Summary: No es el ejecutivo de alto poder, una celebridad o un político prominente quien recibe honor ante los ojos de Dios, sino el cristiano que vive para Cristo y le sirve.

Llamados a Servir.

“Mas Jesús, llamándoles les dijo: sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre de ellas potestad. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será el servidor de todos.” (Marcos 10:42-44).

¿Qué significa servir a Dios?

El final de un año y el comienzo de otro son momentos oportunos para la reflexión personal. Dado que nuestro mundo es tan acelerado, es fácil seguir haciendo lo que siempre hemos hecho sin detenernos a considerar si necesitamos o no un cambio de rumbo. Esto es cierto en casi todos los aspectos de la vida, pero en especial en lo espiritual, porque somos bombardeados con todo tipo de mensajes acerca de qué creer, qué valorar y qué perseguir.

Existe un tremendo contraste entre lo que el mundo promueve y lo que la Palabra de Dios enseña. Lo trágico es que muchos cristianos han sido influenciados más por la cultura que por las Sagradas Escrituras, sin siquiera darse cuenta. Por ejemplo, el mundo valora el poder, la prominencia y el prestigio, pero Jesucristo dijo: “Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Jn 12.26). No es el ejecutivo de alto poder, una celebridad o un político prominente quien recibe honor ante los ojos de Dios, sino el cristiano que vive para Cristo y sirve al Señor.

Cuando los discípulos de Jesucristo querían lugares prominentes en su reino, el Señor los corrigió diciendo: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Mt 20.25, 26). Esto es contrario a lo que nuestro mundo promueve, pero debe ser la ambición de cada creyente: servir al Señor de cualquier manera, en el lugar, tiempo o posición que Él decida.

Pero ¿qué significa servir a Dios? A menudo pensamos que tiene que ver con pastores o misioneros, o que se limita al servicio dentro de la iglesia, pero de acuerdo con Colosenses 3.23, 24 abarca toda la vida: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres... porque a Cristo el Señor servís”. Ya sea en el hogar, trabajo, escuela, vecindario o iglesia, estamos llamados a servir con obediencia a Dios y a los demás.

I- La siguiente pregunta es: ¿Por qué debemos servir a Dios?

En primer lugar, debemos considerarlo un privilegio debido a la grandeza de Aquel a quien servimos. Él es nuestro Creador y “el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible” (1 Ti 6.15, 16). No nos equivoquemos: Dios no necesita que nosotros le sirvamos. Él es capaz de lograr cualquier cosa por sí mismo.

Nuestro servicio no puede añadirse a lo que Dios hace; sólo puede magnificar quién es él, extender su amor a los que nos rodean, y expresar nuestro agradecimiento por lo que él ha hecho. Entre más reconozco mis defectos y cuán profundamente Dios me ama a pesar de ellos, más acepto la mentalidad de servicio.

Estaré menos preocupado de que mi servicio me haga ver bien o incluso de lograr algo bueno para mis amigos. El enfoque de mi servicio estará en poner a Dios en el centro de la atención, en dirigir a otras personas hacia Dios al demostrar su maravilloso amor.

No servimos a un déspota cruel y despiadado, sino a un amoroso Padre celestial que envió a su Hijo amado para rescatarnos de la condenación del pecado (Jn 3.16). Nos unimos a los patriarcas, a Job, a Moisés, a David, a los profetas y a los apóstoles, quienes consideraron un honor servir al Dios Altísimo.

Segundo, debemos servir al Señor porque seguimos los pasos de Cristo. El apóstol Pablo nos dice que tengamos la misma actitud que Cristo Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Fil 2.5-7). Cristo fue, ante todo, un servidor de su Padre porque nunca actuó por su propia iniciativa, sino que solo hizo lo que el Padre le pidió para servir a la humanidad y entregar su vida como rescate por muchos.

(Jn 8.28), Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. para servir a la humanidad y entregar su vida como rescate por muchos

(Mr 10.45) Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

La tercera razón por la que debemos servir a Dios es porque es un preludio de lo que haremos por toda la eternidad. En muchos sentidos, esta vida terrenal es solo un ensayo para el cielo, ya que, de acuerdo con el último capítulo de la Biblia, serviremos al Señor para siempre (Ap 22.3):Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán.

La Salvación es por gracia y por fe, pero cuando estemos ante Cristo, Él evaluará nuestro servicio, y si hemos sido fieles con lo poco que nos ha confiado, nos confiará más en su reino (Mt 25.21). Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Cuarto, servimos a Dios por amor a Él y gratitud por nuestra salvación. No servimos para ganar la salvación, sino como expresión de nuestro agradecimiento al Salvador. En lugar de ofrecer excusas o pensar en el servicio como una carga o un deber, se convierte en un deleite cuando nuestros corazones están llenos de amor y gratitud por todo lo que Dios ha hecho por nosotros (Sal 40.8): El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.

Resumen: ¿Por qué debemos servir a Dios?: un privilegio debido a la grandeza, porque seguimos los pasos de Cristo, porque es un preludio de lo que haremos por toda la eternidad, por amor a Él y gratitud por nuestra salvación

II- ¿Como Sé Que Sirvo Verdaderamente A Dios?

No es posible amar a Dios sin amar al prójimo. El amante siempre ama todo lo relacionado con su amor y en este caso el amor de su amado Creador es el prójimo.

“Si alguno dice: Amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1Jn 4,20-21).

La única manera de amar como Cristo nos ordena es dejando que el amor de Dios fluya a través de nosotros.

Cuando logro perfeccionar mi Servicio Sirviendo a Otros, Solamente así logro Servir a Dios.

Pero ¿qué significa servir a otros exactamente?

Filipenses 2:3-4 “Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás”.

Servicio = encontrar maneras prácticas de mostrar a otras personas que ellos importan. Usted es importante porque es imagen de Dios. Se parece al dicho: ¡Usted es importante y yo quiero demostrárselo!

La manera en que servimos al Señor varía de persona a persona porque cada uno de nosotros fuimos creados y dotados por Dios de manera única. Cada uno de nosotros tenemos diferentes dones, según la gracia de Dios.

Nuestro servicio también difiere según las etapas de la vida. Por ejemplo, una joven madre sirve al Señor al cuidar a sus hijos, aunque esto cambia a medida que sus hijos crecen. Sin embargo, hay algo que permanece igual: servimos a Cristo al servir a quienes nos rodean. Después de que el Señor Jesús les lavara los pies a sus discípulos, podríamos haber esperado que les dijera: “Ahora deben lavarme los pies”; sin embargo, les dijo: “vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (Jn 13.14).

¿Aprovecha las oportunidades que Dios le presenta para servirle? Tal vez durante este año pueda comprometerse a estar alerta a las puertas de servicio que Dios le abra. En lugar de cerrarlas por creer que no dispondrá de tiempo, talento o recursos adecuados, recuerde que ser un servidor dispuesto y fiel del Dios todopoderoso es el mejor llamado en la vida. Así que no deje pasar las oportunidades.

III- Servimos eficazmente a Dios cuando servimos Juntos.

¡Pero Dios no quiere que ministres solo! Filipenses 2:2 dice: “Háganme verdaderamente feliz poniéndose de acuerdo de todo corazón entre ustedes, amándose unos a otros y trabajando juntos con un mismo pensamiento y un mismo propósito.” (NTV). ¿Por qué Dios requiere esto? ¿Por qué no puedes servir a Dios tú solo?

1. Porque somos una familia.

La Biblia dice en 1 Corintios 3:9, “Nosotros somos colaboradores al servicio de Dios” (NVI). Si eres parte de la familia de Dios, Él quiere que te lleves bien con el resto de los miembros de Su familia. De hecho, Dios está más interesado en las relaciones que construyes al servir junto a los demás, que en el servicio que realizas solo. Él quiere que te lleves bien con Su familia.

2. Porque nos necesitamos unos a otros.

Nos necesitamos unos a otros para servir. Nadie tiene todos los talentos. Nadie tiene todos los dones. Dios hizo esto de manera intencional de tal forma que tú me necesites, y yo te necesite, y todos nos necesitemos mutuamente. “También nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás” (Romanos 12:5 NVI)

3. Porque logramos más y mejores resultados.

Eclesiastés 4:9 dice: “Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito” (NTV). El trabajo en equipo multiplica la efectividad. Dios quiere usarte en formas que tú ni te imaginas. Podrías decir: “¿Qué tengo yo para ofrecer?” Sin duda tienes algo, pero no es suficiente. Por eso es que necesitas a otras personas en tu vida. Dios quiere usarte, pero Él también quiere usarte en un equipo en el que todos se ayuden unos a otros.

Dios nos diseñó para que nos sintamos más vivos y realizados cuando somos parte de un equipo que está logrando algo para el reino de Dios.

Amar de verdad al Señor, con lleva siempre el deseo de servirle absolutamente en todo. El que ama al Señor, en todo momento se está preguntando: ¿Lo que estoy haciendo, es lo que Dios quiere que yo haga en este momento?

Y si amar es servir, habríamos de preguntarnos ¿Estoy yo sirviendo siempre a mi prójimo?

Concluyendo debemos de tener muy claro, que, si amamos y en consecuencia servimos a los demás, sea quien sea, nos caiga gordo o bien, siempre estaremos amando al Señor.

IV- El Servicio como estilo de Vida. (“Brilla en el sitio”).

El servicio a los demás es un estilo de vida que todo cristiano debe cultivar. Sin embargo, eso no quiere decir que tengamos que dedicar todo nuestro tiempo libre a servir como voluntarios, o a trabajar en un centro de beneficencia pública. El Señor no divide nuestro servicio en secular y religioso, ni considera uno más valioso que otro. Su deseo es que todo lo que hagamos sea hecho con el corazón de siervo.

Nuestro ejemplo es Cristo, que “no vino para ser servido, sino para servir” (Mr 10.45). Como sus representantes, debemos considerar lo que comunican nuestras acciones, actitudes y palabras. Dios no suele requerir grandes actos de servicio cada día; más bien, lo que quiere es que sus hijos ayudemos ante las necesidades de los demás y demostremos bondad y hospitalidad. Imaginemos cómo nos destacaríamos en esta sociedad egoísta si, al igual que Cristo, tratáramos las necesidades de los demás como más importantes que las nuestras (Fil 2.3-5).

Ejemplos prácticos de servicio:

1- Dentro de la Iglesia:

a) a través de sus ministerios: enseñanza, adoración, juventud, niños etc.

b) Como individuos: a través de la oración, la intercepción, visitación, acompañamiento.

2- Enfoque en la comunidad:

a) a través de los ministerios de la Iglesia: la evangelización, visitación, ayuda al necesitado, misiones.

b) Como individuos: pequeños actos de amabilidad, palabras de alimento, compartir literatura.

Conclusión:

Para mantener el corazón de siervo, recuerde que Cristo es su Señor. Cuando usted obedece a Dios y sirve a los demás con alegría, lo glorifica, ejemplifica la actitud de Cristo e invierte en algo de valor eterno.

No dejes pasar este año sin proponerte y lograr ser un mejor servidor de Dios enfocándote en servir a otros y teniendo como modelo a Jesús.