Summary: Tenemos que centrarnos en aquello de lo cual debemos volvernos así como aquello a lo cual debemos volvernos.

Título: Jesús nos advierte…

Texto: Lucas 21:7-36

Objetivo: Que los oyentes decidan atender a las advertencias que nos da el Señor para vivir como mayordomos fieles en un tiempo critico para nuestro mundo.

Introducción:

Hace ya más de 2000 años que el Señor ascendió prometiendo que un día él regresaría por nosotros. Un día mientras recorría los alrededores del templo con sus discípulos y al verlos impresionados por la arquitectura del mismo, les declaró los eventos que precederían a su glorioso retorno.

Este es el contexto en donde se enmarca nuestro pasaje. Sin embargo, el tema central de hoy no será sobre el retorno del Señor. Sino que nos centraremos en aquello de lo cual debemos volvernos así como aquello a lo cual debemos volvernos.

Transición:

En medio de su exposición escatológica, el SeñorJesús hace tres advertencias a sus discípulos, las cuales hoy nos ayudarán a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como creyentes y mayordomos en medio de un mundo que atraviesa dificultades.

1. El Señor Jesús nos advierte contra el engaño religioso (v. 8)

“Tengan cuidado; no se dejen engañar…” (NVI)

Vivimos en una época que no difiere mucho de la de los primeros años del cristianismo. Nuestra época al igual que la del tiempo del Señor Jesús, se caracteriza por una variedad de sectas religiosas.

Por eso, la advertencia del Señor no solamente hace conscientes a sus discípulos a tener sumo cuidado, sino que también les hace ver el fraude religioso a que se verán expuestos. Hoy estamos viviendo días en donde el mosaico religioso de la época ha suplantado la verdad del evangelio de Cristo por la mentira y los valores cristianos por el ya conocido relativismo.

Son muchos los grupos sectarios que se han levantado alrededor de la Biblia. Que utilizan las sagradas Escrituras para pregonar a la gente lo que quieren oír y no lo que Dios quiere comunicarles. Así al pecado se le ha dado el nombre “error humano”, la fornicación y las relaciones extramaritales se les promueve bajo la etiqueta de “safe sex”, a la verdad de Dios “insulto”, a los valores cristianos “ridiculeces y cosas de los viejos”.

Por ahí se anda predicando que Dios nos ama tal como somos y que por lo tanto no es necesario esforzarnos en vivir una vida santa, que estamos bajo la gracia y por lo tanto podemos hacer lo que queramos, puesto que ya somos salvos. Que el creyente, como es hijo del rey, tiene que vivir de acuerdo al estándar de un hijo e hija del rey. Lo que ha llevado a muchos a adquirir deudas que ahora no pueden ni siquiera pagar. Mis amados, esto no es nada mas ni nada menos el mayor fraude religioso jamás visto en la historia.

Por eso, la advertencia del Señor. “Tengan cuidado; no se dejen engañar…” Es nuestra responsabilidad, como mayordomos “escudriñar las escrituras” y estar preparados para dar razón de nuestra fe. Tenemos que filtrar todo tipo de enseñanza y doctrina a través de la Biblia. Y eso solo se logra oyendo, leyendo, estudiando, memorizando, meditando y aplicando la Palabra de Dios. De ahí la importancia de la Escuela Dominical y el discipulado en la iglesia.

La advertencia del Señor también implica que debemos permanecer firmes y fieles al Señor. Cuando vacilamos en lo que creemos, estamos expuestos al engaño y la sutileza del diablo. Tal como sucedió en el jardín del Edén.

Ilustración: No seamos como la historia del carbonero, al cual un día se le preguntó: ¿tiene Ud. alguna creencia? – sí respondió. ¿Podría decirme en qué cree Ud.? Bueno, fíjese que yo creo lo mismo que cree mi iglesia.-respondió. Bueno, entonces, dígame que es lo cree su iglesia, -mi iglesia cree lo mismo que creo yo. Está bien, entonces ¿Qué es lo que Ud. y su iglesia creen. Bueno, la iglesia y yo creemos la misma cosa.

La Biblia dice: “Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejaran de escuchar la verdad y se volverán a los mitos.” (2 Tim. 4:3-4)

En estos tiempos, la advertencia del Señor sigue vigente: “Tengan cuidado; no se dejen engañar…”.

2. El Señor Jesús nos advierte contra la negligencia espiritual (v. 34-35)

“Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera aquel día caerá de improvisto sobre ustedes” (NVI)

Vienen días difíciles para el pueblo del Señor. En un mundo tan materialista e indiferente a Dios, tenemos que vivir como nunca la fe que nos ha dado el Señor. De otra manera, ¿Cómo podremos ser sal y luz en este mundo sin sabor y sumido en la oscuridad?

La advertencia del Señor se torna mas profunda puesto que ahora va dirigida hacia nuestro ser interior. Es interesante que lo primero que el Señor Jesús menciona en esta segunda advertencia es el corazón.

Mis amados, debemos mantener nuestro corazón limpio. No debemos contaminarnos con las cosas que promueve el mundo. Esto no significa que debemos aislarnos, lo que significa es que nuestro corazón debe reservarse solamente para atesorar aquello que es verdadero y eterno. El mismo Señor Jesús recomendó: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Mt. 6:21

Cuando perdemos la perspectiva de la vida eterna, nos desenfocamos y entramos en un enfriamiento espiritual. Y como consecuencia de ello poco a poco nuestro corazón va dejando a un lado la Palabra de Dios. Y la sustituimos por los afanes de este mundo. Y en entonces en donde poco a poco, nos vamos alejando de la comunión de los hermanos, porque son ellos los “fríos e indiferentes”, los que no “me entienden”. En conclusión, yo estoy mal espiritualmente y todo me sale mal por culpa de la iglesia. Por eso lo mas conveniente es que no regrese. ¡Mentira del diablo es esa! Esos pensamientos y sentimientos no provienen del Espíritu de Cristo sino de la carne que no ha sido crucificada.

Es nuestra responsabilidad mantener una vida espiritual sana y dinámica. No hablo de un activismo religioso, sino de una relación fresca con el Señor. Mientras esperamos la venida del Señor se nos manda a ser diligentes y no perezosos. Se nos manda a guardar nuestro corazón, a amar a Dios, a servir a Dios, porque aquel día puede venirnos repentinamente.

Últimamente he escuchado con frecuencia en el vocabulario del pueblo del Señor frases como: eso no le hace daño a nadie, dejemos a los jóvenes tranquilos, eso es parte de su vida como joven no hay que ponerles “ninguna presión”, o aquella célebre excusa: no es pecado bailar ni tomarse una copita. Eso no es nada mas ni nada menos que ¡mentiras del diablo! Una ¡pésima mayordomía! Y una vida espiritual ¡irresponsable y negligente!

Quien alega que no es pecado enborrarcharse, es porque está plenamente consciente de que sí lo es. Y por lo tanto, ¡le es pecado!

Pasamos por alto la verdad bíblica que dice: “háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31). Y en otra parte leemos: “Al que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado” (Stg. 4:17)

Puesto que el tiempo del regreso del Señor se acerca, debemos vivir piadosamente y andar como Dios espera ¿Qué nos recuerda el pacto de la iglesia? “Prometemos… andar con circunspección en el mundo; ser justos en nuestras acciones, fieles en nuestros compromisos e irreprochables en nuestra conducta; evitar la chismografía, la difamación y el excesivo enojo; abstenernos de la venta y usos de bebidas intoxicantes…”

La advertencia del Señor vibra hoy en nuestros oídos, nuestro corazón se acelera y nuestro ser se estremece al leer: “Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera aquel día caerá de improvisto sobre ustedes”

3. El Señor Jesús nos advierte a permanecer alertas (v.36)

“Estén siempre vigilantes, y oren...” (NVI)

Nosotros debemos permanecer vigilantes para dar la alarma ante cualquier ataque del maligno y sus huestes. Por eso, esta vigilancia de la que habla el Señor está estrechamente ligada a nuestra relación personal con Dios a través de la oración.

De modo que no debemos dejarle la puerta abierta al enemigo para que nos desanime, nos divida, ponga en nosotros contiendas. Mas bien, como dice el pacto de la iglesia: “cuidémonos unos a los otros en amor fraternal; recordémonos mutuamente en la oración, y ayudémonos unos a otros en las enfermedades y en los infortunios… seamos tardos para ofendernos y estemos siempre listos para reconciliarnos…”

Pero también la advertencia se hace extensiva a estar alerta a lo que acontece a nuestro alrededor. De esta manera, podremos orar mas intensa e intencionalmente por nuestro mundo. Hay que vigilar para estar alerta y así evitar la tentación.

El mayordomo del Señor está pendiente, de lo que su Señor está por hacer. Está presto a obedecer las órdenes y cumplir con la voluntad del Señor. Esta perspectiva cambia totalmente la manera como debemos orar. No oremos porque el Señor regrese pronto, mas bien oremos para que mientras el viene, nosotros podamos proclamar su nombre con denuedo y poder del Espíritu Santo.

Necesitamos estar alerta para ver donde está Dios obrando y así unirnos a él. Necesitamos estar alerta para poder contemplar las maravillas de Dios en nuestra iglesia. Pero debemos orar. Esta es la advertencia del Señor: “Estén siempre vigilantes, y oren...”

Conclusión:

Mis amados hermanos, no somos ajenos a lo que está pasando a nuestro alrededor. Pero en medio de toda esta convulsión caracterizada por el terror y la inseguridad, tenemos que permanecer fieles al Señor como mayordomos.

El Señor nos da advertencias para vivir como mayordomos fieles en un tiempo crítico para nuestro mundo. No es tiempo de sumarnos a la preocupación y la desesperación. Es tiempo de actuar. Es tiempo de reflexionar sobre nuestra responsabilidad como mayordomos, en estos días difíciles para nuestro mundo.

Como mayordomos, es nuestra responsabilidad poner en alto la verdad del evangelio de Cristo en un mundo que se caracteriza por el engaño y la sutileza. Por eso la advertencia del Señor Jesús: “Tengan cuidado; no se dejen engañar…”

Como mayordomos, es nuestra responsabilidad ser diligentes con nuestra vida espiritual. Nunca podemos afirmar que lo sabemos todo, puesto que podemos caer en el pecado del cual se nos advierte: “Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida. De otra manera aquel día caerá de improvisto sobre ustedes”

Por último, como mayordomos, es nuestra responsabilidad mantenernos alerta. Pues vigilancia de la que habla el Señor está estrechamente ligada a nuestra relación personal con Dios a través de la oración: “Estén siempre vigilantes, y oren...”

Iglesia Bautista Betel

20 de Octubre del 2002