Summary: Sirve a Cristo en Su comunidad

Lista de Pendientes: servir

Todo este mes hemos estado abordando una serie de sermones que tienen que ver con asuntos que vamos dejando pendientes y postergamos su atención. Asuntos tales como, buscar la reconciliación, pagar deudas, compartir la fe y agradecer.

Hoy nos toca abordar el tema del servicio y específicamente en el contexto de la comunidad de fe a la que pertenecemos. Servir o poner nuestros dones al servicio de la comunidad de Cristo puede ser algo que vayamos postergando y dejando pendiente en nuestras vidas. Quizá pensamos que no tenemos nada para ofrecer o bien que aunque queramos, no hay tiempo en nuestras apretadas agendas para servir a los demás. Otros más, no servimos en la iglesia, porque pensamos que nuestros dones serían desperdiciados o subutilizados en la iglesia. Aun otros, piensan que lo que ellos pueden hacer es tan ordinario y quizá innecesario, de tal forma que ni se animan a ofrecerlo. Sea como sea, vamos dejando pasar las oportunidades de servir, y la verdad es que nos vamos perdiendo grandes experiencias de crecimiento en la Iglesia de Jesucristo.

Tuve la bendición de nacer y crecer en un hogar cristiano. Desde pequeño me hicieron parte de una comunidad de fe. Allí fue donde comencé a tener oportunidades de ofrecer lo poco o mucho que podía dar según se iban presentando las ocasiones. Tuve la oportunidad de servir en distintas actividades y cargos: desde acarrear piedras hasta posiciones de enseñanza y liderazgo. Ningún trabajo realizado en el contexto de la comunidad, por sencillo que fuera, fue tiempo perdido. Todo lo que el Señor me permitió hacer, de una u otra manera, me fue forjando para llevarme al punto de servicio donde el Señor me tiene ahora.

Seguramente, si eres de los que ha tenido la misma oportunidad que yo tuve, coincidirás conmigo en que el poner tus dones al servicio de la comunidad de Cristo es la mejor inversión que puedes hacer de tu tiempo, recursos y esfuerzos.

Pero quizá, nunca te has animado a servir o bien, lo hacías en el pasado y lo dejaste de hacer y has postergado y rechazado invitaciones frecuentes a involucrarte de esta manera con la iglesia de Cristo. Hoy quiero animarte a ya no dejar pendiente o postergar más este asunto: Sirve a Cristo en Su comunidad.

En 1 Pedro 4:10-11 encontramos esta verdad presentada de una manera muy práctica y aplicable. El versículo 10 nos dice: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas”.

Este versículo nos enseña mucho acerca del servicio en la comunidad de Cristo y sobretodo, es el antídoto contra de muchas mentiras que solemos creer acerca de este asunto.

Primera Mentira: Algunos suelen creer: “yo no tengo ningún don”. Yo no tengo alguna habilidad que pueda ser de utilidad para el Cuerpo de Cristo. Pero el Apóstol Pedro nos dice: “CADA UNO ponga al servicio de los demás el don que haya recibido”. Esto implica que esto de los dones no es de una o dos personas, sino que “Dios ha dado dones a cada uno” de los que creen en Cristo. Si estás en una relación creciente con Cristo, puedes contar con que Dios te ha equipado para realizar ciertas tareas necesarias para que la iglesia cumpla su misión.

Estoy convencido que Dios pone en cada iglesia a las personas con los dones necesarios para cumplir con la misión de hacer discípulos. Esto es algo que creemos y por eso queremos fomentar que consideres cuál es tu papel en esta comunidad de Cristo. Todo lo que ves, todo lo que se programa, todo lo que hacemos, se puede hacer porque hay personas que han dejado de creer la mentira de que no tienen ningún don y han abrazado la verdad de Dios, creyendo que Dios les ha dado dones para poner al servicio de la comunidad de Cristo. Por eso este día te animamos: Sirve a Cristo en Su comunidad. Porque si tienes una relación con Cristo, también has sido dotado con algún don que se requiere en esta iglesia para cumplir la misión.

Segunda Mentira: Pero hay aún otra mentira que solemos creer: “Mis dones son evidencia que soy mejor que los demás”. Algunos están en el otro extremo de los que dicen “no tengo dones”. Algunos de nosotros tenemos un concepto más alto de nosotros mismos que el que debemos tener al pensar que porque podemos hacer ciertas cosas muy visibles y llamativas somos mejores que los que tienen dones para hacer cosas más sencillas y discretas. Esto los lleva a jactarse de sus dones y a menospreciar a los demás. Pedro dice: “Cada uno ponga al servicio de los demás el DON QUE HAYA RECIBIDO…” Los dones son regalos que hemos recibido no porque merezcamos algo en especial, sino porque Dios tuvo la gracia para con nosotros de dotarnos de ciertas maneras.

Respecto a los dones no tiene lugar la jactancia porque todo lo hemos recibido por gracia. El Espíritu Santo ha decidido a quién le ha dado cada cosa. Pero todo lo que el Espíritu Santo ha dado es necesario y útil para el cumplimiento de la misión. Así que no hay dones más importantes que otros, sino que todos se complementan para realizar cualquier trabajo para Dios.

Para todos a los que nos toca ejercer dones muy públicos, como por ejemplo la predicación, tenemos que recordar que detrás de este momento tan público, fue necesario que muchas personas pusieran sus dones a trabajar para que este lugar y este momento se esté desarrollando como se ha desarrollado. Todas estas personas hicieron cosas en el anonimato pero su trabajo es evidente y sus dones son muy necesarios. Los dones los recibimos por gracia y los debemos compartir de gracia, sin jactancias personales.

Tercera Mentira: También hay otra mentira que a veces creemos: “Son MIS dones”. Las habilidades que tengo son para que YO saque provecho de ellas, son para que Yo me edifique a mí mismo. Comenzamos a tener una mentalidad de dueños de las habilidades que Dios nos dio, pero Pedro dice: “Cada uno PONGA AL SERVICIO DE LOS DEMÁS los dones que haya recibido, ADMINISTRANDO FIELMENTE la gracia de Dios en sus diversas formas”.Es decir, no somos dueños de esos dones, sino administradores. No son para nuestro propio provecho, sino para que los demás sean edificados. Los dones apuntan fuera de nosotros. No tiene ningún sentido tener una habilidad dada por Dios que no la estés usando para servir a los demás. Somos llamados a ser fieles administradores de este regalo precioso que Dios nos ha dado.

Por eso cuando yo pienso que es MI don y lo uso para mi propio provecho, estoy privando al Cuerpo de Cristo de algo que Dios ha provisto para su Pueblo. Estoy siendo infiel al Señor al no ver la naturaleza del don que me ha dado y que apunta hacia la edificación de los demás. Doy gracias a Dios por todas esas personas que en nuestra comunidad son fieles administradores de sus dones. Somos tan bendecidos como iglesia cuando las personas como ellas, se enfocan en poner lo que Dios les ha dado al servicio de Cristo.

Cuarta mentira: Pero hay aún una última mentira que solemos creer algunos de nosotros: “Lo que yo hago es algo muy ordinario”. Algunos piensan ¿Qué de extraordinario tiene dar la bienvenida en la entrada? ¿Qué de extraordinario tiene acomodar las plantas decorativas en este lugar? ¿Qué de extraordinario tiene preparar el refrigerio de los niños? ¿Qué de extraordinario tiene preparar una despensa para gente necesitada? Algunos piensan que aquellas cosas que hacen usando sus dones para la comunidad de Cristo son cosas muy ordinarias y sin mucha relevancia.

Pero Pedro dice: ““Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente LA GRACIA DE DIOS EN SUS DIVERSAS FORMAS”. ¡Esto es algo tremendo! Esto quiere decir que lo que hacemos al usar los dones que hemos recibido es administrar a los demás la GRACIA de Dios. Cada don usado es una manifestación de la gracia de Dios para su pueblo. Esa gracia es la que transforma. Esa gracia es la cambia las vidas. Esa gracia es la que levanta al caído y nos hace cada día más semejantes a Jesús. Entonces, no estamos hablando de algo ordinario y simple, sino que estamos hablando de algo extraordinario, fuera del ámbito humano, algo que proviene directamente de nuestro Buen Padre Celestial.

Cuando ponemos nuestros dones al servicio, la fibra, la esencia de lo que estamos haciendo es distribuir la gracia de Dios en el Cuerpo de Cristo. ¡Esto es maravilloso! ¡Todo lo que haces es al usar tus dones es extraordinario! ¡Todo es muy especial! Por eso te animamos: Sirve a Cristo en Su comunidad.

Estos dos versículos son tan ricos que no es posible agotar todo su contenido. Pero me gustaría hacer algunas observaciones más al respecto del versículo 11, el cual nos dice: “El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.”

Con esto de los dones a veces nos revolvemos mucho cuando es muy sencillo. Este versículo nos enseña que básicamente hay dos grandes categorías en las que podemos clasificar los dones que da el Espíritu Santo. Unos, son los dones que tienen que ver con las PALABRAS: “El que habla hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios” y otros dones tienen que ver con las ACCIONES: “el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios”. Como vemos, todo don que Dios reparte tiene que ver con Palabras o con Acciones.

Algunos podemos hablar, comunicar, cantar, escribir, enseñar, animar, aconsejar, exhortar, dirigir (Dones relacionados con las Palabras) y otros pueden servir, acomodar, cocinar, administrar, adornar, dar, etc. (Dones relacionados con las Acciones).

Así que no necesariamente en el don que Dios te ha dado vas a tener que usar muchas palabras o muchas acciones, pero lo que nunca debemos perder de vista, como dice este versículo es la motivación que siempre debemos tener: “Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo”.

Cuando servimos ya sea usando dones relacionados con Palabras o con Acciones, estamos haciendo a Cristo más famoso, más conocido, más reconocido y su gloria resplandece por todas partes. Al final de cuentas, al servir a Cristo en su comunidad le damos a Dios la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Por eso este día decimos una y otra vez: Sirve a Cristo en Su comunidad. Porque al hacerlo estás glorificando a Dios.

Quizá te estés preguntando…¿Qué hago? ¿Por dónde empiezo? Te quiero sugerir tres pasos básicos:

1. Observa necesidades. Es muy probable que las necesidades que observas en esta comunidad sean más evidentes para ti porque Dios te ha dotado con los dones requeridos para suplirlas. Si ves necesidades ora y comienza a verte como la respuesta que Dios ha dado a esas necesidades. No digas: “Alguien debe hacer esto o aquello”. Si ves la necesidad, casi te puedo asegurar que tú tienes que ver, cuando menos en parte, con la respuesta a esa necesidad.

2. Pregunta por oportunidades. Acércate a las personas correspondientes para ver maneras en que puedes apoyar. Si ves necesidades en el ministerio infantil acércate a las coordinaras. Si tienes un peso por los jóvenes de la iglesia pregunta a los líderes del ministerio juvenil cómo puedes ayudar. Si te llama la atención la ayuda a las personas necesitadas materialmente, habla con los diáconos de cómo puedes colaborar con ese ministerio. En fin, da pasos concretos, averigua, investiga, pregunta.

3. Ponte a trabajar. Cuando ves una necesidad y tienes la disposición para colaborar, lo único que falta es poner a prueba tus dones. La única manera segura de saber si tienes algún don relacionado con las Palabras o con las Acciones es poniéndolos a trabajar. Cuando tienes el don en esa área de servicio, la señal es que la gente a tu alrededor será grandemente edificada en su relación con Cristo. Por eso, si no has identificado tus dones, no te de temor intentar en varias áreas de servicio hasta que veas cómo vas siendo de edificación a los demás. En ese proceso, también crecerás grandemente en tu relación con Cristo.

Por la gracia de Dios, tenemos la gran bendición de ser parte de la comunidad de Cristo y se nos da el privilegio y el gozo de servir en ella. Por eso, este día, escribimos en nuestra lista de pendientes: “Servir a Cristo” en su Comunidad y todo para la gloria de Dios.