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Summary: La parte final de los cánticos graduales nos enseña sobre la unidad entre hermanos, sobre todo en cuanto a la adoración

Hemos estado estudiando el grupo de salmos que se conocen como los “Cánticos Graduales” o los “Cánticos de las Subidas.” Son 15 salmos que empiezan con el salmo 120 y terminan con el salmo 134. Estos salmos se cantaban por los peregrinos judíos mientras iban camino a Jerusalén. Y hemos hablado del hecho de que nosotros también estamos haciendo un peregrinaje a Jerusalén, aunque nosotros vamos a la nueva Jerusalén, la celestial. Entonces, como peregrinos que somos, estamos usando estos salmos para animarnos por el camino.

Comenzaremos ahora con el salmo 132, el más largo de este grupo de salmos. Este salmo describe el momento cuando David trajo el arca del pacto a Jerusalén:

Salm. 132:1 Acuérdate, oh Jehová, de David, Y de toda su aflicción; 2 De cómo juró a Jehová, Y prometió al Fuerte de Jacob: 3 No entraré en la morada de mi casa, Ni subiré sobre el lecho de mi estrado; 4 No daré sueño a mis ojos, Ni a mis párpados adormecimiento, 5 Hasta que halle lugar para Jehová, Morada para el Fuerte de Jacob.

David tuvo un fuerte deseo de construirle un templo para Dios. Al final ese honor fue para su hijo, Salomón, pero David sí estableció el tabernáculo en Jerusalén. El tabernáculo era una tienda grande que simbolizaba la morada de Dios sobre la tierra, aunque los israelitas sabían muy bien que Dios no vivía en estructuras hechas por los hombres. David hizo traer el arca del pacto, el símbolo de la presencia de Dios, y la hizo poner dentro del tabernáculo.

6 He aquí en Efrata lo oímos; Lo hallamos en los campos del bosque.

En un entonces, los filisteos habían capturado el arca. Pero, como Dios los afligió grandemente a causa de eso, la devolvieron, y estuvo en la zona de Belén, de Efrata, por más de 20 años, hasta que David la hizo traer a Jerusalén.

7 Entraremos en su tabernáculo; Nos postraremos ante el estrado de sus pies. 8 Levántate, oh Jehová, al lugar de tu reposo, Tú y el arca de tu poder. 9 Tus sacerdotes se vistan de justicia, Y se regocijen tus santos.

El versículo 8 contiene las palabras que pronunciaban los sacerdotes cada vez que transportaban el arca. La primera vez que David quizo traer el arca, lo hizo de la forma equivocada y un hombre murió en el intento. Luego la hizo traer por los sacerdotes, como Dios había ordenado.

La Biblia habla de como la gente gritaba por gozo y danzaba ante el Señor cuando se trajo el arca.

10 Por amor de David tu siervo No vuelvas de tu ungido el rostro. 11 En verdad juró Jehová a David, Y no se retractará de ello: De tu descendencia pondré sobre tu trono. 12 Si tus hijos guardaren mi pacto, Y mi testimonio que yo les enseñaré, Sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre. 13 Porque Jehová ha elegido a Sion; La quiso por habitación para sí. 14 Éste es para siempre el lugar de mi reposo; Aquí habitaré, porque la he querido. 15 Bendeciré abundantemente su provisión; A sus pobres saciaré de pan. 16 Asimismo vestiré de salvación a sus sacerdotes, Y sus santos darán voces de júbilo. 17 Allí haré retoñar el poder de David; He dispuesto lámpara a mi ungido. 18 A sus enemigos vestiré de confusión, Mas sobre él florecerá su corona.

La palabra que se traduce “ungido” en estos versículos es la palabra hebrea “masiach.” En el Nuevo Testamento, se toma esta palabra y se usa directamente en el griego. En nuestras Biblias, se lee “mesías.” Aquí tenemos una de las profecías acerca de Jesús y su reino eterno. Jesús reinará en Sion, pero la Sion celestial. Y ese es nuestro destino.

Sigamos leyendo, ahora en el salmo 133:

1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.

Que bendición que es la unidad entre hermanos. Que momentos hermosos que vivimos cuando nos juntamos en unidad, compartiendo la misma fe, la misma esperanza y el mismo amor. ¿Qué dice este salmo? Ahí envía Dios bendición y vida eterna. No nos agrada a nosotros únicamente; nuestra unidad agrada a Dios y le mueve a bendecirnos.

Esta sección cierra con una exhortación a la alabanza. Leamos el Salmo 134:

1 Mirad, bendecid a Jehová, Vosotros todos los siervos de Jehová, Los que en la casa de Jehová estáis por las noches. 2 Alzad vuestras manos al santuario, Y bendecid a Jehová. 3 Desde Sion te bendiga Jehová, El cual ha hecho los cielos y la tierra.

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