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Summary: Nadie más pudo ocupar su lugar. En nuestras vidas, nadie más debe ocupar Su lugar.

Intro. Hay eventos en la vida en los que nadie puede ocupar tu lugar. Eventos en los que tú tienes que estar. Como aquella mañana del 11 de abril de 1992 a las 11:00am en el Divino Salvador. La señorita que caminaba del brazo de su padre hacia el frente, vestida de blanco, esperaba que alguien muy específico estuviera aguardando al frente. El que aguardaba al frente esperaba que esa señorita específicamente estuviera caminando hacia él al frente. Y después de casi 18 años de matrimonio sigo esperando despertar cada día, justamente con esa misma mujer. Hay eventos en la vida en los que nadie más puede ocupar tu lugar.

Jesús también experimentó esto en su vida y así lo expresó en Lucas 9:22: “Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día”.

Jesús lo dijo con claridad y en repetidas ocasiones durante su ministerio en la tierra: ¡Es necesario! ¿Cuándo dices que algo se hace necesario? Cuando no hay otro camino, otro medio, otra opción, cuando es la única manera de hacer algo.

Ilustra: Recuerdo que cuando era niño y nos llevaban al ISSSTE a vacunar, mi mamá nos animaba diciendo: “Es necesario para su salud” “Prefiero que lloren un ratito a que luego lloren toda la vida”. Palabras de profunda sabiduría, pero allí estábamos tratando de pensar: Es necesario y de todas maneras dolía igual la inyección. Cuando algo es necesario, no hay otro camino, otro medio, otra opción, es la única manera.

Jesús dice es necesario y nos describe el programa que debía pasar sin alteraciones: 1. Debía padecer mucho. 2. Ser desechado por los ancianos, sacerdotes y escribas. 3. Iba a morir y 4. Iba a resucitar al tercer día.

Este programa pactado desde la eternidad debía llevarse a cabo al pie de la letra y era necesario que Jesús se sujetara a él. Era necesario porque nadie más podía ocupar su lugar. No había alguien más que pudiera reemplazarlo en el plan del Padre. No había alguien más a quien delegarle esta pesada tarea. Nadie más podía ocupar su lugar aquel día que caminó al calvario cargando la cruz. No había alguien más por dos sencillas razones. Por nuestra condición y por su condición.

Nadie más podía ocupar su lugar, por nuestra condición. ¿Cómo dice la Biblia que somos sin Jesús?

1. Pecadores empedernidos. La Escritura declara que no hay justo ni aun uno. Nos revela que los pensamientos de los seres humanos son de continuo el mal. Nos muestra que tenemos la horrible tendencia a cambiar la gloria de Dios por la gloria de la criatura. Que cambiamos la verdad de Dios por la mentira. Que nuestra tendencia es decir en nuestro necio corazón “No hay Dios”. Nos muestra nuestra condición, como la del:

• El esposo que hoy fue áspero con su esposa cuando se preparaban para venir a la iglesia

• La esposa que guarda amargura en su corazón contra su esposo

• El joven que miró con impureza la foto de la portada de una revista en la fila para pagar en el supermercado.

• La señorita que hace lo que sus compañeras le digan, aunque sea algo malo, sólo para que no la vayan a excluir del grupo.

• Del Padre o la madre que no busca intencionalmente relacionarse con sus hijos

• Del hijo que es rebelde e irrespetuoso con sus padres.

• Del patrón que no le paga a tiempo a sus empleados, pero se va de vacaciones y se compra cosas innecesarias con el dinero que le correspondía a sus trabajadores.

• Del empleado que no llega a tiempo o se va antes de tiempo, o cobra viáticos que no consumió.

• Del niño que se burla de su amiguito por no ser tan hábil en el futbol como él.

La Biblia describe nuestra condición como de pecadores empedernidos. Y no sólo pecadores empedernidos sino también…

2. Pecadores Inhabilitados. Nuestra condición antes de venir Cristo a nuestras vidas era de muerte espiritual. La Escritura nos dice que estábamos muertos en nuestros pecados y delitos. Estábamos inhabilitados para cumplir la ley de Dios. Solíamos hacer promesas: “esta vez sí….” O “A partir de hoy voy a…” para al instante inmediato seguir haciendo lo mismo. Como pecadores inhabilitados, no podíamos entender las cosas de Dios porque estábamos muertos espiritualmente. Dios y su reino no tenía sentido para nosotros. Esa es nuestra condición sin Cristo…pecadores empedernidos, pecadores inhabilitados y aun peor…

3. Pecadores condenados. Por nuestro pecado, sin Cristo, estábamos condenados a la ira de Dios. Como dice la Escritura, éramos por naturaleza hijos de ira. Éramos culpables delante de Dios y sentenciados a vivir eternamente separados de él.

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