Summary: Somos llamados por Dios a ser "guardaespaldas" de nuestro hermano

Guardaespaldas ¿Yo? Hebreos 3:12-13

Intro: La Navidad pasada mi hijo Josué recibió de una de sus tías una iguana verde como mascota. Vivía en una pecera rectangular con su gravilla y su tronquito para que reposase. Le pusimos de nombre “haudini” en honor al gran escapista porque en varias ocasiones se las ingenió para escaparse de su jaula. En estos últimos días Haudini estaba viviendo libre dentro del cuarto de Josué. Pero aunque era muy hábil para escaparse, por haber sido criada en cautiverio no era hábil para vivir en la vida silvestre como las otras iguanas. Esta semana, haudini usando su habilidad para escaparse burló la seguridad de alguna forma y salió de la casa. Lamentablemente, cuando nos enteramos ya era demasiado tarde porque su cadáver yacía muy maltratado junto a la gata quien ya estaba hasta durmiendo su siesta en la tarde. Tuvimos un funeral familiar con todo lo que esto implica en el patio de la casa. Aunque haudini era muy inteligente para escaparse, necesitaba ser cuidada todo el tiempo de peligros que ni imaginaba. Usó sus habilidades y siguió sus impulsos y terminó en un hueco no muy profundo en el patio de la familia Madera Celis.

Reflexionando en este evento, tengo que reconocer que yo no soy muy diferente a Hudini en este respecto. Yo también, al igual que haudini necesito ser cuidado, resguardado, protegido de peligros que quizá ni imagino o no tomo con seriedad. Siendo el principal de ellos, mi propio corazón, que como dice la Biblia, es “engañoso”. Por eso necesito a personas como ustedes que también están en una relación creciente con Cristo para que me ayuden a seguir amando a Dios y al prójimo. Necesito una especie de “Guardaespaldas Espirituales” que estén listos para interponerse en mi camino para evitar que yo sea presa fácil de los engaños del mundo y el pecado.

Pero saben, creo que este no es sólo mi caso. Sino cada uno de ustedes también necesitan ser protegidos de ustedes mismos y sus malas decisiones y deseos que los apartan de una relación creciente con Cristo. También ustedes, como yo, necesitan a personas que estén dispuestas a animarles, exhortarles, instruirles, confrontarles para que sus corazones no sean engañados y seducidos por lo malo. Todos necesitamos guardaespaldas.

Ilustra: Una ocasión cuando comprendí un poco más cuál es el trabajo de un guardaespaldas fue el 30 de marzo de 1981 cuando el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, sufrió un atentado del cual salió vivo gracias a la pronta respuesta de sus guardaespaldas. Recuerdo haber visto en la televisión cómo los guardaespaldas literalmente se pusieron como escudos humanos para proteger al presidente. Uno de ellos resultó lesionado. Ser guardaespaldas es estar dispuesto a sacrificarte por alguien más.

Si estás en una relación creciente con Cristo, necesitas guardaespaldas espirituales, pero más aún…Si estamos en una relación creciente con Cristo, Somos llamados por Dios a ser “guardaespaldas” de nuestro hermano. Tu necesitas un guardaespaldas espiritual, pero también has sido llamado a ser ese guardaespaldas para tu hermano.

Vivimos en un mundo que enfatiza el individualismo como estilo de vida. Escuchamos frases como las siguientes: “Cada quien su vida”; “Mejor ni te metas”; “allá él”, “Cada quien es libre de hacer lo que quiera”, “A mí nadie me va a decir qué hacer”. Pero cuando venimos a una relación creciente con Cristo, nos damos cuenta de que la vida cristiana no se trata sólo de Dios y yo, sino de una relación con Dios en el contexto de una comunidad.

Es más, Dios dice que la medida para que sepamos cómo estamos en nuestra relación con él, es medir cómo estamos en nuestra relación con nuestros hermanos. La relación vertical se mide horizontalmente. Porque Dios nos ha puesto en una comunidad. Así que ese individualismo que nos separa de la comunidad, es ajeno a la mentalidad cristiana y bíblica. La persona que entiendo el mensaje bíblico es una persona que buscará intencionalmente ser parte de la comunidad de creyentes. Recibiendo y dando cuidado espiritual los unos para con los otros. Dando y aceptando consejo, corrección, ánimo, exhortación, etc. unos a otros dentro de la comunidad. Por eso decimos: Somos llamados por Dios a ser “guardaespaldas” de nuestro hermano.

En Hebreos 3:12-13 se nos recalca está función que tenemos en la comunidad en la que Dios nos ha puesto: Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

La epístola a los Hebreos es muy particular. En ella encontramos grandes advertencias en contra de claudicar o abandonar por completo la fe en Cristo. Lo que pasa es que un grupo de los destinatarios originales de la epístola estaban dejando por completo la fe en Jesús y estaban regresando a formas y creencias judías mezcladas con un poco de filosofías paganas. En fin, estaban abandonando por completo a Cristo. Por eso, Hebreos se caracteriza por sus declaraciones y advertencias fuertes en contra de dejar de seguir a Jesús. Pero al mismo tiempo nos anima y nos da la respuesta a este tipo de lucha que quizá hoy mismo estemos pasando.

El versículo 12 comienza con las palabras “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”. Notemos que el está hablando a personas creyentes, inclusive les llama “hermanos”. ¿Cuál es el problema que se puede suscitar entre los hermanos? Que alguien comience a desarrollar un corazón malo de incredulidad. Está hablando de alguien que ya comenzó a desconfiar de las verdades y principios de Dios. Alguien que está comenzando a decidir que no vale la pena obedecer a Dios, que quizá lo que Dios pide y dice no vale la pena. Un corazón de incredulidad.

¿Cuál es el efecto que este tipo de corazón tiene? ¡¡¡Nos aparta de Dios!!! Un corazón malo de incredulidad te aparta de Dios.

Quizá no es golpe, quizá es poco a poco. Hoy pensaste no voy a obedecer a Dios en esto, porque me parece que exagera. “No voy a tratar a mi esposa como vaso más frágil, porque si lo hago se va a aprovechar de mí y acabaré siendo, como dicen mi cuates, “mandilón”. Creo que Dios exagera en esto. O bien tú joven dices: “No voy a obedecer a mi papá en la hora de llegada a la casa. Se que Dios dice que debo obedecerlo, pero la verdad tanto Dios como mi papá exageran…”

Es un proceso paulatino en el que tu corazón se va volviendo cada vez más incrédulo de la verdad de Dios y te va alejando paulatinamente de Dios. Las personas que abandonaron su relación con Cristo, no despertaron un día y dijeron: “Hoy voy a abandonar a Dios”…¡no! Este abandono fue pasando paulatinamente a través de sus decisiones de incredulidad que poco a poco las fueron llevando hasta el punto de decir: “Ya no me importa”. No vale la pena…me voy. Ahí te ves Dios.

Al final del versículo 13 se nos dice algo más al respecto: “para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado”. El pecado en tu corazón y en mi corazón tiene una particularidad. Si no lo atendemos hace que nuestro corazón se endurezca.

Ilustra: El pecado es como el concreto. Cuando estás haciendo la mezcla es un líquido muy espeso y si te cae encima no hay problema porque te lo lavas enseguida y listo. Pero que pasa si dejas el concreto sobre tu cuerpo sin limpiarlo por un tiempo considerable, cuando te des cuenta se ha endurecido y qué trabajo da sacarlo.

Así es el pecado, si lo dejas el tiempo suficiente sin atender con los medios que Dios ha provisto en el arrepentimiento, la fe y la obediencia, logrará su propósito en tu vida: endurecer tu corazón. Convencerte de que eres víctima de los pecados de tu prójimo; que tu eres irreprochable y que no tienes culpa de nada. Te convence que lo que pide Dios es una exageración y una locura. Aquello que tanto amabas y de lo que tanto hablabas en tu relación creciente con Cristo, cuando has endurecido tu corazón por el pecado te parece ridículo, detestable e indeseable. ¡Qué triste es ver a una persona con el corazón endurecido!

Este pasaje nos recalca lo peligroso que es desarrollar un corazón de incredulidad porque te aparta de Dios y si se deja intacto ese corazón engañado por nuestro pecado puede llegar a endurecerse. Este es un peligro real al que todos los que estamos en una relación creciente con Cristo nos exponemos. Necesitamos ayuda, somos vulnerables. Necesitamos guardaespaldas

Pero Dios, por la obra de gracia de Cristo, ha provisto la solución a este peligro. Dios ha provisto en su comunidad la vacuna contra este problema. El versículo 13 en la primera parte dice: “antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy”. La provisión de Dios está en la comunidad de gracia en la que nos puesto.

Dice el Señor que debemos “Exhortarnos” unos a otros. Dios te ha puesto y me ha puesto en esta comunidad de gracia para que seamos guardaespaldas de nuestros hermanos. Nuestro deber es exhortarnos unos a otros cada día entre tanto que dura ese “hoy” de la gracia de Dios.

Cuando hablamos de exhortar no estamos hablando de “condenar”, “burlar”, “chismear”, “señalar”, “Exponer”, “ridiculizar”, “ofender”. Sino estamos hablando de sacrificar nuestra comodidad en beneficio de nuestro hermano, involucrarnos intencionalmente en la salud espiritual de nuestro hermano, es hablar con prudencia, respeto y amor la verdad bíblica que hará que nuestro hermano regrese al camino recto. Es advertir amorosamente y sacando nuestra propia viga primero, del peligro que corre nuestro hermano al estar perfilado en una dirección que lo está apartando de Dios. Es hablar la palabra de Dios necesaria para un cambio de vida en nuestro hermano. Sin creernos mejores que ellos, o más “santos” que ellos, o como que nosotros no necesitamos también esa misma exhortación.

Esta es la provisión que Dios ha hecho para su comunidad. Que nos exhortemos en amor unos a otros, que nos cuidemos unos a otros, que seamos guardaespaldas unos de otros.

Y esta debe ser una práctica constante e intencional, porque dice: “exhórtense cada día”. Y debe ser hecha con un sentido de urgencia, como algo apremiante, porque dice: “entre tanto que se dice Hoy. Ese hoy es el tiempo de la paciencia y la misericordia de Dios. Ese hoy terminará algún día. Por eso, mientras está ese hoy Somos llamados por Dios a ser “guardaespaldas” de nuestro hermano.

Para que sus corazones no se llenen de incredulidad que los aparte de Dios. Y su pecado no los endurezca de tal manera que ya no sean sensibles a la verdad de Dios. Dios nos ha puesto como guardaespaldas de nuestro hermano por medio de la exhortación constante, intencional y apremiante.

Por eso, la próxima vez que veas o te enteres que tu hermano está perfilándose hacia el pecado o está en pecado, no hagas lo que cualquiera que no está en Cristo haría: Chismear… “Y ya sabes que fulanito…” y “¡Qué barbaridad…te imaginas qué cosa…”! Y vas comunicando esto a personas para quienes ni es edificante ni pueden hacer algo al respecto. No…aplica tu vocación de guardaespaldas. Ve y exhorta al hermano en amor entre tanto que se dice hoy. Porque has sido llamado a ser guardaespaldas de tu hermano.

Esposos y esposas, ustedes en su matrimonio son los primeros guardaespaldas con quienes cuentan. Esposo, esposa fuiste puesto por Dios para cuidar que tu cónyuge crezca a semejanza de Jesús. Anímalo, anímala a obedecer y vivir para Dios. Se intencional en ministrarle con la Palabra. Se ejemplo de una relación creciente con Cristo.

Jóvenes, Dios les ha puesto para cuidarse unos a otros. No ayudas a tu amigo o amiga cuando solapas sus pecados, sino cuando los exhortas y los animas a obedecer a Dios, estás haciendo lo mejor que podrías hacer. Te estás portando como un verdadero amigo.

Padres Dios les ha puesto como guardaespaldas de sus hijos. Cuando los dejas sin instrucción o corrección estás permitiendo que su corazón de un pasito más lejos de Dios. Te ha puesto para que los animes con palabras y hechos a obedecer a Dios y confiar en él. Seamos intencionales y constantes en dirigir el corazón de nuestros hijos hacia Dios.

En fin, en cada relación dentro de la comunidad en la que Dios te ha puesto, recuerda que tienes una vocación importante, Somos llamados por Dios a ser “guardaespaldas” de nuestro hermano.

Cuando a Caín, quien había asesinado a su hermano Abel, le preguntó Dios. “¿Dónde está tu hermano Abel?” El respondió: ¿Acaso soy guarda de mi hermano? O ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano? La respuesta de Dios a esta pregunta en toda la Biblia es: un ¡¡SÍ!! Sí eres guardaespaldas de tu hermano. Grábalo en tu corazón, hermano: Sí soy guardaespaldas. Dios me ha llamado a ser guardaespaldas de mi hermano.