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Summary: Este sermón está basado en la sexta palabra de Jesús desde la cruz.

Juan 19:30

INTRODUCCIÓN

Las penúltimas palabras de Jesús en la cruz fueron: “Consumado es.” “Todo está terminado.” “La obra está hecha.” “Todo está cumplido.” La palabra en el idioma original es “TETELESTAI”.

Hasta la muerte de Jesús, existía un complicado sistema de sacrificios. El pecado separa al hombre de Dios, y solo a través del sacrificio animal, un sustituto, podía la gente ser perdonada y limpia.

Jesús se convirtió en el último y final sacrificio por el pecado. Vino a terminar la obra de salvación de Dios y pagar la pena completa de nuestra iniquidad. Nada más necesita hacerse. El Señor cumplió perféctamente el plan perfecto de Su Padre.

Cuando un siervo completaba su trabajo, le decía a su amo... Cuando el sacerdote determinaba que un sacrificio era perfecto, afirmaba... Cuando una persona compraba algo y el mercader tomaba su dinero, decía... “Pagado por completo.” Cuando un artista completaba su obra, se echaba para atrás y decía... “Está terminado.” Asimismo, cuando el Hijo de Dios terminó la obra salvadora de Su Padre, exclamó... “Está terminada. Está hecha. Está cumplida.”

Aquel llamado “Dios con nosotros”, “Emanuel”, cumplió la misión

que vino a cumplir.

Lo siguiente que voy a leer...

ILL El lugar era el campamento de una caravana. Era tarde en la noche. Todos se habían retirado a dormir excepto un viajero del desierto y un rabino que había cometido el error de comenzar una discusión religiosa con el beduino vagabundo.

“¿Como no puedes creer en Dios?”, exclamó el rabino. “Mira todo lo que hay a tu alrededor”. “Yo no dije que no creía en Dios, solo que no hay evidencia de El. Te digo, si existe, no está tratando mucho para dejárnoslo saber; y hay menos evidencia aún de que se preocupa por nosotros.”

“Pero la Escritura dice...”, replicó el rabino. “¿La Escritura? Olvida lo que está escrito. Si de verdad hay un Dios, deja que baje aquí donde estamos; que baje a este asqueroso lugar donde vivimos; que huela la peste, que sienta la pobreza, que conozca el dolor, que vea el hambre... que sienta el hambre. Deja que sepa lo que es alargar una existencia en esta desgraciada pobreza, que vea a un amigo morir, que sienta la agonía de perder a alguien que ama, que sienta la injusticia de la muerte; que sepa lo que es ver a un niño pequeño morir y que se lo quiten de las manos a su madre para sepultarlo. Deja que vea nuestras enfermedades, los pies torcidos, la cuenca de los ojos ciegos; que este Dios tuyo sea odiado, que se burlen de él, que sea engañado, robado. Déjalo que pierda todo en mano de los malvados, que lo arrastren a una corte de ley como a mí. Deja que descubra por sí mismo cuan injusta la justicia realmente es.

La furia del beduino crecía mientras continuaba. “Y el pecado. El que está tan interesado en que si peco o no- Deja que sienta mi tentación; que experimente mis flaquezas; y despues veamos como se siente acerca de todas las reglas y mandamientos que ha puesto sobre mi- reglas sobre mi nivel con las cuales no puedo vivir y, sino vivo de acuerdo a ellas...”, gruñó el beduino, “ya no le plazco más”.

Déjalo que sienta lo que yo siento, aquí en este miserable, adolorido y decayente cuerpo mío. Y entonces, déjalo morir. Sí, que muera de la misma forma en que yo probablemente moriré, como todos los vagabundos mueren, aquí afuera solos. Sin hogar, sin que alguien cuide de tí, abandonado, olvidado. Si quiere impresionarme, deja que se haga igual a mí. Entonces, quizás, yo crea en tu Dios... pero no hasta entonces.”

Y aunque el beduino no se dió cuenta, ni escuchó, el Señor estaba presente dándole la más sorprendente respuesta.

“Beduino”, dijo el Señor, “eres más sabio de lo que crees. Sí, mucho mas sabio de lo que crees.”

El Señor estaba por volver otra vez a los corredores del tiempo, pero en vez, hizo una pausa y se dirigió al vagabundo del desierto una vez más. “Y beduino, nos encontraremos otra vez en una alta loma. Y juntos moriremos.” Hizo una pausa. “Y juntos nos levantaremos.”

(Gene Edwards, The Chronicles of the Door)

Al Cristo venir y morir, Dios hizo todo lo que iba a hacer para salvarnos. El sacrificio de Jesús fué su último intento. Y es suficiente.

“Consumado es”. No fué un clamor de alivio porque el sufrimiento estaba por acabar; ni un llanto de angustia porque su ministerio había “fracasado“; su grito fué uno de victoria, porque el propósito de Dios prevaleció.

La Biblia dice que “la paga del pecado es muerte.” Este precio ya fué pagado. Porque Jesús murió, puedo ser reconciliado con Dios y obtener paz con él; puedo recibir el perdón de mis pecados, y tener la oportunidad de comenzar de nuevo. Todo por medio de la fé.

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