Summary: La oración es el espacio espiritual en el cual restauro la verdad del universo; me permite ver lo que Dios ve.

¡UBÍCATE!

A través de la Oración

Salmo 46.10

Introducción

Hemos estado hablando de la oración en la Escuela Dominical. La manera en que hemos abordado el tema ha sido muy rica. Con mucha facilidad reconocemos que la oración es una de las disciplinas más importantes para todo creyente, pero la realidad nos muestra que este no es un valor, pues no practicamos la oración como si nuestra vida dependiera de ello. Algunos quizás reconozcan con valentía que no están orando, otros dirían que oran 5 minutos todos los días, además de las oraciones convencionales antes de comer. Cuando alguien nos dice que acostumbra orar de media a una hora todos los días, reaccionamos con asombro y hasta con envidia.

¿Por qué nos cuesta orar? A lo mejor te preguntas, “y… ¿para qué orar?” A lo mejor piensas, “he orado mucho y no he recibido respuesta”.

Pienso que mucha de la frustración que el hábito de orar puede producirnos se debe en gran parte a una mala concepción de la disciplina de orar. Sinónimo de orar es pedir, rogar, alabar, suplicar… Casi el 80% de los cristianos identifican la oración con pedir.

Quizás debamos preguntarnos ¿cuál fue la intención de Dios cuando nos invitó a orar?

Quiero compartir con ustedes algunas ideas que me han ayudado a mí en lo personal a entender el papel de la oración en mi vida; ideas que he tomado del libro de Philip Yancey, La Oración: ¿hace alguna diferencia? , y a las cuales le he agregado alguito de mi cosecha.

I. LA PÉRDIDA DEL ENFOQUE. Gn 3

En Gen 3 podemos encontrar la respuesta del por qué nos cuesta tanto orar. Dirá usted, “¡claro, la entrada del pecado es la causa!”. Sí, es cierto, pero no me refiero a los pecados cometidos según esa lista negra que manejamos en las iglesias. Me refiero al pecado de suplantar a Dios. Allí perdimos el enfoque: creímos que podemos ser dioses, que podemos administrar nuestra propia vida de manera independiente. Veamos el texto.

1 La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho, y dijo a la mujer:

—¿Conque Dios os ha dicho: “No comáis de ningún árbol del huerto”?

2 La mujer respondió a la serpiente:

—Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis”.

4 Entonces la serpiente dijo a la mujer:

—No moriréis. 5 Pero Dios sabe que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal.

Dios era Dios, y nosotros éramos su creación: seres humanos. No teníamos nada de qué preocuparnos, él estaba a cargo de todo. Dios venía y dialogaba con nosotros como un amigo. Conversábamos con él y participábamos de la visión que él tiene del mundo, del universo, de las relaciones. Pero decidimos rechazar la autoridad de Dios, y nos independizamos y pensamos que podíamos jugar el papel de Dios. ¿Por qué se pierde el enfoque? Porque en vez de dialogar con Dios, comenzamos a dialogar con la Serpiente. Y han pasado siglos de diálogo destructor, deformador de la visión… un diálogo que nos ha producido no sólo miopía, sino también astigmatismo espiritual. Llevamos siglos viendo las cosas distorsionadas, viéndonos a nosotros mismos de manera distorsionada. Ya no vemos como Dios ve, sino como la Serpiente ve: lo importante es el placer, el poder y la riqueza.

II. ¿CÓMO RESTAURAR EL ENFOQUE? Sal 46

En el Salmo 46 encontramos lo que Yancey denomina dos importantes órdenes para restaurar el enfoque: quietud y conocimiento. Este es un Salmo que, acorde con la manera occidental de procesar el pensamiento, debería comenzar con el verso 10:

«Estad quietos y conoced que yo soy Dios;

seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra».

QUIETUD

Significa dejar de hacer; reposar; tomarse unas vacaciones. Qué difícil resulta para muchas personas en el mundo de hoy, estarse quieto. No hacer nada.

CONOCER

El conocimiento es difícil de alcanzar, sin embargo, nos gusta pensar que lo sabemos todo. La verdadera sabiduría viene de Dios. Conocer a Dios es conocerlo todo. Para restaurar el enfoque de todas las cosas es necesario estarse quieto y conocer a Dios; sólo así tomas conciencia de otro mundo, y te concentras en SER, más que en HACER.

Una vez que logras estar quieto y conocer a Dios, todo cobra una nueva dimensión:

Quién es Dios?

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza,

nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida

y se traspasen los montes al corazón del mar;

3 aunque bramen y se turben sus aguas,

y tiemblen los montes a causa de su braveza.

Conciencia de otro mundo

4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios,

el santuario de las moradas del Altísimo.

5 Dios está en medio de ella; no será conmovida.

Dios la ayudará al clarear la mañana.

6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos;

dio él su voz y se derritió la tierra.

7 ¡Jehová de los ejércitos está con nosotros!

¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!

Ver como él ve

8 Venid, ved las obras de Jehová,

que ha hecho portentos en la tierra,

9 que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra,

que quiebra el arco, corta la lanza

y quema los carros en el fuego.

10 «Estad quietos y conoced que yo soy Dios;

seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra».

11 ¡Jehová de los ejércitos está con nosotros!

¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!

III. LA ORACIÓN COMO POSICIONAMIENTO. Sal 8

La oración es el espacio que te permite volver a ocupar el lugar que te corresponde. Desde ese lugar todo se re-enfoca. La oración te sube a la montaña para te veas desde allí y puedas darte cuenta de cuán pequeño eres; luego te baja y te hace levantar la mirada hacia el cosmos, para que desde allí puedas contemplar la grandeza de tu Dios.

3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

la luna y las estrellas que tú formaste,

4 digo: «¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria,

y el hijo del hombre para que lo visites?».

9 ¡Jehová, Señor nuestro,

cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

Salmo 8

Pero la condición ineludible para llegar a ese lugar es la quietud y el conocimiento.

Quedarse quieto, dejar de ser Dios, para dejarlo a él ser Dios. Abandonar la idea de que tú puedes hacerlo todo, conocerlo todo, solucionarlo todo. Y para dejar que Dios sea Dios, debes bajarte de tu trono y renunciar a ese mundo irreal que te has construido.

Conocer a Dios; o más bien, re-conocer a Dios, volverlo a conocer, recobrar la memoria perdida en el Edén hace miles de años. Entonces recordaremos quién es él, y quiénes somos nosotros. Tendremos claro hacia dónde vamos y con quién estamos. Esa conciencia la tenían Pablo y Jesús. Cuando las circunstancias contradicen la verdad del Salmo 46.10: seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra, se hace difícil creer. Pero si acudes a la oración, te re-enfocarás.

Pablo y Silas en la cárcel de Filipos

22 Entonces se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarlos con varas. 23 Después de haberlos azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardara con seguridad. 24 El cual, al recibir esta orden, los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo.

25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

Hechos 16.22-26

Jesús ante Pilatos

7 Los judíos le respondieron:

—Nosotros tenemos una ley y, según nuestra ley, debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios.

8 Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. 9 Entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús:

—¿De dónde eres tú?

Pero Jesús no le respondió. 10 Entonces le dijo Pilato:

—¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte y autoridad para soltarte?

11 Respondió Jesús:

—Ninguna autoridad tendrías contra mí si no te fuera dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.

Conciencia de otro mundo… de otra realidad... de la verdad. Fíjense, lo que estaba en entre dicho era quién dice Jesús que es él; sin embargo, la pregunta de Pilatos es ¿de dónde eres tú?

De donde viene Jesús, nadie más da las órdenes que el mismo Dios; la única autoridad que Jesús reconoce es la de su Padre; aún cuando Pilatos da la orden de crucificarlo.

CONCLUSIÓN

¿Cómo lo logro?

1. Cambia tu manera de ver la oración. Acude a ella como esa valiosa oportunidad de comunión con Dios que te permitirá re-enfocarte. Tomar una nueva posición desde la cual todo se verá diferente.

…la oración se ha vuelto para mí mucho más que una lista de compras que demandar de Dios, se ha vuelto una reordenación de todo. Yo oro para restaurar la verdad del universo, para obtener un pequeño vistazo del mundo, y de mí, a través de los ojos de Dios.

La oración es el acto de ver la realidad desde el punto de vista de Dios.

Philip Yancey, Prayer: Does It Make Any Difference?, p. 29, Zondervan

2. Haz un alto, quédate quieto… admite tus fracasos, tus debilidades y tus limitaciones. Suelta las cosas.

3. Bájate del trono. Ríndete. Has estado ocupando un lugar que no te corresponde. Re-conoce a Dios; déjalo ser Dios.

Resultados

1. Esa oración restaurará la verdad del universo, nos traerá a la memoria una realidad contradicha por las circunstancias. Jesús dijo: “Yo soy la verdad” (Juan 14.6). La verdad es una persona, es Jesús. Y cuando Jesús está en medio todo cambia. En el episodio de Jesús y sus discípulos en una barca que está a punto de naufragar a causa de la tempestad, la verdad está dormida plácidamente. Las circunstancias son precarias… hay miedo… “—¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos? Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: —¡Calla, enmudece! Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma”. (Marcos 4.35-41)

2. Esa oración te recordará quién eres y hacia dónde vas. Conciencia de otro mundo:

Respondió Jesús [a Pilatos]:

—Mi Reino no es de este mundo; si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí.

Juan 18.36

Rev. José A. Soto

Primera Iglesia Bautista de Heredia

Costa Rica

16 de septiembre del 2007