Summary: Diezmar es una declaración de fe

La Respuesta a su fidelidad: Diezmar

Intro: Hace algunos meses les comenté que había comenzado a caminar por las mañanas. Como ustedes, yo también estoy convencido que es necesario hacer ejercicio regularmente para tener una mejor salud general ¿No es cierto? En aquella ocasión les dije que me pidieran cuentas al respecto. Bien, después de haber sido fiel por unas semanas, por alguna “buena” excusa abandoné las caminatas y así pasaron algunas semanas, hasta hace 15 días que una hermana me hizo la pregunta. Lo único que le contesté fue “Gracias por Preguntar”. Pero Delia y yo habíamos estado hablando de que deberías hacer ejercicio y después de esa pregunta muy oportuna, al día siguiente, nos levantamos temprano y comenzamos a caminar juntos ya por dos semanas ininterrumpidas.

Es curioso; no basta con estar convencido que es bueno hacer ejercicio, no basta con leer acerca de maneras de ejercitarse mejor, no basta con compartir con otros los deseos que tenemos de hacer ejercicio, la única manera de beneficiarnos en verdad de las bondades del ejercicio es moviendo un pie y luego el otro, y poner tu cuerpo en movimiento de manera sistemática. Las convicciones se muestran con las acciones.

En el plano espiritual las cosas son muy similares. La manera de ejercitar nuestra fe es a través de nuestras obras. Lo que hacemos o decimos muestra lo que creemos. Y la fe debe traer una respuesta práctica en la vida. Por eso como iglesia hemos escogido enfatizar 5 acciones que muestran nuestra fe. 5 acciones que son una respuesta a lo que creemos de Dios y de lo que ha hecho por nosotros. Para que sean más fáciles de recordar hemos formado un acróstico que forma la palabra inventada: ADAMI.

La Respuesta ADAMI. Queremos ser discípulos ADAMI. Discípulos de Jesús caracterizados por ADORAR, DIEZMAR, APRENDER, MINISTRAR E INFLUIR. Estas acciones no nos procuran el favor de Dios, ni son nuestra manera de torcerle el brazo a Dios para que haga lo que nosotros queremos, sino son nuestra respuesta a quién es él y lo que ha hecho por nosotros. Son acciones que muestran nuestra fe. Y al practicarlas, como el ejercicio físico, nos beneficiamos de las bondades de estas prácticas en nuestra relación creciente con Jesucristo.

La semana pasada, el pastor Glory, nos presentó cuál es nuestra respuesta al Señorío de Dios: Adorar. Adoración como una vida cotidiana de constante reconocimiento de quién es el Señor, que se muestra en la toma de decisiones, en las prioridades, en la administración, en las relaciones, en fin, en cada aspecto de la vida. Que también se muestra en la participación regular en el culto público y congregacional.

Hoy nos toca abordar la segunda letra de nuestro acróstico ADAMI. La letra D, que corresponde a nuestra respuesta a la Fidelidad de Dios: Diezmar. La palabra Diezmo causa diversas reacciones en nosotros.

• Si eres visitante o de recién llegada. Tu temor confirmado: “Las iglesias sólo quieren sacarle dinero a la gente”. Para tu tranquilidad quiero decirte que si te quedas el tiempo suficiente por aquí, te darás cuenta que el dinero no es nuestro énfasis. Hablamos del dinero como hablamos de otros temas que son parte de la vida y nuestra relación con Dios. Así que no te asustes, ni desanimes, pero sí te suplico que escuches lo que diremos respecto a este tema, para que comprendas por qué es necesario hablar de él.

• Si eres cristiano, pero estás indeciso en cuanto al diezmo. “Es del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento no lo enseña”; Pero seamos sinceros, la verdad no es que seamos muy bíblicos, sino estamos tratando de encontrar una manera de evadir esto. Si estuviéramos preocupados en verdad por apegarnos al Nuevo Testamento, en él vemos que los primeros cristianos vendían todo lo que tenían y lo traían para las necesidades de los demás. Además, Jesús, en el Nuevo Testamento, cuando señalaba la minuciosidad con que los fariseos diezmaban por un lado, pero por el otro, hacían atrocidades en cuanto a su relación con los demás, no condenó o canceló el diezmo, sino dijo: Así como se ocupan tan minuciosamente del diezmo deben ocuparse en la misericordia y la justicia. Es decir, no canceló el diezmo sino lo reenfocó de acuerdo con el plan de Dios. Otro tipo de indecisión puede ser: “Si doy el diezmo cómo le hago para sobrevivir…no me alcanzará”. Espero que también encuentres respuesta este día y puedas decidirte.

• Si eres un diezmador regular. Quizá piensas que porque diezmas con regularidad eres mejor que los demás y no eres como “esos” que no son tan buenos como tú. O lo mejor piensas del diezmo como una especie de amuleto: “Si diezmo, voy a prosperar…por lo tanto, me conviene diezmar si quiero tener más”.

Cualquiera que sea nuestro caso, todos reaccionamos de alguna manera a la idea de diezmar, pero hoy nos gustaría irnos de aquí viéndolo desde un ángulo diferente. No como una carga, una obligación infundada, una condicionante para la bendición o un motivo para jactarse, hoy me gustaría que te vayas de aquí pensando que: El DIEZMO ES UNA DECLARACIÓN DE FE.

Uno de los pasajes de la Biblia más usados para hablar del diezmo es Malaquías 3:8-10. Te invito a abrir tu Biblia en este libro profético que está al mero final del Antiguo Testamento. Leyendo de la NVI: “¿Acaso roba el hombre a Dios? ¡Ustedes me están robando! Y todavía preguntan: "¿En qué te robamos?" En los diezmos y en las ofrendas. Ustedes —la nación entera— están bajo gran maldición, pues es a mí a quien están robando. Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el SEÑOR Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde”

En los primeros 5 libros de la Biblia, en el Pentateuco, vemos que Dios estableció este principio. “Yo soy dueño de todo y te lo doy para que lo administres. Parte de esa administración es separar la décima parte para el sostenimiento del ministerio y los que trabajan en él”. Había una clase de personas llamadas levitas que se dedicaban de tiempo completo al servicio de Dios en el templo y a quienes en la repartición de tierras no les había tocado parte; Dios era su heredad. Entonces, el resto de las tribus, del fruto del trabajo en las tierras, separaban la décima parte y lo entregaban para que todo el sistema eclesiástico siguiera funcionando. Este fue el sistema establecido por Dios para el sostenimiento del ministerio.

En diversas ocasiones el pueblo de Israel se alejó de Dios y Él enviaba a sus profetas para llamar al pueblo al arrepentimiento. El libro profético de Malaquías, el cual leímos hace un momento, tiene varios de estos señalamientos fuertes que Dios hace al pueblo de Israel por medio del profeta. El pueblo estaba alejado de Dios, había corrupción entre los sacerdotes, había irregularidades litúrgicas, había injusticia social, familiar y laboral, y en estos versículos vemos también que no estaban pagando sus diezmos. En el versículo 8, Dios reclama el agravio que le hace el pueblo, le están robando por no pagar los diezmos. Esto demostraba una vez más cuán alejados estaban de Dios.

No era que Dios necesitara el dinero, o que estaba quedando corto de fondos por el fraude, sino que la negativa a dar el diezmo era una muestra más de la condición de su corazón. Porque las convicciones se muestran con las acciones. Así como la injusticia social, los abusos de poder, los atropellos que cometían uno contra el otro eran muestras de lo que había en su corazón, también su falta de cumplimiento en el pago del diezmo, mostraba su escasa fe. Porque el Diezmo es una declaración fe.

Cada vez que pagamos nuestro diezmo estamos declarando nuestra fe. ¿Qué declaramos por medio del diezmo? Por lo menos 2 cosas.

1. Dios es mi Señor.

El versículo 8, habla en términos de robo refiriéndose a la falta de pago del diezmo ¿Por qué? Porque cuando haces uso personal de algo que no es tuyo sin el consentimiento del dueño, eso se llama: Robo. La Biblia es clara en decirnos que el único dueño de todas las cosas es Dios. Todo incluye todo: bienes, propiedades, tiempo, relaciones, habilidades, etc. Aunque tengas la escritura, la factura, la chequera…el único dueño es Dios: El es el Señor sobre todo lo que tienes y eres.

Tú y yo, aunque tenemos la posesión física de los bienes, somos administradores de los bienes de Dios. Y por instrucciones del dueño, se nos ha dicho que la décima parte no queda bajo nuestra jurisdicción. Esa parte la debemos entregar. No hacerlo, es en términos prácticos, robarle a Dios.

Por eso cuando diezmamos estamos declarando que reconocemos el Señorío de Dios en nuestras vidas. Cuando llenas tu sobre amarillo estás declarando: No soy el dueño. Cada quincena o mes, tenemos un recordatorio objetivo de que somos administradores del 90% de lo que Dios pone en nuestras manos.

Ilustra: Recuerdo que cuando apenas era estudiante comencé a diezmar. En aquel, entonces el sobre quedaba muy flaquito. La verdad, en ese entonces, era más fácil decir: Tú eres el dueño, mi Dios. Pero por la gracia de Dios, el sobrecito amarillo comenzó a engordar y las cantidades dejaron de ser de uno o dos dígitos comenzaron a ser de tres o cuatro, entonces ya comenzaba a titubear en cuanto quién era el dueño. Pero gracias a Dios, me casé con Delia y ella me ha enseñado que en esto no se titubea. Hay un solo dueño y ese es Dios. Ella me ayudado a declarar en cada oportunidad: Tú eres mi Señor. Tú eres el dueño. Porque el diezmo es una declaración de fe.

2. Dios es mi Sustentador

La segunda cosa que declaramos cuando diezmamos es que Dios es nuestro sustentador. En el versículo 10, Dios le dice al pueblo que traiga los diezmos, que pagaran los diezmos que no estaban pagando. ¿Por qué los habían dejado de pagar? Por su falta de fe. Su corazón se había alejado de la confianza en Dios. Pensaban, “No podemos confiar que Dios suplirá nuestras necesidades, no pagaremos el diezmo porque necesitamos esa parte para poder subsistir. Si no tomamos medidas nosotros, nadie nos ayudará, ni Dios, porque no podemos confiar en él”.

Pero Dios les dice tráiganlos y convénzanse porque yo sí puedo sostenerlos. Yo soy su sustentador que abro las ventanas de los cielos y derramo bendición hasta que sobreabunde. Pueden confiar en mí. Yo soy el que los sustenta.

Por eso cuando diezmamos estamos diciéndole a Dios: Señor, no veo humanamente cómo pueda yo sobrevivir con el 10% menos de los ingresos, pero lo que se es que tu eres mi sustentador y como las aves del cielo tienen sus alimento, y que como las flores del campo tienen sus vestiduras, y que sabes de qué tengo necesidad, voy a confiar en ti, administrando sabiamente para tu gloria el 90% que me has encomendado”

Cada vez que tienes la oportunidad de diezmar estás declarando que confías en Dios como tu sustentador; que confías en su promesa de sostenerte porque te ama y sabe de qué tienes necesidad. Y que te dice: “Pruébame”; “compruébalo”; “convéncete” de una vez por todas de que puedes confiar en mí como tu sustentador.

Entonces, cada vez que depositamos nuestro diezmo estamos declarando nuestra fe, la fe que dice que Dios es nuestro Señor y nuestro sustentador.

Mira, yo te entiendo. Yo he estado allí. Estoy frente al sobre y me pregunto lo doy o lo doy. ¡Si no lo doy podría comprar esto, aquello, lo otro! Si me lo quedo podría usarlo para esto o lo otro. También a mí me pasa. Pero sabes, la experiencia ha sido que Dios ha sido siempre fiel como el Señor y sustentador de mi vida. Y la respuesta a tal fidelidad es diezmar, declarando en cada ocasión que El es el Señor y que él es el sustentador, que podemos confiar en él.

Si eres visitante o a penas comienzas a llegar, espero que no pienses que estoy tratando de manipularte para sacar provecho económico de ti. No te preocupes no te vamos a pedir dinero. Pero sí estaré muy contento si comienzas a ver la conexión que hay entre la fe en Dios como el Señor y sustentador y el hecho de diezmar regularmente. Síguelo considerando a medida que avanzas en tu relación con Jesús.

Si eres de los que están indecisos en cuanto al diezmo; te invito a que reflexiones sobre dónde está tu corazón. Dónde está tu confianza. Tu negativa a dar el diezmo realmente es porque estás convencido bíblicamente de que no hay que darlo o estás escudando tu falta de confianza en Dios como el Señor y el sustentado detrás de esos argumentos. ¿No será que tu negativa obedece más bien a que no estás confiando en Dios para tu sostenimiento y te estás aferrando a la falsa seguridad que da el dinero? Te animo que abraces la gracia transformadora de Jesús y clama que te ayude en tu necesidad.

Si eres un diezmador regular. Te pido que estés alerta para no caer en la tentación de pensar que porque diezmas tienes garantizada la prosperidad económica, o porque diezmas eres mejor que los demás y comiences a menospreciarlos. Si por la gracia de Dios eres un diezmador regular, seguramente has comprobado vez tras vez la fidelidad de Dios. Ten cuidado de nunca perder esto de vista y cada vez que declares tu fe cuando extiendas tu mano al alfolí di con toda alegría y convicción: Mi Dios, tú eres mi Señor; Tú eres mi sustentador. Yo confío en ti.