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Summary: Parar tener intimidad con Dios es necesario comprometernos con Él.

La Intimidad requiere compromiso Salmo 27:4

Intro. Hace como un año vi llegar a unas personas a mi casa, abrí la puerta y con amabilidad les invité a pasar. Uno de ellos dijo: “Esta no es una visita cordial” y luego me amenazo que porque yo supuestamente estaba manejando viciosamente cierto asunto. Una acusación totalmente falsa porque yo no tenía nada que ver con eso. Lo único que le decía es que estaba equivocado y mal informado al hacer tal acusación en mi contra. No me permitió hablar lo único que hizo fue amenazarme y luego se dio la media vuelta y se marchó. Recuerdo que en ese momento experimenté muchas cosas. Desde enojo por ser falsamente acusado, frustración de no haber podido convencerlo de su error, y por qué no, también un poco de temor. . . temor que fueran hacer algo contra mi familia. Tengo que confesar que ese momento no pensé en las palabras del Salmo 27 que acabamos de leer: v.1 “Jehová es mi luz y mi salvación, ¿De quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿De quién he de atemorizarme?” o el versículo 3 “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra. Yo estaré confiado”.

Considera ese grado de confianza que David, el rey y quien escribió estas palabras, tenía en Dios. Y déjame decirte que en su caso no se trataba de una persona amenazando con palabras, sino en su caso, se trataba de ejércitos bien entrenados y dirigidos que buscaban su cabeza. Y vemos a David diciendo: “No temeré porque Jehová es mi fortaleza” ¡Qué grado tan elevado de confianza en Dios! ¿Cuál era su secreto?

Si leemos este y otros de sus salmos encontraremos una constante: David tenía una profunda intimidad con Dios. La intimidad que experimentaba cotidianamente con Dios, esa profunda relación con él, era lo que lo llevaba a confiar plenamente en el Dios que cada día conocía más.

Pero en este Salmo, vemos que la intimidad que lo llevaba a tal confianza tiene un elemento muy importante, ese elemento es el compromiso. Aprendemos que La intimidad con Dios requiere compromiso de nuestra parte. La intimidad requiere compromiso.

Piénsalo, toda relación para que se profundice, para que crezca en intimidad, para que crezca en confianza, requiere compromiso de las partes involucradas.

Los que somos casados, sabemos esto muy bien. Es tan fácil perderse en las rutinas y en las agendas apretadas que tienes que ser intencional en separar tiempo con compromiso para estar con tu cónyuge. Si no tienes tal compromiso, vas dejando que la relación se vaya deteriorando hasta grados lamentables. Toda relación requiere compromiso. Nuestra relación con Dios no es diferente en este sentido. La intimidad con Dios requiere compromiso.

Dice el versículo 4: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida. Para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo”.

La declaración del Compromiso

¿Dónde vemos el compromiso? En lo que pide al Señor

El Salmista dice: “Una cosa he pedido al Señor, ésta buscaré”. ¿Cuál sería aquella cosa que pedirías al Señor? Lo que viene primero a tu mente revela los deseos de tu corazón: Salud, estabilidad económica, un esposo amoroso, una esposa respetuosa, bienes materiales, educación, mejor empleo, un hijo, un novio, felicidad, la lista puede seguir y seguir.

Pero aquí vemos que su petición, aquello que busca, es “estar en la casa de Jehová todos los días de mi vida”.

En los tiempos de David, la presencia de Dios estaba circunscrita o focalizada en un lugar. Antes del templo, pues estaba el tabernáculo, o el lugar donde se hallaba el arca del pacto. David entonces, no estaba diciendo en realidad que quería ir a vivir allí, sino estaba diciendo que quería habitar en la presencia de Dios. “Habitar en la casa de Jehová todos los días de mi vida” es lo mismo que decir estar en la presencia de Dios o en íntima relación con Dios todos los días de mi vida”. Al decir esto, estaba expresando que lo que pedía, anhela y se comprometía era a estar en una íntima relación con Dios todos los días de su vida.

Nosotros no tenemos un lugar donde la presencia de Dios esté focalizada. El tabernáculo y posteriormente, el templo de Jerusalén, eran anticipos, fotografías, imágenes de lo que habría de venir después. Apuntaban hacia Cristo quién es Dios con nosotros, que es la presencia de Dios entre nosotros. No tenemos un templo como Jerusalén porque Jesucristo es el templo verdadero. Por eso nosotros aplicamos estas palabras expresando y deseando con compromiso una relación profunda y creciente con Dios por medio de Jesucristo.

¿Podemos decir lo mismo? ¿Una cosa he pedido al Señor con compromiso, “estar todos los días de mi vida en comunión, en relación profunda con él por medio de Jesucristo? La intimidad con Dios requiere compromiso.

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