Summary: Dar es un reflejo de mi respuesta al evangelio.

Hoy continuamos nuestra nueva serie de Sermones que le hemos llamado: Discípulo ADAMI. Este título incorpora dos palabras muy importantes para nosotros como iglesia. Primero, se trata de ser un discípulo de Jesús, es decir un seguidor comprometido, dispuesto, moldeable del Señor Jesús. Y segundo, tenemos la palabra ADAMI.

Si es primera vez que escuchas la palabra ADAMI quizá te parezca algo extraño. Y es que lo es, porque ADAMI es una palabra inventada que forma un acróstico que resume cinco acciones que como iglesia local consideramos fundamentales para el crecimiento de los discípulos de Cristo que conforman la iglesia Shalom y de todos los que consideran esta comunidad como su iglesia.

En esta serie queremos repasar esas implicaciones de ser discípulos de Jesús que practican comprometidamente 5 acciones para su crecimiento sostenido en su relación con Cristo: Adorar, diezmar, Aprender, Ministrar e Influir.

Estas acciones no nos procuran el favor de Dios, ni son nuestra manera de torcerle el brazo a Dios para que haga lo que nosotros queremos, sino son bendiciones que tenemos como creyentes para seguir creciendo en nuestra relación con Cristo. Aceptar estos desafíos, redundarán en un crecimiento en tu vida, que, sin duda, impactará a tu familia y a los que te rodean. Porque un discípulo comprometido con Cristo es un corazón que crece en el amor y conocimiento del Señor. Por eso, seamos discípulos ADAMI.

Hoy continuamos con la letra D de nuestro acróstico ADAMI. Hablamos de ser discípulos comprometidos con Diezmar a Dios. Aunque hoy me gustaría hablar mucho más que de sólo el diezmo, me gustaría enfocarme en la práctica cristiana y bíblica de dar. Los discípulos de Cristo damos para el Reino de Dios de lo que Dios nos da.

Si eres visitante o de recién llegada a nuestra iglesia. Quizá pienses que escogiste un mal día para venir por primera vez. Tu temor parece estarse confirmando: “Las iglesias sólo quieren sacarle dinero a la gente”. Para tu tranquilidad quiero decirte que si te quedas el tiempo suficiente por aquí, te darás cuenta que el dinero no es nuestro énfasis. Hablamos del dinero como hablamos de otros temas que son parte de la vida y nuestra relación con Dios. Así que no te asustes, ni desanimes, pero sí te suplico que no te desconectes, sino escuches lo que diremos respecto a este tema, para que comprendas por qué es necesario hablar de él.

Además, una de las grandes bendiciones de ser pastor en la iglesia Presbiteriana, es que, como Pastores, no pasa por nuestras manos ni un solo peso de lo que la iglesia recauda, sino sólo nuestro salario que el Consistorio ha designado. Es decir, que con conciencia tranquila y no por motivos de codicia, podemos hablar de este tema importante en la Biblia.

Este día me gustaría concentrarme en las actitudes y principios que deben caracterizar nuestra práctica de dar para la necesidad y sostenimiento en el reino de Dios.

El pasaje que estaremos considerando se encuentra en la segunda epístola a los Corintios en el capítulo 9.

El contexto de estas instrucciones del apóstol Pablo para la iglesia de Corinto era que en Jerusalén se desató una gran necesidad y los cristianos de dicha ciudad estaban pasando una situación económica bastante extrema.

El apóstol Pablo, aprovechando la red de iglesias que a través de sus viajes misioneros se había formado, comenzó a promover una colecta de ofrenda voluntaria en todas esas iglesias de los gentiles (los que no eran judíos, como los corintios) para que se ayudara a los necesitados en Jerusalén y así llevar esa bendición a los hermanos (o Santos como les llama) de Jerusalén.

De esta interacción entre el apóstol y la iglesia de Corinto podemos aprender mucho acerca de la naturaleza e implicaciones de ser cristianos que den, de ser discípulos de donen, diezmen, den dádivas y demás maneras que hay de bendecir a otros en el Reino de Dios.

Lo primero que queremos hacer notar es que:

Dar es algo contagioso. 2 Corintios 9:1-2

No hace falta que les escriba acerca de esta ayuda para los santos, 2 porque conozco la buena disposición que ustedes tienen. Esto lo he comentado con orgullo entre los macedonios, diciéndoles que desde el año pasado ustedes los de Acaya estaban preparados para dar. El entusiasmo de ustedes ha servido de estímulo a la mayoría de ellos.

Hoy día tenemos muchas herramientas para poder hacer movimientos sociales ¿No es cierto? Con el uso de redes sociales y la tecnología podemos hacer circular información y hacer una recaudación en poco tiempo. Pero en los tiempos del apóstol Pablo, las comunicaciones eran mucho más lenta y casi de persona a persona. Las noticias viajaban con lentitud y el empleo de epístolas o cartas era la tecnología de la época.

El apóstol entonces, a través de sus epístolas, y de envío de noticias por medio de personas, estaba tratando de levantar este apoyo de las iglesias gentiles para la iglesia judía en Jerusalén.

Por eso, trata el asunto como si fuera algo de lo que ya habían hablado con anterioridad y al parecer los corintios que son de la región de Acaya, habían estado comprometidos desde el principio de esta iniciativa y habían prometido ayudar entusiastamente.

La manera de animar a otras personas a involucrarse en este movimiento era compartiendo lo que en otras partes los hermanos estaban haciendo. Y así fue que Pablo les cuenta a los de Macedonia (al norte de acaya) que los de Acaya (en este caso corinto) ya estaban listos para participar. Es como que nos digan, las iglesias de Campeche, ya están listas para participar desde el año pasado.

Y cuál fue el efecto de esta difusión de lo que estaba pasando en Acaya: El entusiasmo de ustedes ha servido de estímulo a la mayoría de ellos.

La generosidad de los de Corinto estaba contagiando de entusiasmo a los de Macedonia para unirse a esta causa por el Reino de Dios. Este es un efecto que tiene el dar correctamente, el dar generosamente, el dar de acuerdo con el plan de Dios en su Reino.

Como iglesia esto lo experimentamos cuando hicimos por primera vez el Ministerio Yaakunaj. Un hermano nos comentó de un trabajo que se hacía en otras iglesias del país que iban a regiones desprotegidas y llevaban ayuda asistencial de salud y llevaban también ropa, zapatos, medicamentos, etc. Y nos invitó como iglesia a participar.

En esa ocasión, participaron en aquel proyecto 11 iglesias y el reporte que nos dio el hermano fue que el 60% de toda la ayuda dada provino de la iglesia Shalom y nos dijo: Ustedes solos como iglesia podrían hacer algo como esto. Y así fue que surgió Yaakunaj.

A lo largo de los años es hermoso ver cómo se contagia la generosidad de los hermanos de nuestra iglesia, más y más personas se interesan en dar generosamente para este proyecto de la iglesia en favor de otros. Dar tiene un efecto contagioso. Cuando damos, conforme a la voluntad de Dios, cosas muy buenas empiezan a ocurrir en los corazones alrededor de nosotros.

Pero el apóstol dice algo más acerca de esta práctica cristiana de dar generosamente:

Dar es un reflejo de la abundancia de nuestro corazón 2 Corintios 9:6-7

6 Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. 7 Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría.

Lo que va a ser determinante en cómo y cuánto damos será lo que sea central en nuestro corazón. Ante la oportunidad de proveer para los cristianos necesitados de Jerusalén, se exhorta a los corintios, y a nosotros, a hacer un examen de nuestro corazón porque la manera en la que demos será un reflejo de lo que abunda en él. Ante la oportunidad de dar, se pone en evidencia lo que hay en nuestro corazón.

Primero, Pablo nos recuerda el principio de la siembra. Esto ha sido tan mal usado y abusado que hasta da un poco de temor mencionarlo por el riesgo de ser malentendido. Dice la Escritura que el que siembra poco, cosecha poco, y el que siembra mucho, cosecha mucho. Es una comparación con la esfera agrícola, no puedes esperar cosechar mucho, si no te empeñas en sembrar mucho. Claro está, que lo que quiere decirnos el apóstol que lo correcto es sembrar abundantemente, sembrar mucho, es decir, dar abundante y generosamente. Eso es sembrar abundantemente.

Pero aquí es donde nos confundimos muchos. Porque con nuestro corazón pecaminoso podemos decir: me conviene dar mucho, es una buena inversión dar mucho, porque voy a recoger mucho al final para MÍ. Y ese falso mensaje se le está diciendo a las personas. Si das mucho al Señor vas a recibir mucho del Señor en términos de tu patrimonio personal para tu uso personal y tu goce egocéntrico de bienes materiales.

Pero en el contexto de este pasaje, no es lo que nos están diciendo. Sí existe una relación directa entre la generosidad del cristiano y la provisión de Dios para el cristiano. Pero el principio funciona cuando el cristiano está usando los recursos de esa provisión, no para su uso y deleite exclusivo personal, sino para el reino de Dios. Cuando damos más para la gloria de Dios, él nos sigue bendiciendo para que demos aún más para él. Así funciona.

Si vas a sembrar abundantemente es porque tu corazón está donde debe estar, no en la cosecha de bienes personales para tu deleite egocéntrico, sino en ver el Reino de Dios avanzar en la tierra.

Cuando nuestro corazón está centrado en la gloria de Dios, entonces dar se vuelve algo voluntario, algo que proponemos en nuestro corazón, algo que no hacemos por coerción o por presión o por no quedar mal, sino porque nuestro corazón se deleita en Dios, se goza en él, entonces todo su reino, su mundo, su iglesia, su pueblo, se vuelve nuestro gozo, y dar para sus fines se vuelve nuestra alegría.

Nos emociona y alegra que el evangelio sea predicado y damos para que esto siga siendo una realidad. Nos da alegría ver a las personas convertirse en discípulos de Cristo e invertimos para que esto siga sucediendo. Nos gozamos en ayudar a los necesitados dentro y fuera del pueblo de Dios porque sabemos que esto redundará en alabanzas al Señor y en alivio para sus hijos. En fin, cuando nuestro corazón está centrado en él, se refleja en un corazón alegre al dar, y dice la Biblia que éste es el dador que Dios ama y aprueba porque su gozo está en él. Dar es un reflejo de la abundancia de nuestro corazón.

Pero hay algo más que aprendemos de dar en este pasaje.

Dar es un reflejo de nuestra confianza en la fidelidad de Dios. 2 Corintios 9:8-10

8 Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes. 9 Como está escrito: «Repartió sus bienes entre los pobres; su justicia permanece para siempre».10 El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia.

Una de las causas por las que no nos animamos a dar generosamente es porque pensamos que nosotros nos quedaremos desprovistos si damos lo que tenemos. No te ha pasado que te enteras de una necesidad y en ese momento tienes 2, digamos, como para apoyar, pero piensas, “si doy uno, me quedaré con uno, pero que tal si pierdo luego ese uno, me quedaré con nada”. Y por supuesto, ese escenario es posible. No estamos diciendo que no pueda pasar, pero es una realidad que este tipo de mentalidad nos paraliza a la hora de decidir cuánto dar.

Pero este pasaje nos está animando a considerar algo muy importante: Dios es fiel. Él puede hacer que la gracia abunde de tal manera que siempre tengas lo necesario y puedas seguir compartiendo para dar generosamente. Es decir, él es capaz de reabastecer tus recursos para que puedas seguir sosteniéndote y dando a otros. Él es el que da la semilla al que siembra y también le da su pan, y el que puede aumentar la cosecha para que tengas más para compartir. Dios es un dador fiel con el dador alegre. Con aquel que pone su confianza sólo en él.

Recuerdo una vez que acogimos a la familia de una viuda joven con sus hijos pequeños en la casa y por razones de salud ella necesitaba ser atendida y casi no tenía movilidad. Y dado que era la época de calor, pues le teníamos encendido el aire acondicionado gran parte del día para que estuviera lo más cómoda posible.

Debo confesar que en varias ocasiones estaba pensando cómo voy a poder pagar cuando llegue el recibo de luz. Tuvo una estancia con nosotros como de 2 meses y medio. Cuando vi el recibo verdecito en mi buzón, me puse temblar, y casi ni quería verlo. Pero Dios me dio una gran lección de su fidelidad. No sé cómo pasó esto, pero ese bimestre fue el cobro más bajo de todo año, aun cuando se usó tanto tiempo ese aire acondicionado. ¡Dios es fiel! Y Él es poderoso para hacer que su gracia abunde para que tengamos lo necesario para dar generosamente en su Reino. Cuando damos generosamente estamos mostrando que confiamos que nuestro Dios es fiel.

Pero hay una tercera lección aquí.

Dar es un reflejo de nuestro sentido de comunidad. 2 Corintios 9:11-14

11 Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios.

12 Esta ayuda que es un servicio sagrado no solo suple las necesidades de los santos, sino que también redunda en abundantes acciones de gracias a Dios. 13 En efecto, al recibir esta demostración de servicio, ellos alabarán a Dios por la obediencia con que ustedes acompañan la confesión del evangelio de Cristo, y por su generosa solidaridad con ellos y con todos. 14 Además, en las oraciones de ellos por ustedes, expresarán el afecto que les tienen por la sobreabundante gracia que ustedes han recibido de Dios.

El apóstol ahora resalta ese sentido de comunidad que debe existir en la iglesia y esos beneficios que hay cuando nos comprometemos en el Señor unos con otros.

Llamándole un “servicio sagrado” al hecho de dar para otros, recalca que tiene efectos en la comunidad que son invaluables: Primero, una necesidad es aliviada a través de la ayuda generosa. Pero también, segundo, esto también redunda en muchas oraciones unos por otros y acciones de gracias al Señor. Es decir, Dios es alabado en dos sentidos: Primero porque al dar glorificas a Dios y luego, los beneficiados al recibir, agradecen a Dios.

En el dar, Dios es alabado de ida y de vuelta en su comunidad. Y así es, cuando damos para las necesidades de la iglesia estamos mostrando cuánto estamos pensando en el Señor y su pueblo, cuánto nos vemos como parte de la comunidad del Señor. En la medida que yo me vea como parte de su iglesia, estaré interesado en participar en el sostenimiento de lo que pasa en su iglesia. En la medida en que yo sienta como asuntos familiares las necesidades y lo que pasa en el pueblo de Dios, me involucraré en todo sentido en el sostenimiento del mismo.

Dar es un reflejo de cuánto me siento parte de la iglesia de Cristo. Porque los que somos parte de la familia estamos interesados en los asuntos de la familia porque sabemos que Dios es glorificado en nuestra comunidad cuando las necesidades son atendidas y la gratitud es expresada al Señor en oración, solidaridad y amor unos por otros.

Pero hay aun otra lección en este pasaje qué es muy importante resaltar.

Dar es un reflejo de nuestra respuesta al evangelio. 2 Corintios 9:15

. 15 ¡Gracias a Dios por su don inefable!

Así remata el apóstol toda su instrucción sobre esta recolecta de ayuda a los necesitados de Jerusalén. ¿A qué regalo o don se está refiriendo? Y se refiere a ello como un don o un regalo que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras, un don inefable.

Dios ha dado muchos regalos inigualables a la humanidad, pero ninguno podría calificar más como su don inefable, sino el regalo que nos dio en la vida, obra y persona de Jesucristo. Él es su don inefable.

Y es que haber recibido este don inefable en nuestras vidas es la razón principal por la que debemos ser movidos a dar. Lo que Dios hizo por medio de Jesucristo, es decir, el Evangelio, es la razón que debe movernos a pensar en otros, en dar a otros, a sostener el avance del Reino de Dios en la tierra.

El apóstol nos recuerda que el dar está cimentado en el evangelio. En 2 Corintio 8:9 dice: Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos.

Ahí está el asunto, esa gracia que recibimos de Cristo, ese desprendimiento que mostró Cristo, esa donación de sí mismo que hizo Cristo, es lo que nos ha provisto para tener ahora para compartir. De su gracia hemos recibido y somos movidos a responder con esa misma gracia hacia otros. En la medida que profundizamos en el evangelio como discípulos, seremos movidos cada vez más a responder a él, siendo discípulos que donen, diezmen y den para el Reino y gloria de Dios.

Quizá hay muchas otras instrucciones, actitudes y acciones bíblicas sobre la bendición de dar, pero basten las mencionadas para aplicarlas en seguida a nuestras vidas. Ahora pasemos brevemente a los criterios que debemos tener para dar. Es decir, a quién debemos dar.

1. Da a quien sea imposible que pueda sustentarse. La biblia habla de los pobres y sus necesidades, y la figura que usa para referirse a ellos son los huérfanos y las viudas. Ser huérfano o viuda en los tiempos bíblicos era semejante a decir personas sentenciadas a muerte porque era prácticamente imposible que sobrevivieran sin la ayuda y generosidad de la gente. Nosotros también estamos rodeados de este tipo de personas y las ayudas sabias deben estar encausadas a ellas. Por eso, da a un ancianito sin familia, a un niño abandonado, a una persona joven que no puede trabajar por su condición física. A un enfermo debilitado para trabajar, etc.

2. Da a quien con tu apoyo podrá producir para sustentarse. La Biblia llama a que seamos diligentes en trabajar. Todo aquel que puede trabajar debe hacerlo y el que no quiera trabajar que tampoco coma. No deberíamos facilitarle la vida al perezoso y ocioso. Por eso, una ayuda sabia es aquella que le permite al necesitado tener un punto de apoyo para poder producir su propio sustento. En Israel, se le ordenaba a los productores que cuando cosecharan no recogieran hasta la minucia todo el producto de sus campos, sino lo dejaran para que los pobres pudieran recoger libremente el remanente de los campos. Esta era una medida de generosidad, pero observemos que los pobres tenían que recogerlo por ellos mismos, no se les entregaba en su mano, sino había esfuerzo y trabajo de por medio.

Por eso, ayuda a aquel joven necesitado que está estudiando para superarse y poder sustentarse en el futuro. Ayuda a aquella persona que con una inversión en alguna herramienta podría producir más para su sustento. Ayuda a esa mujer sola que con una inversión inicial que no tiene podría echar a andar una producción que le permita sustentarse.

3. Da a quien esté impactando en el avance del Reino de Dios.

Somos llamados a hacer discípulos hasta los confines de la tierra. Como cristianos debemos estar involucrados en el avance del Reino. Por eso si la comunidad cristiana a la que pertenecemos está haciendo algo que hace llegar el evangelio hasta los confines de la tierra, debemos estar involucrados en sostener este movimiento. Este también es un lugar sabio donde poner los recursos. Con mucha oración, podemos tomar la decisión de dónde invertir el dinero de Dios para el avance del Reino en la tierra.

En nuestro ADAMI, hemos querido ser intencionales en incluir este elemento porque es importante que como discípulos del Señor estemos involucrados en dar al Señor para el avance y crecimiento de su Reino en la tierra.

Que el Señor nos haga cada vez más sabios, generosos y comprometidos con él, para ver que nuestro involucramiento en su reino incluye dar para su reino. Que el Señor nos haga crecer cada vez más en nuestra respuesta al evangelio en este rubro como discípulos de Cristo que quieren vivir para la gloria de Dios.