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Summary: ¿Podemos perder la salvación? ¿Quién guarda nuestra salvación; Dios o yo?

LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS

"Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo." Mateo 10: 22.

Este texto originalmente fue dirigido a los apóstoles cuando fueron enviados a enseñar y a predicar en el nombre del Señor Jesús.

¡Qué privilegio yo soy uno de los apóstoles de Jesucristo… mi nombre brillará eternamente sobre los demás hijos de Adán!

Para que no iniciaran su obra sin calcular el costo, Cristo les da una muy completa descripción del tratamiento que habrían de recibir, y les recuerda que no es el comienzo de su ministerio lo que les ganaría su recompensa, sino que: “el que persevere hasta el fin, ese será salvo”

Si simplemente poner nuestra mano en el arado nos confirmara ser llamados para der pastores, ¡cuántos ministros no habría!; pero hay, muchos que miran hacia atrás y comprueban no ser aptos para el reino.

La exhortación de Cristo a la iglesia: "Sé fiel hasta la muerte" (Ap. 2:10). No se trata de ser fiel durante un tiempo, sino, “hasta la muerte"

¡Cuántos peligros rodean al ministro cristiano! El rey de Siria dijo a sus siervos: "No peleéis ni con grande ni con chico, sino sólo contra el rey de Israel". De la misma manera el archienemigo enfoca su ataque principal contra los ministros de Dios.

Los halagos públicos, el áspero croar de la maledicencia y la lengua viperina de la ingratitud, se encontrará decaído y menoscabado donde una vez fue adulado y admirado.

Hace mucho daño que un simple congregante caiga en adulterio, pero si Satanás lograra hacer caer al pastor, ¡qué daño sufriría la Iglesia, qué gritos se oirían entre los adversarios, qué danzas serían vistas entre las hijas de los filisteos! ¡Cómo sería manchado el nombre de Jesús en el lodo!

Por todos estos peligros y responsabilidades: "Hermanos, orad por nosotros".

Tengo grabado en mi mente en este momento, el retrato de alguien muy, muy querido para mí, como un digno ejemplo de lo honroso que es perseverar hasta el fin: este hombre comenzó a predicar la Palabra siendo un joven todavía. Descendiente de ancestros que habían amado al Señor y servido en Su Iglesia, sentía el ardor del santo entusiasmo.

Habiendo demostrado sus capacidades, entró al seminario, y al completar sus estudios, se estableció en un lugar en el que por más de cincuenta años continuó sus labores. En sus tempranos días, su sobria sinceridad y su sana doctrina fueron reconocidas por Dios en muchas conversiones, tanto en el lugar donde trabajaba como en otros lugares.

Asediado por la calumnia y los ultrajes, fue su privilegio sobrellevarlos. Visitaba su rebaño, predicaba en su propio púlpito, y hacía muchísimos viajes para predicar en otras iglesias, los años se sucedieron con tanta rapidez, que se convirtió en cabeza de una gran tribu de hijos y nietos, la mayoría de ellos caminando en la verdad.

A la edad de setenta años continuaba predicando, hasta que, agobiado por las enfermedades, aunque se mantenía tan gozoso y tan jovial como en el apogeo de su juventud, llegó su tiempo de morir.

“He crecido en experiencia, pero desde el primer día hasta ahora, no he tenido nuevas doctrinas que enseñar a mis oyentes. No he tenido que hacer ninguna confesión de error sobre puntos vitales, sino que me he adherido a las doctrinas de la gracia, y puedo decir ahora que las amo más que nunca."

'Firme como Su trono Su promesa permanece,

Y Él puede guardar muy bien

Lo que he puesto en Sus manos,

Hasta la hora decisiva.'"

"Firme como Su trono," -dijo- "debe dejar de ser rey antes de quebrantar Su promesa o perder a Su pueblo. La soberanía divina nos asegura a todos." Se durmió muy tranquilamente, pues su día había terminado, y la noche había llegado, y ¿qué otra cosa mejor podía hacer que ir a descansar en Jesús?

Nuestro texto, aparece de nuevo en Mat 24:13 y en esta ocasión no está dirigido a los apóstoles, sino a todos los creyentes.

Los discípulos, viendo las inmensas piedras que fueron usadas en la construcción del Templo, admiraban grandemente el edificio, y esperaban que el Señor admirara la arquitectura tan hermosa del templo, pero él vino a labrar piedras vivas para usarlas en la construcción de un templo espiritual.

Les advirtió de un tiempo en el que habría tal tribulación como no la había habido nunca antes, y agregó: "Ni la habrá". Describió que los falsos profetas abundarían, y el amor de muchos se enfriaría, y les advirtió que "el que persevere hasta el fin, este será salvo". Así que esta solemne verdad se aplica a cada uno de ustedes.

Hermanos, muchos de ustedes han tenido experiencia en la vida cristiana; ustedes saben cuán dura es la batalla de la vida cristiana; cómo deben contender hasta derramar la sangre, esforzándose en contra del pecado. Su vida es una escena de guerra continua, tanto externa como internamente; y, tal vez, en este momento, están clamando con el apóstol: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" La carrera del cristiano consiste en luchar y no cesar nunca; siempre navega en un mar embravecido, y no descansa nunca hasta que llegue al puerto de la gloria.

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