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Summary: Mi vida cristiana se caracteriza por el servicio

El Servicio

Intro: Desde que éramos novios mi esposa compró un adorno para la pared, que por mucho tiempo formó parte de la decoración de la cocina de la casa. Era un pequeño letrero que decía: “Me gusta que me beses, me gusta que me abraces, pero más me gusta que me ayudes a lavar los trastes”. Creo que este cuadrito refleja una realidad: nos gusta que nos traten con cariño, pero cuando tienes una necesidad o hay algo que necesitas hacer, no hay como que alguien venga y supla esa necesidad o haga eso que necesitas hacer. No hay como que alguien venga y te brinde un servicio.

Hemos estado hablando de caminar la milla extra en la vida. Es decir, hacer más que el mínimo en ciertos aspectos de la vida diaria. Hoy queremos hablar de caminar esa milla extra en cuanto al servicio hacia los demás.

Cuando pienso en caminar la milla extra en el servicio viene a mi mente una historia narrada en en 2 Samuel 23. Donde se nos provee de una lista de los valientes de David. Hombres fuertes y valientes que pelearon por su pueblo, su Dios y su rey. En el relato se nos dice que Belén, la ciudad natal del rey David estaba ocupada por las tropas de los acérrimos enemigos de Israel, los filisteos. David estaba en una cueva y allí expresó un deseo de su corazón: “¡Cómo me gustaría beber agua del pozo que está a la entrada de Belén!” El lo expresó no como una orden, sino un anhelo. Tres de sus valientes escucharon a su rey. Y arriesgándolo todo, incursionaron en el campamento enemigo, llenaron un recipiente del agua del pozo de Belén y lo trajeron a David. ¿Hubieras hecho este servicio por tu rey? ¿Hubieras caminado la milla extra por prestar este servicio arriesgando la Vida?

Quizá nunca tendrás que incursionar en el campamento enemigo con tal de dar un servicio. Pero que tal lo siguiente. Imagina esto:

1. Llegas a tu casa, después de un día de trabajo, ves zapatos tirados en el camino. Piensas: “alguien debía recoger esos zapatos”. Recuerda servicio es “ver algo que necesita hacerse y hacerlo”. ¿Quién caminará la milla extra?

2. Se termina la actividad de la Iglesia y estuvo preciosa, aprendimos mucho y la pasamos muy bien, pero alguien tiene que poner las cosas a su lugar, alguien tiene que poner las sillas en su sitio, alguien tiene que limpiar, barrer y lavar platos. Ves tu reloj y es tarde. Mañana tienes que ir al trabajo temprano. ¿Quién caminará la milla extra? Quien hará lo que necesita hacerse.

3. Un matrimonio tiene necesidad de realizar cierta actividad por las noches, pero no pueden porque no tienen con quien dejar a sus hijos. Tu tienes ese día libre, es tu día libre, sí podrías hacerlo, pero . . . es tu día libre. Piensas: “alguien debería ayudar a estas personas” El servicio dice: “ves una necesidad, súplela”. ¿Quién caminará la milla extra en el servicio?

Pero ¡Qué difícil! ¿Por qué será más fácil dejar los zapatos regados, marcharnos pensando que alguien arreglará después de la reunión y disfrutar tu día libre sin pensar en los demás? Porque tenemos un problema fundamental en nuestro corazón. Tenemos un problema en nuestro corazón que se manifiesta de varias maneras pero aquí hay tres manifestaciones muy comunes:

1.El egoísmo “Yo primero”;

2.El orgullo “Yo soy mejor”

3.El rencor “No lo mereces”

Básicamente, nuestro problema es que tenemos un corazón que quiere ponernos a nosotros mismos en centro del universo. Pero Dios envió a Jesucristo para que él nos liberara de esta tendencia de nuestro corazón y nos renovara de dentro para afuera. Por eso, los que están en un relación creciente con Cristo, aquellos que están conectados con Cristo, por la gracia que experimenta en sus vidas, pueden sobrepasar estas manifestaciones y cambiarlas por el servicio. Por caminar la milla extra en el servicio.

En la Epístola a los Gálatas encontramos una perspectiva interesante en cuanto al Servicio. Gálatas 5:13-15 (NVI): “Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros”.

Los creyentes en Galacia tenían problemas entre ellos. Unos pensaban que aunque Cristo había venido y había hecho su obra de salvación, todavía necesitaban obedecer los mandamientos de la ley de Moisés para que Dios los aceptara como hijos. Pensaban: “Si no obedecemos la ley de Moisés, Dios no nos aceptará”. Por otro lado, los que decían que entendían el evangelio, (quizá una minoría) creían que Cristo los había hecho libres de la ley de Moisés, puesto que él la cumplió perfectamente, y ya no tenían que preocuparse por ella. Y en su afán de libertad, estaban yendo al extremo del libertinaje.

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