Summary: Seguimos con la camisa verde hoy. En la charla anterior nos enfocamos en la vida que se representa. Hoy nos enfocaremos en el crecimiento.

Tengo La Camisa Verde: Parte 2

Introducción

La semana pasada introducimos la cuarta camisa: la verde. La camisa verde representa la vida que Cristo quiere conceder. La vida que Jesús te ofrece es respaldada con su poder sobre la muerte. El venció la muerte. Murió y como lo predijo varias veces, resucitó al tercer día. Nos puede ofrecer y conceder la vida eterna porque vive. Inclusive, él proclamó, “Yo soy el camino, la verdad y la vida…Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Jesucristo abrió ese camino, ofreció la vida a través de su muerte y su resurrección. Además, por su resurrección nos puede garantizar la vida eterna. Cuando Dios nos perdona, cuando nos compra, él mismo garantiza su compra. No hay nadie que pueda anular esa garantía. Si conoces a Jesús com tu Salvador personal, puedes vivir seguro de lo que va a pasar en la eternidad.

Con ese concepto llegamos al tema de hoy. Seguimos con la camisa verde hoy. En la charla anterior nos enfocamos en la vida que se representa. Hoy nos enfocaremos en el crecimiento.

Repasar las camisas. Negra — pecado. Roja — sangre. Blanca — perdón. Verde — Vida y crecimiento.

El lunes cuando comencé a escribir la charla, Dios me recordó cómo he luchado con el pecado aún después de haber confiado en Jesús. Tenía 16 años cuando tomé la decisión. Y en ese momento Dios me perdonó. Me entregó la camisa blanca (la camisa blanca está puesta). No obstante seguía luchando con el pecado. Me declaró perfecto, bueno, santo, puro, sin mancha. Pero, seguía pecando. Hoy en día sigo luchando. La gran pregunta es ¿POR QUÉ? Este es el primer concepto que quiero enseñar esta mañana.

La Salvación es Progresiva

Hoy vamos a darnos cuenta que la salvación es progresiva. Hay tres fases y todas tienen que ver con el pecado. Tenemos la necesidad de ser salvados / rescatados por el pecado. Somos pecadores. no tenemos acceso al Padre. Cuando Jesús murió por nosotros y luego resucitó el abrió el camino al Padre. Por su obra, Dios nos perdona si confiamos en él. Esta es la primera fase de la salvación.

1. Dios nos salva de la pena del pecado — La Camisa Roja y La Camisa Blanca

Ya no vivimos bajo la pena del pecado. ¿Cuál es la pena del pecado? La muerte. Nos ha entregado vida. No vamos a sufrir el castigo de le muerte eterna. Sin embargo, esto no nos remueve de la presencia del pecado y tampoco de las consecuencias de esta vida. Seguimos viviendo en este mundo pecaminoso. Siendo pecadores perdonados, seguimos viviendo rodeados de otros pecadores. Satanás sigue ahí también, tratando de robar, matar y destruir. Sufrimos las consecuencias naturales del pecado también. Si yo decidiera robar un banco, me arrastrarían a la cárcel. Si yo entrara en una relación adúltera, destruiría a mi familia. Si usara una aguja compartida para consumir alguna clase de droga, posiblemente me contraería una enfermedad como el sida.

Sin embargo, ahora por la obra de Jesús en nuestras vidas, ya no somos esclavos del pecado. Lo cual significa que podemos vivir para él. Somos libres para servir a Dios y aún agradarlo. Pero tenemos que ser honestos. Aún siendo libres para agradar a Dios, luchamos con la rebelión. Queremos hacer ciertas cosas que hicimos cuando estábamos esclavos del pecado, pero a la vez tenemos el deseo de agradar a Dios. La segunda fase nos ayuda a entender este conflicto.

2. Dios nos salva del poder del pecado — La Camisa Verde

Esto significa que Dios no ha terminado su obra en nosotros. Nos tiene en un proceso de crecimiento. Nos está transformando, moldeando, forjando “…según la imagen de su Hijo…” (Romanos 8:29). Si has puesto tu fe en Jesús para tu salvación, te encuentras en ese proceso ahora. La camisa verde representa ese proceso de crecimiento.

Ahora sólo quiero mencionar la siguiente fase porque nos da mucha esperanza.

3. Dios nos salva de la presencia del pecado — La Camisa Amarilla

Algún día no vamos a luchar con el pecado. Algún día el pecado no va a ser un problema. ¿Se pueden imaginar eso? Es difícil imaginar porque nunca hemos experimentado la vida sin el pecado. ¡Que esperanza tenemos! Y todo porque Dios nos amó tanto y tomó la iniciativa. No voy a delinear este tema mucho hoy porque tiene que ver con la camisa Amarilla. Brevemente, Dios nos salva de la presencia del pecado porque nos colocará en su presencia. Si has puesto tu fe en Cristo, vas a vivir por la eternidad en su reino. Inclusive, la Biblia dice que Dios va a crear una nueva tierra y el pecado no va a permanecer en ella. Ese día será un día de mucha felicidad.

En la introducción describí el conflicto que experimentamos después de confiar en Jesús. Si he sido perdonado y ahora soy una nueva creación, ¿por qué sigo luchando con el pecado? La respuesta corta es que no hemos sido salvados de la presencia del pecado, sólo del poder del pecado. La camisa negra todavía existe en mi vida.

Diapositiva NEGRA, BLANCA, VERDE Hoy, como se han dado cuenta, tengo la camisa blanca puesta. La camisa negra está por el lado izquierdo y la camisa verde está por el lado derecho. Tengo el ropaje de mi naturaleza pecaminosa y tengo el ropaje de mi nueva vida en Cristo. Yo lucho en esta guerra espiritual con la decisión de cuál ropaje me voy a poner.

Yo quiero ponerme la verde, pero muchas veces la negra me jala y me la pongo. A veces puedo decir “no” a la negra y ponerme la verde. Aún Pablo, quién comenzó el movimiento cristiano trans-cultural, expresó frustración en esta área de su vida. Dijo, “…soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado. 15 No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 16 Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; 17 pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. 21 Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo.” (Romanos 7:14b-23).

Esa es la guerra espiritual dentro de mi, dentro de los seguidores de Jesús. Cada vez que enfrento a alguien o alguna circunstancia, tomo una decisión. ¿Cómo voy a responder a tal persona a tal circunstancia? ¿Voy a reaccionar con la camisa negra puesta o con la verde puesta? Pablo dijo, “…hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal…” (Colosenses 3:5a). Destruyan el ropaje viejo. Rompan la camisa negra. “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; 23 ser renovados en la actitud de su mente; 24 y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.…” (Efesios 4:22-24).

¿Creen ustedes que este conflicto cae totalmente encima de nuestros hombros? Muchas veces vivimos si Dios nos ha dejado completamente solos. Si esto fuera la verdad, Dios sería cascarero. Pero Dios no actúa de esa forma; es totalmente confiable. Por lo tanto, nos prometió que iba a ayudarnos en la guerra contra el pecado. Inclusive, prometió que nos iba a acompañar.

El Espíritu Santo nos acompaña en la guerra contra el pecado

Si intentamos destruir el ropaje viejo solos, nos vamos a caer en cuenta que no podemos. No podemos lograrlo en nuestras propias fuerzas. “Por eso les doy este consejo: dejen que el Espíritu guíe su vida y no complazcan los deseos perversos de su naturaleza carnal. 17 Nuestra naturaleza carnal desea lo que está en contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza carnal. Los dos se oponen. Por eso resulta que ustedes no están haciendo lo que realmente quieren, 18 pero si se dejan guiar por el Espíritu, quedan libres de la ley” (Gálatas 5:16-18 PDT).

¿Cuál ley? La ley del pecado. La ley a la que Pablo se refería cuando expresó su conflicto entre la naturaleza pecaminosa y la nueva naturaleza. El Espíritu Santo fue enviado para guiarnos. Siempre está a lado nuestro.

Jesús dijo, “Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. 8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio…cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad” (Juan 16:7-8, 13a). Jesús si se fue, volvió al cielo y ahora está sentado a la derecha del Padre. Envió al Espíritu Santo como prometió. El Espíritu Santo te acompaña, te muestra el camino correcto, te muestra la verdad. Te fortalece. Y nunca te deja sólo, aún cuando decides ponerte la camisa negra. Sigue ahí.

El Espíritu Santo es como el cincel y el martillo en las manos de Dios, como lo vimos en el sketch. Dios nos ama tanto que nos está formando. A través de su Espíritu Santo, Dios nos muestra nuestro pecado con mucho amor. Sí, es un proceso doloroso. Pero vale la pena porque está haciendo una hechura, una obra maestra. Nos está transformando “…según la imagen de su Hijo…” (Romanos 8.29b).

Ponte la camisa verde

El Espíritu Santo mora en los perdonados. Por lo tanto, podemos decidir ponernos la camisa verde. Nos fortalece para que podamos obedecer las palabras que Dios dio a Pablo. “Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. 6 Por estas cosas viene el castigo de Dios. 7 Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. 8 Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. 9 Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, 10 y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador… Por lo tanto, como escogidos de Dios, *santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, 13 de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. 14 Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. 15 Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. 16 Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. 17 Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.” (Colosenses 3:5-10, 12-17).

Conclusión e Invitación

¿Con cuáles costumbres del ropaje viejo luchas? ¿Reconoces que esas costumbres no te lucen? Cuando te pones la camisa negra, el ropaje de tu naturaleza anterior, no reflejas la vida que Jesús te ha concedido. Me imagino que sabes eso. Por lo tanto, has intentado dejar de practicar algunas, pero nos has sido victoriosa. Quizá estás dependiendo de ti mismo, de tus propias fuerzas. Quieres agradar a tu Salvador y por eso te esfuerzas tanto. ¿Te puedo decir algo? No puedes. ¿Por qué no dejas esto en las manos de Dios? Sabe muy bien como usar el cincel y el martillo. ¿Por qué no hablas con el en este momento? Pídele perdón.

Tal vez has podido vencer algunos vicios de la camisa negra. ¡No creas que lo hiciste sólo! El Espíritu Santo lo hizo. Te mostró el camino. Te mostró tu pecado. Te está transformando. ¡Dile gracias! Pero también por favor entiende que no ha terminado contigo. Todavía tiene mucho trabajo por hacer.

Quizá me digas está mañana que “no has visto la obra del Espíritu Santo en tu vida.” Puede ser porque todavía no has puesto tu fe en Jesús. La Biblia dice que el hombre natural, o sea la persona que sólo se ha puesto la camisa negra no puede entender lo que hace el Espíritu. “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente” (1 Corintios 2:14). Si todo eso no tiene sentido, tal vez es porque no tienes el Espíritu Santo morando en ti. El momento que confías en Cristo como tu Salvador personal, te envía el Espíritu Santo. Desde entonces, te guiará. Te invito hoy a que conozcas a Jesús, que confíes en él y en lo que hizo por ti.