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Summary: Tres principios básicos para entender el sufrimiento desde una perspectiva redentora.

CÓMO CRECER MEDIANTE EL SUFRIMIENTO

1 Pedro 2:18-25

INTRODUCCIÓN

Vivimos en una sociedad donde la búsqueda más grande de los seres humanos parece ser el placer, el bienestar y la comodidad. Por eso, huimos del sufrimiento. Rechazamos cualquier situación que ponga en peligro nuestra seguridad personal: nos cambiamos a ciudades o colonias más seguras, compramos seguro médico, instalamos equipo de seguridad antirrobos, escogemos vivir en climas más agradables, compramos equipos de aire acondicionado o de calefacción, tomamos aspirinas para el dolor de cabeza, nos resguardamos y protegemos de la lluvia o de un sol muy fuerte, evitamos caminar por calles oscuras, tomamos agua purificada, etc. Otra gente busca las drogas, el alcohol y la libertad sexual para aliviar las muchas presiones de esta vida. Es un hecho que nadie quiere sufrir ningún tipo de perturbación o dolor. La regla es no escoger una forma de vida que nos ponga cada hora en peligro.

Las noticias del periódico o de los programas de televisión nos recuerdan constantemente que vivimos en un mundo donde el sufrimiento está a la vuelta de la esquina.

En la medida de sus posibilidades, el hombre intenta ignorar las incomodidades de la vida, pero la realidad es que el sufrimiento todavía está allí. Al final de los efectos de las drogas o el alcohol, la gente se da cuenta que todavía tienen que enfrentar el dolor. Mucha gente ni siquiera sabe a ciencia cierta el origen del sufrimiento o el cómo enfrentarlo. Tratan simplemente de reír y sobrellevarlo, pero en sus corazones siguen preguntándose: ¿por qué?

¿Por qué sufre la gente? Esta es una de las grandes preguntas que sin duda se han hecho los hombres durante todas las épocas. En medio de las injusticias y sufrimientos, uno se pregunta: ¿Dónde está Dios?

Es una verdad que el sufrimiento es parte de nuestras vidas. Y cuando se trata de los sufrimientos por la causa de Cristo, los ejemplos abundan. Por ejemplo, en el Concilio de Nicea, una reunión muy importante de las iglesias en el siglo cuarto, de los 318 delegados que asistieron, sólo de 12 de ellos no habían perdido algún ojo o alguna mano, o una pierna lastimada debido a las torturas sufridas por su fe cristiana.

Sin duda alguna, Dios quiere que aprendamos la dura lección del sufrimiento. Sin embargo hablar del sufrimiento es una tarea que requiere más tiempo del que tenemos hoy. Pero hoy consideraremos 3 motivos por los que Dios ha contemplado el sufrimiento en la vida del creyente. Respondamos la pregunta ¿Por qué Dios permite que suframos? Veamos tres respuestas en 1 Pedro 2:19-25

I. EL SUFRIMIENTO NOS DA LA OPORTUNIDAD DE SER APROBADOS POR DIOS (vss. 19,20)

Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. 20Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.

A. En esta sección de su carta, (vs. 18 y sigs.) el apóstol Pedro se dirige particularmente a los creyentes que trabajaban como criados bajo las órdenes de sus amos. En esa época, muchos creyentes eran esclavos o criados, y a ellos les resultaba fácil someterse a aquellos amos que eran gentiles y bondadosos; pero aquí el apóstol los está animando a ser leales y perseverantes con los que no los trataban dignamente; con estas palabras los exhorta a mostrar buena cara aun si llegaran a sufrir un trato injusto. Pero, ¿de dónde venía este trato injusto para ellos en particular?

B. La historia dice que los cristianos tenían que vivir bajo el desagradable rumor de que practicaban el incesto, de que tenían orgías sexuales y aún de que permitían el canibalismo. Ello se debía a que como sus reuniones eran privadas por temor, la gente de afuera no sabía lo que sucedía en realidad. Y como no gozaban de una libertad religiosa, nadie los protegía de profesar sus creencias sin temor de ser agredidos, principalmente por sus patrones.

C. Las palabras de Pedro ayudan a enfocarnos en el tipo de sufrimiento que él está enseñando. Hay dos maneras básicas por las que podemos llegar a padecer un sufrimiento en esta vida: sufrimos justamente o sufrimos injustamente. Desde luego que no hay ningún mérito en sufrir por algo que merecemos; un sufrimiento así nos debería causar vergüenza. Mucha gente no se conmueve al ver a los delincuentes llorar y decir que están totalmente arrepentidos. Si Ud. llega caluroso de la calle e inmediatamente abre el refrigerador, no se lamente cuando al día siguiente sufra las molestias de una fuerte gripa, o peor, de una neumonía.

D. Pedro menciona dos veces que Dios aprueba la respuesta correcta al sufrimiento injusto. Sin embargo, esta aprobación no es similar como en la escuela donde los estudiantes dicen únicamente que "pasaron"; como sacar un seis en un examen muy difícil de matemáticas. No. La palabra aprobación o aprobado significa que la persona que en obediencia a Dios y por amor a Cristo soporta un trato injusto halla gracia delante de Dios, Dios se agrada y goza del favor del Señor y que Dios le tiene en alta estima.

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