Summary: Un mensaje en el que se describe a Cristo como el que perdona al pecador.

JESÚS, EL QUE PERDONA A LOS PECADORES

Juan 8

· Ilustración. Un hombre que quiso sacar provecho de su pequeña lesión en el hombre acusando a la compañía de seguros. En el juzgado, para verificar la gravedad de la lesión se le pide que levante su brazo hasta donde pueda, y lo levanta ligeramente; al pedírsele que lo levante hasta donde podía hacerlo antes del accidente, y lo levanta totalmente, quedando en evidencia de que no había tal lesión.

· Todos hemos sido descubiertos “en la movida”, como decimos. Todos hemos sido alcanzado por nuestras propias maldades y pecados. Tal vez pudimos lograr ocultarlo, y hasta pensamos que todo estaba bajo control, pero de pronto, cuando menos lo esperamos, quedamos en evidencia. Esto nos indica que nuestros actos no quedan sólo ahí: vivimos en un mundo donde una regla básica es: todo lo que siembras cosechas.

· ¿Cómo se siente? Horrible. Dios ha puesto en nosotros ese sentido de vergüenza como un medio para dos cosas: reconocer la seriedad de nuestro pecado, y para acudir a Jesús.

· En el pasaje que vamos a considerar hoy (que por cierto no se encuentra en los manuscritos más antiguos de la Biblia) tenemos la historia de un caso donde una mujer fue descubierta en el momento mismo de su pecado, sintiendo una gran vergüenza; sin embargo, este episodio nos permite conocer el carácter perdonador de Jesús. Nos muestra la alta sensibilidad de la gracia de Jesús ante la miseria del pecado del hombre.

Veamos este pasaje podemos en cuatro escenas:

I. LOS RELIGIOSOS CONTRA LA MUJER ADÚLTERA (1-4)

A. En medio de la enseñanza a la multitud de la gente, una comitiva encabezada por los maestros de la ley se acercan a Jesús y le traen a una mujer encontrada en pleno acto de adulterio. Tal vez se trataba de una mujer conocida por muchos de los que se encontraban en la multitud que escuchaba a Jesús.

B. Piensen por unos momentos en cómo se sentía esta mujer: descubierta por los que eran considerados como los más santos de la comunidad, luego el enojo al saber que iba a ser llevada forzada ante su marido, y la vergüenza ante él; y finalmente expuesta ante todo el pueblo y ante el mismo Jesús. Tal vez sus hijos se enteraron. No sé ustedes, pero se trata de una espantosa combinación de vergüenza, terror y enojo. Nada agradable. Pobre mujer.

C. Ahora traten de escuchar lo que decían los hombres que trajeron a la fuerza a esta mujer: oigan su acusación haciéndola en voz fuerte delante de todo el pueblo, que estaba escuchando a Jesús enseñar a un lado del templo. La mujer no sabía dónde ocultar su cara. No sabía dónde poner su mirada de tal manera que se sintiera segura.

D. Para cometer un adulterio se necesitan a dos personas. ¿Dónde estaba el otro culpable? Pero qué importaba en ese momento; los religiosos no estaban preocupados realmente por la vida espiritual de la mujer, ni siquiera por cumplir la ley.

E. Como sabemos que se trataba de una treta, una trampa para Jesús, es probable que el mismo adulterio haya sido tramado perversamente. Tal vez los religiosos ya sabían de esta situación y aprovecharon matar dos pájaros de un solo tiro: acusar a la mujer y a alguien más.

II. LOS RELIGIOSOS CONTRA JESÚS (5,6a)

Obviamente era una trampa para Jesús. El texto nos ofrece algunas pistas:

A. La ley efectivamente decía que el adulterio se castigaba con la muerte a pedradas. (Lev. 20:10). Sin embargo, como mencioné anteriormente, no trajeron al hombre con quien estuvo la mujer. Porque eso no era un impedimento para llevara cabo su malintencionado plan de poner a prueba a Jesús y tentarlo. No habría sido raro que este hombre también haya sido traicionado por los religiosos.

B. Leamos de nuevo el vr. 5: en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? ¿Acaso no sabían qué hacer? ¿Se trataba del primer caso de adulterio que debían resolver y no sabían cómo? Notemos que ellos mencionan la ley para apoyar su argumento. Por otro lado, la ley romana les prohibía a los judíos realizar sus ejecuciones. De modo que si por un lado perdonaba a la mujer, iba en contra de Moisés, pero si la condenaba, entonces iba en contra de César. ¡Listo! Tenían el caso perfecto para atrapar a Jesús.

C. Estos hombres le habían tendido una vil trampa. Dice el pasaje que lo hacían para tentar a Jesús. Esa era su verdadera agenda. Cero compasiones. No se trataba del deseo de agradar a Dios cumpliendo la ley; no se trataba de una duda teológica que traían a Jesús; ni tampoco se trataba de un caso difícil de consejería. Era una maniobra para acusar a Jesús y desacreditarlo ante todo el pueblo.

D. ¡Qué hipocresía: usar un adulterio quizá planeado como el perfecto disfraz para sus intentos de asesinato! De la misma forma como nosotros señalamos los pecados más feos de los demás para minimizar o disculpar los propios: “Digo malas palabras, pero no secuestro; soy de mal carácter, pero no hipócrita, ni adúltero; soy chismosa, pero no engaño a mi marido, etc.

E. Por un lado Moisés, por otro, César; en medio la vida de la mujer y la credibilidad de Jesús. Los fariseos y escribas están paladeando el sabor de su aparente victoria: ¿Cómo se saldría de ésta? Pero no vayamos tan rápido…

III. JESÚS CONTRA LOS RELIGIOSOS (7-9a)

A. El pasaje nos dice en 2X que Jesús estaba escribiendo algo en la tierra (es la única ocasión en los evangelios donde leemos que Jesús escribió algo). Los expertos han especulado al respecto:

§ los 10 mandamientos, como diciendo: “No me vengan a enseñar de ley: yo mismo escribí esos mandamientos con mi propio dedo”.

§ Quizá los pecados de los hombres, como diciendo: “Bueno, no sólo ay un caso de pecado, aquí les tengo más casos que hay que juzgar”

§ los nombres de los hombres, según Jer. 17:13: ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas

B. De repente, y de manera inesperada, Jesús levanta la mirada ante la insistencia impaciente de los acusadores y viendo fijamente a los ojos de los hombres, les revierte toda la fuerza de su acusación contra la mujer; Jesús les dice: “Bien, tienen razón; han juzgado correctamente. Sólo que antes de condenar, se nos está olvidando considerar el carácter del que aplique el castigo: debe estar sin pecado. Adelante. En otras palabras, Jesús les estaba diciendo: Ustedes no son mejor que esta mujer: sus corazones están llenos de odio y asesinato

C. El Señor no contradijo a Moisés; él no dijo: pobre mujer, no la apedreen; él dijo: es verdad: el adulterio es pecado y como tal debe morir. Jesús no pretendía rebajar las normas de santidad de Su Padre; más bien, estaba levantando esas normas. Jesús dijo: Adelante, cumplan con la ley, apedreen a esa mujer… si están sin pecado.

D. WOW!! La tortilla quedaba volteada! Los acusadores resultan acusados; los avergonzadotes quedan avergonzados; los que incomodaron a la mujer resultan incómodos por las palabras de Jesús. Ahora los religiosos quedaron descubiertos y avergonzados como la mujer o como el hombre ante el juez que les conté al inicio del sermón. Quedaron convencidos de pecado, al igual que lo estaba la mujer adúltera.

E. Uno a uno se fueron. Sólo quedaron Jesús, la mujer, la gente que escuchaba a Jesús… y las piedras.

F. Siempre es más cómodo enfocarse en los pecados de otros que en nuestros propios pecados. Al menos hay que reconocerles algo a esos hombres: al parecer admitieron su pecado, comenzando por los más ancianos, pues eran los más sabios… o según mi propia apreciación: sólo quisieron quedar bien ante la gente dando la impresión de ser humildes. No era un arrepentimiento sincero. Eso sólo habría sido peor para ellos.

IV. JESÚS Y LA MUJER ADÚLTERA

A. Qué alivio sintió esta mujer. Quizá esperaba una reprimenda de parte de Jesús. Ella sabía que lo merecía. Pero, ¿qué hace Jesús? ¿Le da un sermón acerca del adulterio, del pecado y el castigo? No. En lugar de eso, le informa que ya no había nadie acusándola. Tal vez fue cuando la mujer pudo levantar la mirada y ya no ver a sus acusadores. Ni siquiera él mismo la acusa. No había necesidad de hacerlo. Era evidente que era una pecadora. Ya lo sabía. Esta mujer no necesitaba pruebas de su pecado, sino una cosa que nadie más que Jesús le pudo haber dado: Gracia y perdón.

B. Jesús trató a esta mujer con compasión, con dignidad, con franqueza y con esperanza a diferencia de cómo la habían tratado los religiosos.

C. ¿Pero qué paso con la ley? ¿No se cumplió? Podríamos pensar que a esta mujer le salió barato –si no gratis- su pecado. Aparentemente el pecado de esta mujer quedó sin castigo, impune. Pero no es verdad. Por el final de la historia, alguien tuvo que morir por ese adulterio. La ley de Moisés- y en última instancia de Dios- no podía quedar así.

D. No. Jesús iría a morir por ese pecado y todos los demás pecados de aquella mujer. El dador de la ley es el mismo que la ha pagado con su muerte a favor de nosotros. El mismo que hoy nos otorga el perdón gratuito es el mismo que tuvo que pagarlo con su sangre en la Cruz del Calvario. La paga del pecado es muerte. Jesús lo sabía muy bien.

E. Es por eso que la vida de esa mujer no podía continuar igual. Jesús le dijo: vete y no peques más. A partir de ahora, que has sido perdonada, deberás vivir en esta nueva condición. Debes mostrar con tus actos la obra de transformación que Dios ha hecho en tu corazón.

F. Esa es la forma de entender todos los mandamientos de la palabra de Cristo. (Indicativo e imperativo).

CONCLUSIONES

A. No perdamos de vista las siguientes afirmaciones

§ El perdón de Jesús por mis pecados no está basada en mi inocencia: soy pecador.

§ El perdón de Jesús por mis pecados no está basada en la levedad de mi pecado: (adulterio en el caso de la mujer) soy un gran pecador.

§ El perdón de Jesús por mis pecados no hace a un lado la Ley de Dios: Cristo vivió y murió en mi lugar.

§ El perdón de Jesús por mis pecados prueba que su misión al mundo no fue de condenación sino de salvación.

§ El perdón de Jesús por mis pecados me llama a una vida de santidad: No peques más.

B. Los religiosos tuvieron razón en dos cosas en elación con el pecado:

§ El pago del pecado sólo viene por medio de la muerte: o los pagas tú mismo con tu propia muerte eterna en el infierno, o acudir y aceptar el perdón debido a la muerte de Cristo por los pecadores.

§ Cuando encuentres atrapado a una persona en pecado, la única cosa que puedes hacer es llevarla a Jesús.

C. ¿Y tú?

§ ¿Has sido perdonado? No=ven a Jesús. Sí= Oye de nuevo el llamado de Cristo.

§ Examina tu corazón. Eres peor de lo que crees. Pero la gracia de Dios es más grande de lo que crees.

§ Extiende el perdón a los tuyos.