Summary: Dios te ha colocado estratégicamente para que influyas en pro del Reino.

Influye

La serie de sermones de este mes se ha llamado “Actívate” porque hemos estado hablando de 5 maneras que podemos practicar para activar nuestra fe. Hemos usado el acróstico ADAMI para recordarlas con facilidad. A estas alturas seguramente ya las pueden repetir: Adorar, Diezmar, Aprender, Ministrar e Influir. Hoy abordaremos la quinta y última letra de nuestro acróstico: Influir.

En el Antiguo Testamento, en el libro de 2 Reyes en los capítulos 6 y 7, se narra una interesante historia de una ocasión cuando la ciudad amurallada de Samaria fue sitiada por los Sirios. Los Sirios pusieron su campamento enfrente de Samaria de tal manera que nadie podía entrar ni salir. El hambre era tal que comenzaron a escucharse de historias como estas, por ejemplo, de dos mujeres que tuvieron tanta hambre que acordaron comerse a sus hijos. Un día, una dio a su hijo para el almuerzo y al día siguiente, la otra que había pactado hacer lo mismo, se echó para atrás. A tal grado llegaba la desesperación del pueblo hacia el interior de las murallas.

Fuera del muro de la ciudad habían cuatro leprosos, que se dijeron entre sí: “No tiene caso tratar de entrar a la ciudad porque moriremos por el hambre que hay en ella. Quizá si vamos al campamento de los Sirios y ellos nos perdonan la vida, pues viviremos”. ¡No tenían nada qué perder! Así que decidieron arriesgarse a ser ejecutados por los Sirios.

Cuando llegaron al campamento Sirio, notaron que no había nadie. Lo que había pasado, es que Dios había hecho escuchar un gran estruendo como un gran ejército acercándose. Los Sirios pensaron que los israelitas habían contratado a algún ejército mercenario y que venían en grandes multitudes a acabar con ellos. Así que entrando en pánico, los Sirios huyeron despavoridamente y con premura tratando de salvar sus vidas.

Los leprosos entraron a una tienda y comieron y tomaron ropas y se saciaron. Estaban muy alegres, celebraban y estaban gozando. Estaban como reyes cuando de pronto un pensamiento vino a su mente: “No está bien esto que estamos haciendo. Hoy es día de buenas noticias y nosotros no las estamos compartiendo”. Así que fueron y anunciaron las buenas noticias de la victoria de Dios sobre sus enemigos. Aunque con un poco de desconfianza al principio, el pueblo comenzó a venir. Y al final de cuentas, ese día en verdad fue de “buenas noticias” porque todos comieron, se saciaron y estuvieron felices.

Estos hombres reconocieron que las buenas noticias no son para quedártelas tú solo, sino por definición, las buenas noticias son para compartirse. No hacemos bien cuando nos quedamos callados y es día de buenas noticias.

Por eso como iglesia queremos enfatizar la importancia de “influir”. Es decir, hacer llegar más allá de nosotros las mejores noticias que jamás alguien pueda escuchar. Queremos que con nuestras vidas y palabras, las personas a nuestro alrededor comiencen una relación creciente con Cristo.

Si hemos recibido las buenas noticias del amor de Dios en Jesucristo, entonces es nuestro gozo y privilegio influir en pro del Reino de Dios. Ahora bien, quizá pensarás que esto es algo complicado o muy difícil. Pero nuestro Dios es tan maravilloso que él se ha encargado de prepararnos para esta tarea y de colocarnos en el entorno de vida apropiado justamente para que compartamos las buenas noticias. Este día sal de aquí convencido que: Dios te ha colocado estratégicamente para influir en pro de Su reino.

Esta convicción llenaba el corazón del Apóstol Pablo. Este hombre que había decido acabar con los que creían en Cristo, pensando que era una misión que Dios le había encomendado, cuando conoció las buenas noticias, cuando conoció a Jesucristo, su vida dio una cambio radical de dirección. De perseguidor pasó a ser perseguido por compartir con todas las personas las buenas noticias. Habiendo entendido que Dios le había colocado y preparado para esta tarea a través de todo lo que había vivido, su formación, sus habilidades y rasgos característicos, el expresa su corazón y misión en un pasaje en 1 Corintios 9:19-23.

Pablo declara en el versículo 19 de 1 Corintios 9: “Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible”

Dice Pablo “soy libre respecto a todos” porque él era un ciudadano romano. El no había comprado su ciudadanía, él había nacido como ciudadano. En la providencia de Dios, siendo de judío de raza y religión, había nacido con los derechos que le procuraba y garantizaba el imperio romano. Esto era una gran ventaja. El podía moverse libremente por todo el imperio y ejercer en dondequiera sus derechos como ciudadano de roma. Esto los demás apóstoles no lo podían hacer por no ser ciudadanos. Pero Dios, había colocado estratégicamente a Pablo, desde su nacimiento, para que influyera usando esta bendición especial, en pro del Reino.

Pero el apóstol dice algo extraordinario: “Aunque soy libre….de todos me he hecho esclavo”. Pablo estaba dispuesto a renunciar a su vida de privilegio con tal de servir en el reino. Habiendo entendido que Dios estratégicamente lo había colocado para influir, voluntaria e intencional salía de su zona de privilegio y comodidad (como si fuera esclavo) con tal de compartir las buenas noticias del evangelio.

Influir en pro del reino implicara para nosotros salir de nuestra comodidad. Requerirá que invirtamos tiempo y recursos de todo tipo. Requerirá que hagamos cosas que pensando sólo en nosotros mismos no haríamos nunca, como invitar a tu jefe o a un familiar difícil a un evento cristiano, o dar amablemente, pero con seguridad, una opinión bíblica en tu grupo de compañeros del trabajo o la escuela que están diciendo al unísono lo contrario.

Puedes pensar ¿Por qué tengo que hacer estas cosas que no son tan cómodas o fáciles? ¡Soy una mujer y hombre libre para hacer lo que yo quiera! ¿Por qué tener que hacer estas cosas incómodas? ¿Por qué tengo que ceder el mejor asiento en la iglesia para que un visitante pueda sentarse en él? ¿Por qué tengo que estacionar mi carro un poco más lejos del edificio para que alguien que viene por primera vez pueda tener la comodidad y facilidad de estacionarse? ¿Por qué tengo que ser intencional en saludar a las personas que no conozco y nos visitan en vez de pasarme todo el tiempo conversando con mis amigos en la iglesia?

Porque Dios te ha colocado estratégicamente para que influyas en pro del Reino saliendo de tu comodidad, pues el tamaño de las buenas noticias que has recibido no deben quedarse contigo, sino deben llegar más allá de ti.

Pero el apóstol sigue diciendo en los versículos 20 y 21: “Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a éstos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley.

Dios había colocado estratégicamente a Pablo en medio de dos mundos. El conocía y se manejaba perfectamente en los dos mundos. Por un lado, como judío conocía las costumbres, prácticas, creencias, idioma de los judíos (los que estaban sometidos a la ley). Por otro lado, por haber nacido y crecido en el imperio romano conocía muy bien el mundo de los que no eran judíos (los que estaban sin la ley).Conocía sus costumbres, prácticas, creencias e idioma.

Sucedía con pablo algo así como lo que sucede con los hijos de los inmigrantes en los Estados Unidos. Por un lado, conocen por sus padres las costumbres e idioma de su país de origen, pero como están inmersos en la cultura estadounidense, aún más que sus padres, pueden navegar por ella con toda facilidad y propiedad.

Esto permitía a Pablo cierta versatilidad y flexibilidad. Cuando estaba con los judíos podía entender lo que hacían y cómo pensaban y usaba este conocimiento para influir en pro del Reino de Dios. Cuando estaba con los gentiles, podía entender lo que hablaban, porqué lo decían y cómo pensaban, de esta manera podía ser más efectivo en compartir las buenas noticias con aquellos que no tenían ningún tipo de trasfondo bíblico.

Dios lo había colocado estratégicamente en medio de esto mundos y el aprendió a ser flexible para adaptarse dependiendo con quien estuviera hablando. Esto no quiere decir que el apóstol transigía en sus convicciones bíblicas. ¡De ninguna manera! El dice claramente, cuando yo estoy con los judíos que creen que por medio de la ley serán salvos, llego hasta donde puedo llegar con ellos, pero nunca olvidando que yo soy libre de la condenación de la ley sólo por medio de Jesús. Por otro lado, cuando estoy con los que viven sin conocimiento de lo que agrada a Dios como nos indica la ley, llego hasta donde puedo llegar con ellos, pero nunca me olvido, que yo sí estoy sujeto a una ley, esto es, la ley de Cristo.

Por supuesto, el apóstol siempre tuvo muy claro donde poner el límite a esta adaptabilidad o flexibilidad. El trazaba la línea en el pecado. No iba a hacer algo que ofendiera a Dios por un lado ni por el otro. Pero mientras se tratara de preferencias, de su comodidad, de tradiciones y reglas humanas, de costumbres y prácticas que no contravenían los mandamientos de Dios, estaba dispuesto a tener una sabia flexibilidad con tal de comunicar las buenas noticias de Jesucristo.

Pablo aprendió a ser flexible como una palmera en medio de un huracán. Estando bien enraízado en Cristo, sin transigir en su convicción firme en el fundamento del evangelio, podía inclinarse por un lado o por el otro según por donde viniera el viento. Según con quien estuviera hablando podía adaptarse sabiamente a la persona con tal de que conociera las buenas noticias.

Influir en pro del reino implicara para nosotros seamos sabiamente flexibles. Según con la persona con quien hablemos debemos estar dispuestos a adaptarnos a ellos con tal de comunicar el mensaje de Cristo. Por supuesto, como pablo, debemos establecer muy claramente el límite: el pecado. No vamos a hacer algo que ofenda a Dios, es decir que contravenga alguna instrucción de la Palabra santa. Pero fuera de eso, usando la sabiduría que Dios nos ha dado, podemos ajustar nuestro lenguaje, nuestras prácticas, la manera en que nos sentimos más cómodos haciendo las cosas, con tal de comunicar las buenas noticias.

Así como Dios en su providencia hizo que Pablo pudiera comprender más de una cultura por simplemente haber nacido y crecido en ambas, así también a lo largo de tu vida te ha preparado para que entiendas varios mundos. Estratégicamente te ha permitido quizá conocer el mundo empresarial, el mundo de la escuela pública o privada, el mundo del medio deportivo o artístico, el mundo de las colonias del norte o del sur, el mundo de la política, el mundo de la vida eclesiástica, (quizá en tu pasado) el mundo de las adicciones, el mundo del abuso y el maltrato…en fin, todo lo que has vivido, de alguna manera u otra, te equipa aun más para ser más efectivo a la hora de influir en pro del Reino.

Dios te ha colocado estratégicamente para influir en pro del reino. ¿Quién mejor que tu empresario para influir para el reino en ese mundo? ¿Quién mejor que tú profesionista para influir en el mundo de tu área de especialidad? ¿Quién mejor que tú que Dios te rescató de alguna adicción para influir en pro del reino en el mundo de los que aun están esclavizados? ¿Quién mejor que tú que sufriste maltrato y abuso para influir en aquellos que pasan ahora por situaciones similares a las que pasaste? ¡Dios te ha colocado estratégicamente! Puesto que entiendes como piensan, creen y actúan las personas en tu círculo de influencia, puedes adaptarte o ser flexible con tal de comunicar con mayor efectividad las buenas noticias.

Aún así, quizá todavía no te sientas muy animado a influir en pro del Reino. Al final de cuentas, esto se debe a que la visión que tienes para tu vida es muy pequeña. Quizá sólo quieres tener una vida tranquila de comodidad, trabajar, acumular, asegurar una buena pensión y luego morir. Pero apóstol Pablo tenía una visión para su vida mucho más grande que esto. El repite en varios versículos de este pasaje en qué quería invertir cada instante y cada respiro de su vida:

v.19 “…para ganar a tantos como sea posible”

v. 20 “…a fin de ganarlos a ellos” (judíos)

v. 21 “…a fin de ganar a los que están sin ley” (gentiles)

v. 22 “…a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles”

No veía una manera más provechosa e inteligente que invertir su vida en influir en pro de Reino de Dios. Lo más importante, más allá de su comodidad y preferencias era que las personas iniciaran una relación con Cristo.

Comencemos a ver nuestras vidas con esta misma visión. Recuerdo que cuando estábamos en la preparatoria participábamos en un ministerio estudiantil en la prepa. Recuerdo que nuestros líderes nos decían: “Ustedes vienen a la escuela a hablar de Cristo y de paso a estudiar”. Algunos tomaron muy literalmente estas palabras y no estudiaron y tampoco acabaron la preparatoria. Pero lo que estas palabras significaban era que viéramos nuestras vidas y circunstancias como oportunidades dadas por Dios para extender su reino.

Por supuesto, debíamos ser muy buenos estudiantes, pero como parte de estar convencidos de que “Dios te ha colocado estratégicamente para influir en pro de Su reino”.

¿Dónde te ha puesto Dios? ¿En qué red de relaciones estás incluido? ¿Qué recursos están a tu disposición? ¿Qué privilegios gozas y puedes ejercer? ¿Qué habilidades y fortalezas tienes? Todo esto no es por casualidad ni sólo para tu goce personal. Dios te ha colocado estratégicamente allá en donde estás y con quien estás para que influyas en pro del Reino.

Por eso ¡Actívate! ¡Influye! Comunica con tu vida, ejemplo y palabras las buenas noticias del evangelio de Jesucristo. Pues las buenas noticias deben llegar más allá de nosotros.