perier, enero de 1947.

La Madre Teresa obedeció y de inmediato se entregó a la tarea. Pero tan solo unos meses después, comenzó lo que ella misma llamaría su «noche oscura».

Señor, mi Dios, ¿quién soy yo para que te olvides de mí? La Niña de tu Amor—y ahora convertida en la más odiada—la que—Tú has tirado a un lado como indeseada—la no amada. Yo llamo, yo me aferro, yo quiero—y no hay Nadie que responda— Nadie a Quien yo me pueda aferrar—no, Nadie. —Sola... ¿Dónde está mi Fe?—incluso en lo más profundo allí no hay nada, sino vacío y oscuridad —Mi Dios— cuán doloroso es este dolor desconocido — no tengo Fe — no me atrevo en absoluto a pronunciar las palabras y pensamientos que llenan mi corazón — y que me hacen sufrir una agonía indecible.

Tantas preguntas sin contestar viven dentro de mí, temerosas de salir a la luz — debido a la blasfemia — ¿Existirá Dios? — por favor, perdóname — Cuando trato de elevar mis pensamientos al Cielo — hay tal vacío condenatorio, que esos mismos pensamientos se devuelven como cuchillos afilados y me hieren el alma. —Me dicen que Dios me ama — y sin embargo, la realidad de esta oscuridad y la frialdad y el vacío es tan grande que nada toca mi alma. ¿Cometí yo un error rindiéndome ciegamente al Llamada del Sagrado Corazón?

—dirigido a Jesús, como una sugerencia de un confesor, sin fecha

Al parecer, la Madre Teresa, acostumbrada antes de la experiencia de Calcuta a tener visiones y diálogos con Cristo, poco después de comenzar su trabajo empezó a experimentar abandono de parte de Dios. Esto la atormentó durante 50 años, durante los cuales, a pesar de ese sentimiento, se mantuvo al pie del cañón en su ministerio; llevando en secreto una profunda agonía.

La iglesia anticipa períodos de aridez espiritual. De hecho, el místico español San Juan de la Cruz, en el siglo 16, acuñó el término la "noche oscura" del alma, para describir una fase característica en el crecimiento de algunos maestros espirituales. Teresa puede ser el caso más extenso que se haya registrado. (La "noche oscura" del místico San Paul de la Cruz, siglo 18, duró 45 años; y se recuperó finalmente.)

He aquí otras expresiones de su agonía:

"Jesús tiene un amor muy especial por usted… [Pero] en cuanto a mí, el silencio y el vacío es tan grande, que miro y no veo,—oigo y no escucho—la lengua se mueve [en oración] pero no habla... Yo quiero que usted ore por mí—para que yo le permita a Él hacer lo que quiere."

"La sonrisa," escribe ella, es "una máscara" o "una capa que lo cubre todo." Así mismo, ella se pregunta si está sumergida en una mentira verbal. "Yo hablé como si mi corazón estuviera enamorado de Dios—el amor tierno, personal," comenta ella a un consejero. "Si usted hubiera estado [allí], habría dicho, ’Qué hipocresía’."

"¡Qué tortura es esta soledad!" escribió ella. "¿Me pregunto cuánto tiempo más sufrirá mi corazón?"

"Por favor ore especialmente por mí para que no eche a perder Su trabajo y para que Nuestro Señor puede mostrarse —pues hay tal oscuridad tan terrible dentro de mí, como si todo estuviera muerto. Ha sido así, más o menos, desde que empecé el trabajo."

"Entre más lo quiero—menos me quiere."

"Tan profundo anhelo de Dios — y... rechazo—vacío—ninguna fe—ningún amor—ningún celo. —[La salvación de] las Almas no tiene ninguna atracción—el Cielo no significa nada—por favor, ore por mí para que siga sonriéndole a Él a pesar de todo."

"¿Para qué trabajo? Si no hay ningún Dios—no puede haber ninguna alma—si no hay ninguna Alma entonces Jesús—tú también eres irreal."

"profiero palabras de Oraciones Comunitarias—y hago mi mayor esfuerzo por extraer de cada palabra la dulzura que tienen que dar— pero mi oración de unión ya no está allí—ya no oro más."

Su reencuentro con la fe …. Cuatro consejos

Dice el artículo de TIME…

Hay dos maneras de responder a un trauma: aferrarse a él en toda su intensidad y seguir siendo su cautivo, o --sin necesariamente "vencerlo"--, integrarlo gradualmente en el día-a-día.

¿Cómo resolvió este conflicto esta santa mujer? Ella aprendió a vivir con ese dolor, y lo que le ayudó a convivir con él fue el consejo de un sacerdote consejero, Rev. Joseph Neuner, quien le hizo ver lo que ella necesitaba:

(1) que no había ninguna cura humana para ello (es decir, ella no debe sentirse responsable por ello);

(2) que sentir a Jesús no era la única prueba de su presencia,

(3) que su ardiente anhelo por Dios era una "señal segura" de su "presencia oculta" en su vida;

(4) que la ausencia era de hecho parte del "lado espiritual" de su trabajo por Jesús.

Esto trajo un gran alivio a la vida de la Madre Teresa. Aprendió a vivir con su dolor y sentimiento de abandono. Y dijo:

"No lo acepto con mis sentimientos—sino con mi voluntad, la Voluntad de Dios — Yo acepto Su voluntad."

Nuevo ministerio

Lo que hizo la Madre al final fue ver la nueva dimensión que tomaba su ministerio a partir de su experiencia de dolor. Algunas veces no comprendemos los caminos de Dios, pero a lo mejor todo cuanto malo te pasa tiene un propósito glorioso. Dios te prepara para nuevas cosas.

Si esto te trae gloria — si las almas se acercan a ti — con alegría acepto todo hasta el fin de mi vida.

—a Jesús, sin fecha

Incluso llegó a tocar las vidas de muchos ateos. Como el caso de Malcom Muggeridge, quien era ateo y en una de esa crisis de búsqueda espiritual se encuentra con Teresa, quien le escribió una carta, la cual lo convirtió al cristianismo:

"Su anhelo por Dios es tan profundo y aún así Él se mantiene lejos de usted. Él debe estar obligándose a actuar así — porque él lo ama mucho — el amor personal que Cristo tiene por usted es infinito — La Pequeña dificultad que usted tiene con respecto a Su Iglesia es finita — Supera lo finito con lo infinito."

Conclusión

¿Alguna vez te has sentido así de solo?

¿Cómo es tu experiencia de oración? ¿Te contesta Dios todas tus oraciones?

¿Oras todos los días pidiendo lo mismo? (Tu casa, tus hijos, tus hijas, tu enfermedad, tus deudas)

¿Y tu ministerio? ¿Encuentras dificultades y no recibes ayuda? ¿No todo marcha como te gustaría?

No estás solo o sola. La Madre Teresa no está sola en este sentimiento: Jeremías, Elías, José, David, Jesús. Cualquiera de nosotros podría apropiarse de las palabras del Salmo 88 (TLA):

1 Dios mío,

tú eres mi salvador;

día y noche pido tu ayuda.

2 Permite que mi oración

llegue a tu presencia;

¡presta atención a mis ruegos!

3 Sufro tantas calamidades

que estoy al borde de la muerte.

4-5 ¡Parece que ya no tengo remedio!

¡Hasta hay quienes me dan por muerto!

Parezco un cadáver ya enterrado,

al que nadie toma en cuenta

porque la muerte se lo llevó.

6 Es como si estuviera

en el barranco más oscuro.

7 El golpe de tu furia

ha caído sobre mí;

es como una inmensa ola

que me ha hecho naufragar.

8 Por ti he perdido a mis amigos;

me consideran repugnante.

Es como si estuviera preso

y no encontrara la salida.

9 Es tan grande mi tristeza

que se llenan de lágrimas mis ojos.

Hacia ti, Dios mío, tiendo los brazos,

y te llamo a todas horas.

10 Si realizas un milagro,

¿te darán gracias los muertos?

¡Claro que no!

11 Allá en el sepulcro,

donde termina la vida,

no hay quien hable de tu amor

ni de tu fidelidad.

12 Allá en las tinieblas,

donde todo se olvida,

nadie sabe de tus milagros

ni de tus actos de justicia.

13-14 Dios mío,

todas las mañanas

te busco en oración;

¡yo te ruego que me ayudes!

¿Por qué me rechazas?

¿Por qué me das la espalda?

15 Desde que era joven

he sufrido mucho;

¡he estado a punto de morir!

Soy víctima de tus castigos,

¡y ya no puedo más!

16-17 Sobre mí recayó tu enojo;

me tienes derrotado;

tus ataques me rodean a todas horas

y me tienen cercado por completo,

como las olas del mar.

18 Por ti ya no tengo amigos;

me he quedado sin familia.

¡Ya sólo me queda

esta terrible oscuridad!

Ese era el secreto de la Madre Teresa… quizás el tuyo también. Pero el gran secreto de Teresa, el que le dio éxito: su perseverancia a pesar de… se mantuvo en su puesto por encima de todo….

Muchos de nosotros nos arrugamos fácilmente. Pasamos por esos momentos de silencio… de ausencia… abandono… y nos alejamos de Dios y de su iglesia… abandonamos el ministerio.

Jesús nos dijo:

En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16.33

Jesús no nos presenta una opción; no ordena confiad. Esta palabra en el griego se traduce en muchos otros lugares del NT como tened ánimo. La orden es cambiar de actitud. No hay contradicción: tendremos aflicciones, pero tu actitud cambia todas las cosas. Es cuestión de voluntad como dijo Teresa: «No lo acepto con mis sentimientos—sino con mi voluntad, la Voluntad de Dios — Yo acepto Su voluntad».

Los sentimientos son muy engañosos. Vivimos en un mundo que enseña que el sentir lo es todo… vivimos para el placer… Es todo lo que cuenta: gozar. Y cuando no lo alcanzas te frustras, te deprimes, te abandonas a ti mismo y abandonas todo lo demás. Cito las palabras del editor del libro Ven, Se mi Luz:

Y para muchos de nosotros la totalidad del amor es lo que sentimos. Pero realmente amar a alguien requiere compromiso, fidelidad y vulnerabilidad. La Madre Teresa no estaba ’sintiendo’ el amor de Cristo, y ella pudo haber renunciado a todo. Pero ella se levantaba a las 4:30 todas las mañanas por Jesús, y aún le escribía, ’Tu felicidad es todo lo que yo quiero’.

NO abandones tu puesto… permanece en él… sigue orando hasta el fin.

Si estás pasando por momentos difíciles, recuerda estos cuatro principios:

(1) No hay nada de malo en ti. No es tu culpa. Dios no te está castigando; tú no eres el responsable de ese sentimiento.

(2) Recuerda que sentir a Jesús no es la única prueba de su presencia.

(3) Tu constante anhelo por Dios es una prueba de la presencia de Dios en tu vida;

(4) La ausencia de Dios puede ser parte de lo que Dios quiere que tú experimentes en tu ministerio.

Si no estuviera tan seguro de que él me habló esa noche de sábado de 1979, y que escuché en mi corazón su voz audible, preguntándome: «¿Me amas?» Si no estuviera tan seguro de que tocó mi ser una noche de oración… Si no estuviera tan seguro de que me habló en sueños y me dio dirección para otra persona…. Yo no estaría aquí. DIOS NO ESTA AUSENTE. Él es el Eterno Presente.

No aflojes… Sigue adelante…. No dejes de orar por tus hijos…. No dejes ese ministerio precioso que Dios te dio… DIOS ESTA EN MEDIO. El GRAN YO SOY está contigo.