Summary: Usando el ejemplo del profeta Jeremías, Dios nos anima a ser sus testigos sin temor, porque el es quien nos da la fuerza y las palabras que decir.

Creo que la mayoría de Ustedes han oído de Martin Lutero ¿verdad? Pues, es el fundador de la iglesia Luterana. Bueno, entonces tengo una pregunta: ¿podrías hacer lo que hizo Martín Lutero? Si recuerdan, Lutero habló contra las tradiciones malas de la iglesia y contra el papa en una época en que mataron a los que hicieron esto. ¿Podrías tú hacer esto? Imaginate: tu, en vez de Lutero, ante el juicio de unos de los mas poderosos lideres de tu tiempo, todos los libros que has escrito en cuanto a la palabra de Dios están en una mesa delante de ti. Y ellos te preguntan si son tuyos, y tú respondes que sí. Ellos te avisan que si no te retractas lo que has escrito, te van a condenar a la muerte. ¿Cómo responderías? Tanta presión ¿verdad? Podrías hacer lo que hizo Lutero quien dijo, "Lo que he escrito, he escrito. Si no me pueden probar de la Biblia que estoy equivocado, no puedo ni voy a retractarme. Así me mantengo. Dios me ayuda Amen." Y ya con estas palabras estás condenado, todo el mundo va a buscarte para matarte. ¿Podrías hacer esto? "No, sólo personas especiales pueden hacer esto. Yo no." Pero Dios nos dice, como aquí le dice a Jeremías, "no digas: no puedo; porque a todo lo que envíe irás tu, y dirás todo lo que mande." Sí, Dios quiere que hablemos, Dios quiere que no temamos de hablar de él, porque tenemos sus promesas aquí en el texto para esta mañana: estoy contigo y te doy las palabras que decir.

I. Porque estoy contigo

En el texto para esta mañana vemos que la palabra de Jehovah, de Dios, vino a Jeremías. Y mis hermanos, Jeremías vivió en un tiempo muy difícil y muy peligroso para un profeta. La gente eran corruptos, adorando a ídolos y viviendo en inmoralidad y pecado. El reino del norte ya no existía porque los Asirios llevaron a todos en exilio y nunca iban a regresar. Y además, los Babilonios estaban amenazando con hacer lo mismo a Judah. Los reyes eran más corruptos que la gente, o sea que los guiaron en su idolatría y mataron a los profetas que proclamaban la palabra de Dios. Y en ese entonces vino la palabra de Dios al joven Jeremías, que él fuera para proclamar a la gente que Dios iba a enviarlos a Babilonia en cautividad por causa de sus pecados. Y bueno, en una época en que los reyes mataron a los profetas, esto fue una misión bien peligrosa.

Sin embargo, la palabra de Dios vino a Jeremías diciendo, "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones." Todo lo que pasó pasó según el plan de Dios. Dios conoció a Jeremías, o sea que lo separó para su propósito antes de que naciera para ser el profeta a las naciones. Y pobre joven Jeremías, él no sabía como responder porque tenía dudas y tenía miedo. Entonces le dijo a Dios, "Ah, Señor Jehovah, he aquí no sé hablar, porque soy niño." Pero Dios le dijo, "No es una buena excusa." Dios no acepta excusas ¿verdad? Tampoco aceptó la excusa de Moisés cuando le dijo, "No sé hablar"; no le permitió al profeta Jonás evitar su deber de predicar a Nineveh; y aquí no acepta esta excusa de Jeremías. Le dijo, "No digas, soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que mande." No fue una buena excusa; Dios sabía exactamente que iba a hacer Jeremías, fue una parte de su plan, pero también, en su amor, le prometió su ayuda.

Le dijo, " No temas delante de ellos porque contigo estoy para librarte." No tenía que temer porque Dios estaba con él. ¿Qué podía hacer los reyes malos de Judah a él? Dios lo protegía, y estaba con él para librarle de su temor y de su angustia. Pues es como que Dios agarró su mano y le dijo “estoy aquí para ser tu confianza, puedes hacer esto.”

Mis hermanos, la palabra de Dios ha venido a nosotros también. Sí, y ha venido a nosotros en una época muy difícil. La gente de nuestro tiempo, de nuestra sociedad es corrupta. Los gobiernos son corruptos, los políticos mienten.. Vive la mayoría del mundo en inmoralidad y en idolatría. Bueno, gracias a Dios, hoy en día no matan a los que predican la palabra de Dios. Sin embargo, es muy difícil predicar a este mundo pecaminoso cuyo corazón está duro. Pero en esta época tan difícil, la palabra de Dios ha venido a nosotros. Nuestro mensaje es el mismo mensaje que anunció Jeremías, y entonces así como el mensaje de Jeremías, primordialmente es un mensaje de ley ¿verdad? Dios quiere que prediquemos a este mundo pecaminoso que cada persona por sus pecados merece ir al infierno, que es un mensaje el cual el mundo no quiere oír.

Sin embargo la palabra de Dios ha venido a nosotros. Dios nos dice en la primera epístola de Pedro que nosotros somos elegidos, o sea apartados desde la formación del mundo para ser sus hijos y para servirle a él. Y entonces, él no quiere oír nuestras excusas tampoco. "No digas: yo no hablo bien." "No digas: es el trabajo de los pastores." "No digas: tengo que trabajar o tengo problemas." Dios no quiere oír excusas, porque él nos está enviando. Nos dice en Mateo 28:19 "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizandoles en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo; enseñandoles que guarden todas las cosas que he mandado." La voluntad de Dios es que prediquemos su Palabra a este mundo pecaminoso.

Y fíjanse que nosotros también tenemos su promesa, Mateo 28 nos dice, "y he aquí estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." Dios está con nosotros y nos libró de temor y de angustia, aún del temor de la muerte, al morir en la cruz por nuestros pecados. Y entonces somos libres, hijos de Dios, para vivir en los cielos y para servirle en este mundo. Dios agarra nuestra mano y nos dice, "estoy aquí para ser tu confianza, tú puedes hacer esto." Y no sólo está con nosotros, vemos aquí en el texto que también nos da las palabras que decir...

II. Porque nos da las palabras que decir

Vemos aquí que Dios hizo algo extraordinario por Jeremías. Dice que extendió Jehovah su mano y tocó la boca de Jeremías y le dijo, "He aquí he puesto mis palabras en tu boca." Ya no existía excusa, Dios le iba a dar las palabras que decir y vemos estas palabras aquí en el libro de Jeremías. Y pues, Dios habló con Jeremías por visiones en cuanto a la cautividad en Babilonia, en cuanto al regreso de los Israelitas después de setenta años, y aún en cuanto al Salvador que iba a venir para morir por los pecados de esta nación pecaminosa.

Y Dios le dio poder, o sea autoridad, sobre todas las naciones para predicar este mensaje, que es un mensaje para todas las naciones: un mensaje de la ley (de sus pecados), y un mensaje del evangelio (del Salvador que iba a venir). Y vemos aquí el propósito de este mensaje, "para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar." La palabra de Dios siempre, siempre produce una respuesta en los oidores. Unos al oír rechazan este mensaje porque no quieren admitir que son pecadores y que necesitan un salvador o porque piensan que pueden ganar la salvación por si mismo. Y entonces unos iban a rechazar este mensaje para su destrucción, o sea que por cuasa del mensaje de Jeremías, sus corazones iban a endurecer y no iban a escuchar más. Oyeron este mensaje para su destrucción. Pero por la gracia de Dios unos no rechazaron. Por lo que predicó Jeremías, unos reconocieron sus pecados y confiaron en esta promesa de un Salvador, para su edificación …para su salvación.

Saben Ustedes que Dios hizo algo extraordinario con cada uno de nosotros también. En nuestro bautismo y cada vez que escuchamos su palabra Dios nos toca en la boca y nos dice, "He aquí he puesto mis palabras en tu boca." Por el poder del Espíritu Santo tenemos la habilidad de proclamar la palabra de Dios. Ya no nos queda excusa. San Pablo nos dice, "todo lo puedo en Cristo que me fortalece," y es la verdad. Pues, Dios no nos da sus palabras por visiones como le habló a Jeremías, pero Dios sí, nos habla por la Biblia, que es la palabra de Dios. Tenemos la ayuda de Dios y también tenemos sus propias palabras.

Y también tenemos la misma autoridad la que tenía Jeremías, sobre todas las naciones, porque somos los hijos de Dios por lo que hizo Jesús en la cruz. Pues, San Pedro nos dice que somos sacerdotes. Cada uno de nosotros es un sacerdote, escogido por Dios para proclamar su palabra. Los pastores no solamente tienen la responsabilidad de hablar de Dios y sus promesas sino todos los cristianos. Y este mensaje va a producir los mismos resultados como en la época de Jeremías. Unos van a rechazar este mensaje para su destrucción. Es la verdad, no todos van a creer. Pero unos sí, creerán en Cristo para su salvación. Vamos a tener hermanos en los cielos por este mensaje que proclamamos, increíble ¿verdad? Dios nos permite invitar a todos a vivir con nosotros en los cielos. Qué privilegio ¿verdad? Y tenemos el consuelo que sólo quiere que proclamemos su mensaje. O sea que no tenemos que convencer a nadie, sólo proclamamos la ley y el evangelio, y Dios va hacer el resto; los resultados están en sus manos.

Entonces, hablemos de Dios sin temor: con nuestros vecinos, con nuestros familiares, con nuestros amigos. Tenemos muchas oportunidades de hablar de Dios: Dentro de un mes vamos en esta misma comunidad para tocar puertas y invitar a todos a estudiar la Palabra de Dios. Tienes la oportunidad en el trabajo y con tus amigos y familiares…diles que por sus pecados merecen ir a los infiernos, pero que Jesucristo murió en la cruz para darles el cielo. Si te sientes incapaz tienes la oportunidad de estudiar aquí en la iglesia para capacitarte. Las oportunidades existen, los campos están blancos, y entonces hablemos de nuestro Dios sin temor, porque él está con nosotros y porque él nos da las palabras que decir. Sí, hablemos de Dios sin temor, porque salvó a cada uno de nosotros. AMEN.