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Summary: Existen muchas expresiones maravillosas dichas acerca de algunos hombres en la Biblia. Ejemplo: Moisés, “mi siervo”, Daniel, “varón muy amado”, etc. Pero “mi amigo” es el título exclusivo de Abraham.

2 Crónicas 20:7 ¿No fuiste Tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra de la presencia de tu pueblo Israel y la diste a la descendencia de tu amigo Abraham para siempre?

Existen muchas expresiones maravillosas dichas acerca de algunos hombres en la Biblia. Ejemplo: Moisés, “mi siervo”, Daniel, “varón muy amado”, etc. Pero “mi amigo” es el título exclusivo de Abraham.

Para entender esto, hemos de examinar nuevamente el camino por el cual Abraham fue guiado y como él llegó finalmente al corazón de Dios.

Hay muchas cosas asombrosas en la Biblia. Podríamos pensar que Dios es capaz de cumplir plenamente todos sus propósitos sin necesidad de recurrir al hombre. Lo digo porque es sorprendente pensar que Dios, en toda su omnisciencia, plenitud y poder creativo, quisiera tener un amigo. Pero aquí está Dios para testificar de este hecho cuando le dice al pueblo de Israel: Ustedes, son descendientes de “Abraham mi amigo”.

Isaías 41:8 “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo”.

Amistad con Dios

¿Qué fue lo que sucedió entre Dios y Abraham que encontrándolo después, pudo decir de él, “Abraham, mi amigo”? He aquí las bases de una relación única y extraordinaria de un hombre con Dios.

Algo único en la mente de Dios

Esto, es algo único en la mente de Dios detrás de sus inescrutables caminos. Posiblemente en toda la Biblia no hubo nadie que tuviera mayor razón que Abraham para pensar que los caminos de Dios eran muy exclusivos. ¡Cuán extraños le parecían! Y muy pocas veces ellos fueron fáciles. Cada paso, lo dejaba perplejo, pero nunca desorientado porque su fe lo guiaba hacia la perfecta voluntad de Dios.

El llamado a dejarlo todo

¡Piense cuán preocupado estaba Abraham! ¿Lo llamó Dios para dejarlo todo, salir de Ur de los Caldeos, sin más que una promesa de llevarle a una tierra inexplorada? Si conociéramos todo, veríamos que no fue un paso pequeño, porque hay razones para creer que Abraham era un hombre próspero e importante en Ur de los Caldeos. Dios le guió a salir, pero… ¿Le prometió un hijo, y luego desapareció? ¿Lo abandonó sin cumplir su promesa? ¿Le ató Dios más su vida con aquella promesa y con aquel hijo?

La fe contra los sentimientos

La misma justificación de su salida de aquel antiguo país, y la decisión de abandonarlo todo, estuvo enfocada y centrada en ese hijo que Dios le había prometido. La vida entera de Abraham, la justificación total, y todo en su vida, estuvo centrado en él.

Todos los mandatos y toda la guía de Dios a Abraham se consignaban en Isaac. La promesa constituyo el vaso exclusivo de su propósito divino y la explicación y el significado de ellas. La intención era para que Abraham, no tuviese otra opción o alternativa fuera de Isaac.

Abraham intentó una alternativa por la vía más fácil y comprobó que Dios no estaba en ella. Pretendió a través de Ismael cumplir sus sueños de tener un hijo, pero comprobó que no era el camino correcto. Si Isaac no hubiera existido, su fe habría sido en vano, pues él no tenía nada más. En este caso, Dios le habría fallado, y su vida habría sido un fracaso total.

Naturalmente, si Isaac no hubiese existido, o si él hubiese muerto, habría habido enormes implicaciones. La contradicción obvia es que Abraham entonces había sido engañado, defraudado, y había seguido una línea falsa. Pensaría que Dios se había burlado de él y le había tendido una trampa. Él había seguido a Dios confiando de todo su corazón en que esa era su voluntad divina para él, y se había comprometido sin reservas con esa voluntad. Y todo ello centrado en Isaac.

La petición suprema

Dios le dio Abraham algún tiempo prudencial para que este disfrutara la compañía de Isaac, el amor de ambos se habían consolidado como el buen afecto que experimentan los hijos con sus padres que se aman.

Dentro del marco de esa relación afectiva, se escuchó de repente la voz de Dios reclamándole a su hijo para el. Entonces oyó: “Toma tu hijo, tu único, Isaac, a quien tú amas... Y ofrécelo” (Génesis 22:2).

No podemos imaginarnos lo serio de la crisis a la que se enfrentó Abraham. ¡Fue algo terrible para él! Esto podría haber suscitado la pregunta acerca de qué tipo de Dios era su Dios, o quién era este Dios a quien él había dado su vida; y muchas otras preguntas y contradicciones.

Toda su consagración, sus largos años de esperar y vagar, su obediencia fiel; y ahora, de golpe, ver como si todo se hubiera resquebrajado. Haber sobrevivido a esto, y más aún, de manera victoriosa, explica en Abraham lo que significa la amistad para Dios. ¡Sí, ese es el significado, ese es el precio!

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