Summary: Nuestra posición como mayordomos de los bienes de Dios

Administradores para el dueño

Intro: No importa quien seas, cuántos años tengas, si eres hombre o mujer, en un momento u otro, todos hemos tenido algún tipo de dificultad o problema en el manejo de nuestros recursos. Cuando digo recursos, no me refiero sólo a los económicos, sino también a tales recursos como el tiempo, las relaciones y los dones o habilidades personales.

La verdad es que con respecto a los recursos la palabra “nuestro” y “mío” está siempre a la orden del día. Decimos mi casa, mi trabajo, nuestra familia, mi horario, mi habilidad para. La verdad es que como nosotros decidimos, actuamos, hablamos, traemos, llevamos, compramos, vendemos, aplicamos, retiramos, etc. cualquiera podría decir que somos los dueños de estos recursos.

Pero la semana pasada se nos recalcó una verdad bíblica importante: “No somos dueños de estos recursos”. Alguien más es el dueño. Y ese alguien es Dios. Dios es el dueño absoluto de nuestros recursos, llámese dinero, tiempo, relaciones o habilidades. El es el dueño.

Para algunos quizá sea difícil de asimilar esto, pues después de todo, la casa donde vives la compraste pagando un crédito para el cual tuviste que trabajar. La escritura dice que tú eres el propietario. En el acta de nacimiento de tus hijos dice que tú eres el padre o la madre. Tu agenda tiene citas que tú escribiste con tu propia mano y has estado invirtiendo tus habilidades y talentos en aquellas cosas en las que decidiste hacerlo. Tú y yo parecemos los dueños, pero aun así las apariencias engañan. La Biblia enseña que no somos dueños, Dios es el dueño.

En la Biblia se nos enseña directamente esta verdad de que Dios es el dueño (la semana pasada vimos algunos de esos pasajes), pero también se nos proveen recordatorios en diferentes aspectos de la historia y la vida que nos hacen estar conscientes de esta realidad.

Recordatorios:

1. Adán en el huerto – El árbol.

Imagina a Adán en el huerto del edén. Imagina que llegamos y nos da un recorrido por el huerto. Y nos dice: “Aquí está el árbol del mango”, este es un manzano, Este es un naranjo”. Y nos da de comer todas estas frutas. Pero llegamos al centro del huerto y le decimos a Adán, “queremos comer de ese árbol” y el nos dice: “No…de ese no se puede”. Pero como, “¿No es usted el dueño?”. No olvidé decirle que otra persona es el dueño de este huerto y no tengo su autorización para darles de comer”. El árbol prohibido era, entre otras cosas, un recordatorio de que Adán no era el dueño.

2. Diezmo

Otro recordatorio muy visual de que no somos los dueños es lo que llamamos el diezmo. Dios es dueño de todo. Y de ese todo que nos encomienda, tenemos la responsabilidad de separar y entregar, sin negociaciones, la décima parte. Esta décima parte es un constante recordatorio de que no somos los dueños. De que no podemos hacer lo que nos de la gana con lo que Dios nos encomienda. Por eso, en esta iglesia, una de las responsabilidades de los que tienen un compromiso público con Dios, es diezmar. No hablamos mucho de esto (y si nos visitas, esto no es para ti, es para los que ya pertenecen a esta comunidad), pero es importante para ti y para mí que creemos que Dios es el dueño y hemos decidido vivir bajo su autoridad que entendamos que dar el diezmo es un acto de obediencia y fe que reconoce a Dios como el dueño absoluto de todo lo que tenemos.

3. Muerte

El tercer recordatorio que tenemos de que Dios es el dueño es la muerte. La Biblia enseña que nada hemos traído este mundo y sin duda, nada nos podremos llevar. Ese terrenito aquí se queda. Esa empresa, aquí se queda. Esos trofeos aquí se quedan. Nada podremos llevarnos, sino sólo aquellas cosas que hicimos para glorificar a Dios. La muerte es un recordatorio de que no somos dueños de los recursos, sean bienes, relaciones, tiempo o habilidades y talentos. Todo es de Dios.

Ahora bien, Si no soy el dueño entonces ¿Por qué parezco el dueño? Soy el que decide, el que compra, vende, ocupa el tiempo, establece prioridades en las relaciones, escoge invertir las habilidades en un lugar en vez de otro ¿Qué soy entonces?

La Biblia usa una palabra para describir esta función que ocupamos. Es la palabra: “Mayordomo”, una palabra más contemporánea sería administrador general. Un mayordomo es el administra los bienes de otro para beneficiarlo. No somos los dueños, pero sí somos MAYORDOMOS o administradores de los bienes del dueño y nuestro propósito es invertir bien sus bienes para que produzcan más para él.

En la Biblia se nos habla de José. El es un buen ejemplo de un mayordomo fiel.

1. Potifar – “No se preocupaba de nada, excepto del plato de que comía”

2. Carcelero – “No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las cosas que estaban bajo el cuidado de José”

3. Faraón – con su administración Egipto fue el único lugar en la tierra donde había comida.

José fue un fiel mayordomo porque administró los bienes de otros para beneficiarlos.

Entonces, No somos dueños, SOMOS ADMINISTRADORES de los bienes del DIOS y nuestro propósito es administrar de tal forma que DIOS resulte beneficiado, adorado, conocido, proclamado.

Un administrador, por supuesto, parece el dueño porque toma decisiones sobre lo que está bajo su responsabilidad, pero nunca debe perder de vista su propósito: beneficiar al dueño.

Jesús en Lucas 16, hablando del tema de la administración de lo que Dios nos ha dado: dice este principio importante: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (v.10)

Precediendo a esta declaración, comenzando en el versículo 1 de Lucas 16, está una de las parábolas más extrañas de Jesús. Extrañas porque normalmente las parábolas de Jesús mostraban en la misma historia lo que era correcto hacer. Pero esta parábola nos enseña por medio de contraejemplo. Nos muestra lo que es un administrador injusto. Un administrador infiel.

Comenzando en el versículo 1 Jesús nos relata de un mayordomo que estaba derrochando los bienes del dueño. El dueño le pide que le entregue cuentas porque ya iba a ser despedido. El mayordomo piensa: ¿Qué voy a hacer ahora que estoy desempleado? Y se le ocurre un brillante plan. Llama uno por uno a los deudores de su patrón y les rebaja su deuda a cada uno para ganar su favor. Así cuando estuviera sin trabajo estas personas tendrían una deuda de gratitud con él.

Jesús dice: v.8 “Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz” Es decir, se subraya sagacidad y astucia de este administrador, mas no por ello endosa su comportamiento. Es decir, que debemos ser administradores sagaces, inteligentes, entendidos, previsores, pero alineando, por su puesto nuestro corazón con los intereses del dueño.

Luego Jesús, en un tono irónico dice: V. 9 “Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas” Esto es una ironía. Jesús no quiere que valiéndonos de metodologías dudosas administremos lo que Dios nos ha dado. De ninguna manera. Está simplemente diciendo: “Es cierto, funciona, ser un administrador injusto o impío si funciona” Seguramente en la historia los beneficiados por este administrador, luego le regresaron el “favor”. Y así podemos decir, ser un administrador corrupto trae resultados agradables para el administrador, pero no por eso son correctos y agradan a Dios.

Por eso Jesús, afirma en el versículo 10: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”.

Aquí está la enseñanza para nosotros que hemos comprendido que no somos dueños, sino administradores de lo que Dios nos ha dado (bienes, tiempo, relaciones, dones, talentos, etc). Que entendemos que nuestro propósito en nuestra administración estos recursos es beneficiar al dueño (que el sea adorado, conocido, exaltado, reconocido, bendecido, alabado, etc.):

“SE FIEL ADMINISTRADOR DEL DUEÑO, EN LO POCO Y EN LO MUCHO”

En esos pocos recursos económicos que manejas a la quincena o al mes, se un fiel administrador del dueño para que cuando te encarguen más estés preparado a seguir siendo fiel a él.

En esas pocas relaciones que tienes ahora (familia, amigos, vecinos, etc) adminístralas fielmente para que cuando tengas una red más amplia de relaciones sigas siendo fiel al dueño.

En ese horario que administras, en la administración del tiempo que tienes, se fiel al dueño.

En esos talentos, habilidades y dones, sean pocos o muchos, se fiel administrador para que el dueño tenga un mayor beneficio en esta tierra. Para que el dueño sea exaltado y adorado a tu alrededor.

Piensa como esta verdad, impacta tu administración de los recursos que Dios te ha dado:

•¿Qué compras? ¿Qué vendes? ¿Cómo inviertes? ¿En qué gastas? ¿Debes seguir pidiendo prestado y no devolviendo a tiempo? ¿Estás diezmando regularmente?

•¿Cómo afectas la administración del tiempo de los demás cuando te caracterizas por llegar tarde o ni siquiera llegar a los compromisos? ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Qué tiempo estás dedicando a tu familia? ¿A tu comunidad? ¿En qué relaciones deberías invertir más tiempo?

•¿Dónde estás usando tus habilidades y talentos? ¿A quién están beneficiando tus dones?

En Jesucristo tenemos la gracia para poder cambiar la historia de nuestras vidas. Tenemos la oportunidad de rectificar el camino. De abandonar las pautas negativas y pecaminosas de vida y conducta. En Cristo podemos ser fieles administradores del dueño, en lo poco y en lo mucho.