Summary: Estamos preparados para la venida de Cristo al creer en él, por lo tanto que sigamos fielmente en la Palabra de Dios para mantener esa fe.

El Pastor Ezequiel Sanchez quien actualmente sirve a la iglesia luterana El Redentor en Torreón, Coahuila, México, es de un pueblo pequeño en el norte del país que se llama Nueva Rosita. Y bueno, hace unos años, el Pastor Sanchez me contó de algo que pasó en su pueblo natal hace muchos años. Parece ser que una vez el presidente de México decidió pasar por el norte del país, visitando a varios pueblos y ciudades. Total que iba a visitar al pueblo de Pastor Sánchez, la Nueva Rosita. Entonces, los asistentes del presidente mandaron un telegrama al pueblo informándoles de los preparativos que tenían que hacer para la visita del presidente. La última linea del telegrama leía así: Y que preparen banquetes. Pero la letra del telegrama no salió bien por falta de tinta y se veía como que dijo: Y que preparen banquetas. Y visto que la Nueva Rosita no tenía ni una banqueta en todo el pueblo, se pusieron a construir banquetas por todos lados para estar preparados para la visita del presidente. Pero cuando llegó el presidente, ¿estaban preparados? Pues no, ¿verdad? Y, ¿por qué? Porque habían construido banquetas en vez de preparar banquetes...Porque no entendieron el mensaje que precedió su visita.

Mis hermanos, estamos en la estación del año eclesiástico que se llama “adviento.” Y la palabra “adviento” literalmente significa “la venida.” En el adviento nos preparamos para celebrar la primera venida de nuestro Rey Jesucristo, en la navidad, recordando como nació en Belén hace dos mil años. Pero el adviento también sirve para prepararnos para la segunda venida de nuestro Rey Jesucristo en el fin del mundo. Entonces, esta mañana vamos a ver como Dios quiere que nos preparemos para su venida: Nos preparamos 1) al entender el mensaje que precede su visita y 2) al hacer que vean todos la salvación de Dios.

I. Al entender el mensaje que precede su visita

Los residentes de Nueva Rosita no estaban preparados para la visita del presidente porque no entendieron el mensaje que le precedió. Pues, como hemos visto, el Rey de los Reyes, el Señor del universo va a volver al mundo, y entonces, es de suma importancia que entendamos el mensaje que precede su visita. Y fíjense que el mensaje que preparó al mundo para la primera venida de Cristo, nos ayuda a nosotros prepararnos para su segunda venida.

Vemos aquí en el texto para esta mañana que Dios envió un mensajero especial cuyo trabajo fue preparar a la gente para la primera venida de Cristo. Su nombre era Juan, el hijo del sacerdote anciano Zacarías. Juan bautizó a la gente en el desierto: era un hombre salvaje con un mensaje poderoso. Cumplió con las profecías del Antiguo Testamento, siendo el “mensajero” que mencionó el profeta Malaquías en la primera lectura para esta mañana. Fue “la voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.” En otras palabras, Juan era un “heraldo.” ¿Saben que es un heraldo? Pues, en los días antiguos antes del correo electrónico y el fax, antes del teléfono y aun del telegrama, cuando un Rey iba a visitar a un pueblo, mandó a unos heraldos, unos mensajeros, para hacer los preparativos. El heraldo tenía la responsabilidad de preparar a la gente y de enderezar y limpiar los caminos chuecos y peligrosos del desierto para que llegara el rey al pueblo sin problema. Y Juan el Bautista era un heraldo. Su trabajo consistía en preparar los corazones del pueblo para la venida del Rey. Juan preparó el camino para Jesucristo, pero no fue un camino físico en el desierto, sino el camino al corazón.

Y lo hizo al predicar, como dice el texto, “el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados.” Juan animó a la gente a bautizarse, a ser lavados de sus pecados por el agua y la Palabra, y nos dice Lucas que fue un bautismo del arrepentimiento. Fíjense que la Biblia usa la palabra “arrepentimiento” en dos formas: generalmente tiene el significado limitado de “sentirse mal por un pecado y confesar dicho pecado.” Pero a veces, como vemos aquí, también tiene el significado más amplio de “sentirse mal, confesar, y creer, o sea, confiar que Dios perdona nuestros pecados en su amor.” La palabra “arrepentirse” tiene la idea de “darse vuelta.” Por medio del mensaje de Juan, el Espíritu Santo dio vuelta a muchos. Andaban por el camino equivocado y Dios les dio vuelta y se arrepintieron ellos.

Y en esta manera, Dios, por medio de Juan el Bautista, preparó a la gente para la primera venida de Cristo. Y con este mismo mensaje nos prepara a nosotros para su segunda venida. El mensaje que Dios nos declara en su Palabra es “el bautismo del arrepentimiento para el perdón de los pecados.” En nuestro bautismo, Dios nos dio vuelta a nosotros poniéndonos en el camino correcto, dándonos la fe. Y por medio de la predicación de su Palabra nos mantiene en el camino correcto. Por medio de su Ley, nos enseña lo que muchas veces no nos gusta escuchar: que por naturaleza somos completamente malos. Nuestro orgullo pecaminoso quiere hacer excusas; quiere negar que somos tan malos. Bueno, yo puedo pensar que me veo como Ricky Martin o Enrique Iglesias, pero cuando me veo en el espejo, sé la verdad. Y así es con la ley de Dios...cuando nos vemos en el espejo de la ley vemos lo que realmente somos: asesinos. Cristo nos dice que si nos enojamos con alguien somos asesinos ante los ojos de Dios. Si tenemos pensamientos lujuriosos, somos adulteros. En el espejo de la ley vemos los pecados destructivos que cometemos como el chismear y el mentir. Cuando nos vemos en el espejo de la ley de Dios, vemos que somos pecadores quienes merecemos la muerte eterna en el infierno. PUNTO.

Pero Juan también predicó un bautismo del perdón. Nosotros tenemos las buenas nuevas del evangelio. Tenemos el testimonio del mismo Juan el Bautista cuando dijo que Jesús es “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Todos los pecados que acabo de mencionar han sido lavados en la sangre de Jesús.

Por lo tanto, estamos preparados para la segunda venida de Cristo, porque Dios mismo nos ha preparado. ¿Saben que mucha gente piensan que tienen que estar en una iglesia o haciendo alguna buena obra en el momento en que llegue Cristo para poder estar preparados? Pero Dios nos dice que ya estamos preparados nada más al creer en Jesucristo como nuestro Salvador. Estamos preparados. Entonces, cuando Cristo nos advierte que viene como un ladrón en la noche, es decir, que nadie sabe el día ni la hora de su venida, no se preocupen porque estamos preparados. Ya hemos recibido el telegrama, y lo entendemos. Y entonces, podemos decir como dijo el Apóstol Juan al fin de libro de Apocalipsis, “Amén (así sea). Ven Señor Jesús.” Estoy listo.

Bueno, por el bautismo y su Palabra, Dios nos ha preparado para la segunda venida de Cristo, pero también quiere que preparemos a los demás. El texto nos dice que “toda carne (o sea, todos seres humanos) verán la salvación de Dios.” Y ¿cómo Dios hace que todo ser humano vea su salvación? Pues, por medio de sus heraldos, sus mensajeros...nosotros.

II. Al hacer que vea toda carne la salvación de Dios

¿Qué tal si el presidente de los Estados Unidos decide venir a Anchorage, pero tú eres la única persona que sabe que viene? Tú vas a estar listo, pero ¿qué tal el resto de la ciudad? Y cuando llegue el presidente y no hay nadie para recibirlo, ¿cómo se va a sentir?

Pues, así es con Dios. El quiere que haya muchos que están preparados cuando venga, de hecho, nos dice en su Palabra que quiere que “todos sean salvos y que vengan al conocimiento de la verdad.” Entonces, lo que necesitamos es más pastores, ¿verdad? como Juan el Bautista para ir y predicar a la gente. Bueno, yo les digo si, pero no. Siempre necesitamos más pastores, pero a muchos se les olvida que el ser heraldo del rey no solamente es el trabajo del pastor. Jesús nos manda a cada uno de nosotros: Id y haced discípulos de todas las naciones. Y, ¡qué privilegio! Cuando vemos el regalo navideño que Dios nos ha dado, que envió a su único Hijo para morir por nosotros; cuando vemos la salvación que tenemos en él, pues naturalmente vamos querer compartir ese amor con otros. Pues, si te enteras de que un banco aquí en Anchorage dará un millón de dolares a cualquier persona que se presente en una de sus sucursales. Bueno, primero vas a ir por tu millón de dolares, pero luego ¿qué haces? Llamarás a tus familiares, a tus amigos, a tus vecinos, “Oigan, ¿saben que están dando un millón de dolares en el banco?” Mis hermanos, Dios está dispuesto a dar un regalo que vale mucho más que un millón de dolares, entonces, que les digamos a los demás.

Y hay muchas oportunidades para servir como mensajero del Rey. Cada uno de nosotros tiene familiares, amigos, vecinos que no creen que Jesucristo es su Salvador, y por lo tanto están destinados al infierno. Pues, ¿cuántos de tus compañeros de trabajo aún ni saben que eres un cristiano? Y bueno, yo sé que no es fácil; que es difícil saber que decir. No quieres que nadie piense que eres raro, tonto o uno de esos cristianos fanáticos. Pero, nuestro Señor nos ha llamado a ser sus heraldos, y fíjense que aun promete hacer la parte difícil. Dios quiere que compartamos el mensaje de salvación con los demás y él va a hacer el resto. No tenemos que convencer a nadie de nada, porque los resultados están en las manos de él. Y aun nos promete que estará con nosotros y nos ayudará por medio de su Palabra.

Entonces, hermanos, que entendamos bien el mensaje que Dios nos ha dado aquí en su Palabra, para que estemos preparados para la segunda venida de Cristo. Pues, no queremos ser como el pueblo de Pastor Sánchez, ¿verdad? Que no entendió el mensaje. Y también que sigamos preparándonos para su venida al estudiar la Palabra aquí en la iglesia y en el hogar. Y también que compartamos este mensaje con los demás. Que sean heraldos del Señor: que sean Ustedes la voz que clama en Alaska: preparad el camino del Señor. Amén.