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Summary: Dios quiere que tengamos una mentalidad Victoriosa. Moisés llegó al borde de Canaán, luego de atravesar el desierto con los israelitas. Desde Cades-Barnea, envió doce espías para observar la tierra de Canaán durante cuarenta días. Cuando los espías regres

Gigantes y langostas Números 13:30-33

El Ejército de Salvación

Mayor Gerardo Balmori

Dios quiere que tengamos una mentalidad Victoriosa. Moisés llegó al borde de Canaán, luego de atravesar el desierto con los israelitas. Desde Cades-Barnea, envió doce espías para observar la tierra de Canaán durante cuarenta días. Cuando los espías regresaron de reconocer la tierra, diez hablaron mal, todos excepto Caleb y Josué. Lea Números 13:30-33

Lo más impactante de sus comentarios fue que a ellos mismos "les parecía" que eran como langostas ante el pueblo de Canaán. El pueblo que se veía a sí mismo como langostas no podía conquistar la tierra de Canaán en la que habitaban gigantes. Dios no podía usar a estas personas para conquistar la tierra que ellos habían reconocido, como tampoco bendecirlos.

No importa tanto cómo mis enemigos me ven. Lo importante es cómo me veo yo

El hombre de la carne del pasado es como una langosta si se compara con el gigante que es nuestro enemigo, el diablo. Originalmente el hombre no fue creado como una langosta sino como un gigante, como un ser espiritual. Lea: Génesis 2:7 El hombre no fue creado solo de materia, sino que también recibió un espíritu que es gigante.

El hombre era el señor del mundo mientras el espíritu se comunicaba con Dios. Lea: Génesis 1:26-28

El hombre era un gigante creado a la imagen y a la semejanza de Dios, y como un dominador de la tierra, del mar y de todas las cosas.

¿Cómo dicho hombre pudo volverse una langosta? Es que el espíritu murió cuando el hombre traicionó a Dios y se degeneró. Luego perdió la soberanía dominante y al instante se convirtió en langosta. Como se cortó la comunicación con Dios, la ansiedad y el terror ocuparon su corazón y se convirtió en esclavo de todas esas cosas. La Tierra fue maldecida y comió con dolor, y el sudor no se apartó de su vida. El hombre se convirtió en esclavo de la muerte, de la enfermedad y se debilitó. La ansiedad y el terror de la vida, el dolor y la fatiga, todas estas cosas se lanzaron sobre el hombre como un poder incontrolable.

Si se compara con un gigante, el hombre es simplemente una langosta, un ser miserable. Cuando se ve a sí mismo como una persona sin poder y sin fuerza, no puede tener éxito en su vida. Todas las personas hoy se consideran a sí mismas como langostas, llenas de la fatiga de la vida, de dolor, de maldición, de enfermedad y del diablo, así como los israelitas pensaban ante los gigantes de Canaán.

De langostas a gigantes

En segundo lugar, nosotros que tenemos la salvación en Cristo, nos hemos convertido en gigantes al revivir el espíritu en nosotros. Lea: 2 Corintios 5:16-17 y Gálatas 2:20

Los israelitas podrían haber ocupado la tierra que fluye leche y miel de inmediato, si solo hubieran dependido de Dios, pero se vieron a sí mismos como langostas. Así que se volvieron atrás todos ellos.

Si también nosotros somos así, entonces ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos?

Pensamientos de gigantes

En tercer lugar, tenemos que grabar profundamente lo que dice la Biblia de manera que de aquí en adelante a nadie conozcamos según la carne. Antes de creer en Jesús, toda la gente era carne perversa. Pero después de creer en Él, no debemos ver a nadie según la carne. Ustedes y yo no somos la carne. Los que están en el mundo son la carne porque sus espíritus están muertos. Viven conforme a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, y siguen los deseos de la carne. Pero ya no estamos sujetos a la carne. Hemos vuelto a nacer; por lo tanto somos seres espirituales que estamos llenos del Espíritu Santo. Los seres espirituales siempre son los dominadores.

Mientras Adán y Eva eran seres espirituales se enseñorearon de todas las cosas. Pero desde que fueron obedientes a la carne, se les quitó toda la autoridad que tuvieron.

Por lo tanto, no debemos conocernos a nosotros según la carne. Pues, ¿qué determinación tomaremos en nuestro corazón? ¿Que somos esclavos del pecado y que no podemos vencerlo, por eso pecamos y aunque quiera nuestro corazón la carne es débil? ¡Son pensamientos de langosta! Mas ahora nosotros tenemos pensamientos de gigantes, porque estamos libres de la ley del pecado y la muerte en Jesucristo. Por lo tanto, si confrontamos al pecado en el nombre de Jesús, tendremos la victoria.

Así que tenemos que estar llenos de pensamientos de gigantes en nuestro corazón. No digamos: "No tengo alegría y no soy feliz. Siempre estoy triste, enfermo y me encuentro en una situación horrible". No pensemos de esta manera, porque estos son pensamientos de langosta. Las langostas piensan así, no los gigantes. Estamos libres de la tristeza y de la enfermedad por medio de Jesucristo, porque Jesús tomo nuestras flaquezas y llevó nuestras enfermedades. Cristo es nuestra alegría, nuestra plenitud y nuestra salud. Tenemos que avanzar con esa convicción.

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