Summary: Ora y ayuna

Buen inicio: Ayuno

Intro: Imagina que tu jefe te llama a su oficina y te ofrece un ascenso en la compañía, lo único que el nuevo puesto no es aquí sino en Oaxaca e implica viajar mucho cada mes. ¿Qué haces para tomar la decisión?

O bien, tal vez tu matrimonio no anda muy bien…en realidad está pendiendo de “un hilito”. Parece que has intentado todo y no se soluciona…¿Qué puedes hacer?

O quizá vas a hablar con alguien de un asunto muy delicado. No sabes qué va a ocurrir después de esa plática. Lo has pensado mucho, pero sabes que no puedes seguir postergando esa conversación. Estás muerto de miedo, pero no hay otra salida más que hablar con la persona. ¿Cómo te preparas para esa plática trascendental?

Tal vez estás experimentando un enfriamiento en tu relación con Dios. Has estado haciendo cosas que no debes y has enredado tu vida en ese proceso. Ya no sabes cómo poner freno a la situación, quieres dejar de actuar mal pero como que no tienes la fortaleza. ¿Qué haces para cambiar de rumbo tu vida en esta situación tan desesperada?

O quizá te han encomendado una tarea difícil. Sabes que esta tarea sobrepasa tus habilidades y sabes que si Dios no te ayuda no hay manera en que puedas salir adelante. ¿Cómo enfrentas esta encomienda con responsabilidad?

Tal vez te identificas con alguno de estos escenarios. La vida real abunda de situaciones como estas que nos dejan en una encrucijada. Sentimos que nos sobrepasan, no vemos con claridad la salida. Quizá estás en una situación similar ahora mismo.

Este mes hemos estado hablando de la oración. La oración es el mejor inicio que puedes tener para cualquier situación o escenario. Como se nos ha dicho, la oración muestra nuestra dependencia en Dios. Somos animados a seguir orando porque sabemos que el Padre nos está escuchando y él, nuestro Padre y su Reino, deben ser el centro de nuestras oraciones.

La oración es un precioso recurso que Dios nos ha concedido para crecer en nuestra relación con él. Dios no necesita que oremos, sino nosotros necesitamos orar.

Ahora bien, hay situaciones en la vida que son particularmente especiales. Nos ponen en verdaderas encrucijadas, no hallamos ni el cómo ni el cuando, no sabemos qué hacer, nos desesperan, nos agobian, nos hacen sentir que no hay mañana.

En tales situaciones, los hombres y mujeres de la Biblia echaban mano de un recurso espiritual para acompañar sus oraciones intensas a Dios. Ellos acompañaban sus oraciones con el ayuno.

EJEMPLOS

En la Biblia encontramos varios ejemplos de hombres y mujeres que además de orar y clamar a Dios, ayunaban en situaciones particularmente difíciles y especiales.

Recordamos a la Reina Ester quien siendo judía era la esposa del rey persa Asuero. Pero había un hombre de la confianza del rey, llamado Amán, que quería exterminar a los judíos por su odio particular por un judío llamado Mardoqueo (quien era pariente de Ester). Amán con trampas logró que el rey aprobara un decreto de odio en el que se autorizaba que, en cierta fecha, los habitantes no judíos de las provincias del reino podían matar a los judíos y quedarse con sus bienes.

Ester estaba en un lugar estratégico para hacer algo por su pueblo. El único problema era que no podía presentarse ante el rey sin ser convocada, hacerlo podía costarle la vida. Para prepararse para realizar esta acción tan osada, clamó a Dios y ayunó, como nos dice Ester 4:16: “Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y si perezco, que perezca!

En el Antiguo Testamento también encontramos la situación en la que se encontró el rey Josafat. Varios pueblos se aliaron y venían a conquistarlos. La respuesta de Josafat ante tal amenaza la encontramos en 2 Crónicas 20:3-4: Atemorizado, Josafat decidió consultar al SEÑOR y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del SEÑOR.

También podemos acordamos de la respuesta del rey y los habitantes de Nínive cuando el profeta Jonás anunció que Nínive sería destruida en unos 40 días. Ellos clamaron a Dios pidiendo perdón y ayunando como dice Jonás 3:6-8: Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza. Luego mandó que se pregonara en Nínive: «Por decreto del rey y de su corte: »Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua. Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos.

También en el Nuevo Testamento encontramos que la práctica del ayuno continuaba usándose cuando se presentaban situaciones o decisiones importantes como se muestra en Hechos 13:2-3, cuando comisionan a Pablo y Bernabé para salir en el primer viaje misionero: “Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado.» Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron”.

Como vemos, los hombres y mujeres de la Biblia cuando se presentaban esas situaciones particularmente especiales que requerían oración intensa, ya sea por decisiones trascendentales, confesiones, amenazas inminentes o acciones valerosas, acompañaban la oración intensa con el ayuno.

RASGOS CARACTERÍSTICOS

De estos y otros pasajes de la Biblia podemos destacar ciertos rasgos que caracterizan el ayuno:

1. Abstenerse temporalmente de elementos necesarios para el cuerpo. Subrayamos la palabra “temporalmente” porque no es una “huelga de hambre” o algo que hacemos intencionalmente para dañar nuestro cuerpo. Sino es abstenerse temporalmente de elementos como los alimentos o el agua, tan necesarios para nuestra subsistencia. La necesidad física que experimentamos cuando estamos ayunando nos recuerda nuestra necesidad espiritual tan profunda de Dios y que en ese tiempo estamos buscando.

2. Búsqueda humilde e intensa de Dios. El ayuno se hace con actitud humilde y con clamor profundo del alma por Dios. Cuando ayunamos le decimos a Dios: “Es tanta mi necesidad de ti que ni siquiera la comida o el agua son importantes para mí en este momento”. Como decía el Salmista: “Mi alma tiene sed de ti, sed de Dios”.

3. Acompañado de tiempo substancial de oración. El ayuno está diseñado como un compañero de la oración. No tiene ningún beneficio espiritual apartado de la oración. Por eso, es un error pensar en ayunar, sin orar. Quizá bajes peso, pero no obtendrás los beneficios espirituales que trae cuando se practica de acuerdo con el propósito con el cual fue establecido.

4. Situación particularmente apremiante. El ayuno en la Biblia se practicaba cuando habían situaciones especiales y extraordinarias que demandaban una búsqueda intensa de Dios. Es el compañero ideal de la oración cuando llegan esas encrucijadas de la vida.

USOS EQUIVOCADOS

Pero como todo, siempre hay abusos y excesos de las cosas buenas. En la práctica vemos también que al ayuno se le dan usos incorrectos y equivocados.

1. Como soborno. Algunos han llegado a pensar que si ayunan van a “torcerle el brazo a Dios” para que escuche las oraciones. Piensan que el ayuno pondrá en jaque mate a Dios y no tendrá más remedio que responder. Dios no puede ser sobornado. Dios nos escucha porque es Padre amoroso. El beneficio de acompañar la oración con el ayuno es para nosotros.

2. Como sacrificio. Algunos ayunan para autocastigarse cuando piden perdón por sus pecados. Piensan que al hacer el sacrificio de abstenerse de los alimentos aplacará la ira de Dios. Pero la Biblia nos enseña que no hay nada que podamos o tengamos que hacer para hacer propiciación por nuestros pecados porque la muerte de Cristo fue suficiente para pagar por los pecados. La ira de Dios fue descargada sobre Jesucristo y todos los que creen en Él reciben el perdón de sus pecados. El llevo la culpa y el castigo por el pecado. Por eso podemos orar confiadamente en el nombre de Jesús, nuestro único mediador, y el Padre nos escucha.

3. Como superstición. Algunos ven el ayuno como un ritual o fórmula que tienen que hacer como siguiendo una receta porque si no, piensan que no surtirá efecto. Están muy preocupados por cosas como cuánto tiempo debo ayunar, ayunar alimentos y líquidos o sólo alimentos, etc. El ayuno no se trata de formulismos o ritualismos legalistas, sino de una búsqueda física y espiritual de Dios en situaciones particulares. No te pierdas en ritualismos, sino ora y ayuna humildemente buscando al Padre.

4. Como presunción. Este era el uso pecaminoso que los fariseos le daban al ayuno. Trataban que se hiciera evidente y visible que estaban ayunando porque de esta manera lograban la admiración de la gente por su supuesta gran espiritualidad. Pero Jesús indica claramente en Mateo 6:17-18: Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino sólo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

APLICACIÓN

Todo este mes estuvimos hablando de la oración. Sinceramente, esperamos que te hayas sentido animado a orar y esto se vuelva una pauta en tu vida. Hoy te quiero animar a practicar el ayuno bíblico juntamente con la oración cuando vengan situaciones inusuales y apremiantes. Busca a tu Padre que siempre escucha y profundiza en tu relación con él en cuerpo y alma.

Si estás por tomar una decisión importante en tu vida…ora y ayuna.

Si tienes problemas serios relacionales ya sea con tu cónyuge, con tus hijos o con alguien a tu alrededor…ora y ayuna.

Si vas a dar un paso decisivo en tu vida que te da mucho temor darlo…ora y ayuna.

Si estás luchando con dejar un pecado y no hallas fuerza para hacerlo…ora y ayuna.

Si te sientes inadecuado o inhabilitado para realizar una tarea que es tu responsabilidad…ora y ayuna.

En fin, en esas situaciones trascendentales y apremiantes, el compañero ideal para la oración es el ayuno. Ora y ayuna porque nunca estás solo, porque el Padre está cercano. Porque el Hijo intercede por ti y el Espíritu Santo que Dios ha derramado en tu corazón te hace clamar: ¡Abba Padre! Ora y ayuna porque la oración es el mejor inicio para que en toda situación vivamos para la gloria de Dios.