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Summary: El creyente tiene tres enemigos: el mundo, la carne y el diablo. Vivimos en un mundo hostil a los principios cristianos. Vivimos en una sociedad que hace todo lo posible porque nuestra fe se malogre y se desvanezca. Vivimos en una sociedad que daría cualq

El Mundo en que Vivimos

En 1984 en un artículo acerca de la guerra de espías entre Estados Unidos y la Unión Soviética, se mencionó que:

En la interminable guerra de espionaje, ambos bandos han encontrado agentes dobles disponibles. Un agente de la KGB estuvo trabajando durante años en el centro británico para descifrar códigos, enviando los datos supersecretos del servicio de inteligencia americano a Moscú. América ha tenido un agente dentro del servicio secreto de inteligencia polaco, revelando las operaciones secretas soviéticas en Estados Unidos, tan recientemente como 1983.

El director de la CIA, William Casey, se ufana que su agencia ayudó el año pasado a dar a la KGB los peores tiempos en su historia al ayudar en la expulsión de más de 135 espías [soviéticos] en todo el mundo.[1]

El artículo procedió a decir que la KGB tenía 10,000 agentes espiando en países extranjeros, 500 de esos en los Estados Unidos. El artículo no lo mencionaba, pero lo más probable es que Estados Unidos hubiese tenido otros tantos. Tanto en aquellos años de la Guerra Fría, como en estos años en los que afrontamos a Al-Qaeda, comprender al enemigo es la mitad de la batalla. Si sabes como vas a ser atacado puedes saber qué hacer para defenderte. Nadie, en su sano juicio, si sabe que va a hacer atacado y la forma en que va a ser atacado, se queda con los brazos cruzados, sin hacer nada. Hay que estar un pie más adelante que el enemigo, si queremos salir victoriosos.

El creyente tiene tres enemigos: el mundo, la carne y el diablo. Vivimos en un mundo hostil a los principios cristianos. Vivimos en una sociedad que hace todo lo posible porque nuestra fe se malogre y se desvanezca. Vivimos en una sociedad que daría cualquier cosa porque nos conformásemos a sus normas de vida y conducta. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? Debemos comprender cómo trabaja el mundo.

Jesús estaba conciente de esta situación, cuando dijo a sus discípulos:

He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas (Mateo 10:16).

Tenemos que darnos cuenta del mundo que nos rodea. Tenemos que abrir los ojos a la realidad que el mundo quiere que seamos uno más entre ellos.

En el Antiguo Testamento encontramos el caso de un hijo de Dios que supo discernir el mundo para no contaminarse: El profeta Daniel. Daniel vivió también en una sociedad hostil. Pero Daniel comprendió esa sociedad y triunfó sobre ella.

A lo largo de la historia de la humanidad, los ejércitos de las naciones han invadido a otras naciones. Han tomando pueblos cautivos y los han llevado como esclavos a tierras desconocidas. Al hacer esto, familias enteras han quedado separadas —algunas veces para toda la vida. Daniel fue uno de los miles que pasaron por esa experiencia. Daniel fue llevado como esclavo de su nativa Judá a vivir en Babilonia en la corte del rey Nabucodonosor. Sus experiencias están registradas en el libro que lleva su nombre.

Marco Histórico

Vamos a ver primero el marco histórico de las experiencias de Daniel.

En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su Dios (Daniel 1:1, 2).

Estos eventos ocurrieron en el año 605 A.C., poco después de la batalla de Carquemish. En esa batalla, que se llevó a cabo entre los ríos Eufrates y Orontes, Nabucodonosor casi aniquiló al ejército egipcio. Fue después de esta batalla que Babilonia surgió como una potencia mundial. En el proceso, Babilonia tomó Siria y Palestina.

Palestina había hasta ahora bajo el control de Siria, quien había tomado el reino de Israel en el año 722 A.C., y bajo el control de Judá.

Tanto los israelitas como los judíos se habían apartado de los consejos divinos. El Señor les había amonestado enviando profeta tras profeta, pero el resultado era el mismo. Los israelitas, como nación, se habían entregado a la idolatría.

Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio. Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos (2 Crónicas 36:15-17).

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