Summary: Falling into temptation and the fruit it bears.

El fruto de la tentación - I

Santiago 1:14

Romanos 7:14-25

I. Introducción

A. Después de haber enfatizado las pruebas “externas,” Santiago pasa a enfocar las pruebas “internas.”

2. ¿Cómo estaban respondiendo los creyentes en Santiago ante las pruebas “internas,” o sea las tentaciones ocasionadas por la prueba “externa? 1.13, “Nadie diga cuando sea tentado: ‘Soy tentado por Dios’; porque Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie.”

2. Obviamente que muchos, al culpar a Dios por las pruebas que les afectaban, comenzaron a ceder a la tentación de violar sus principios, sus convicciones; pues después de todo, si Dios manda la prueba, no hay nada de más en ceder a la tentación.

3. Al enfocar la tentación, la prueba “interna,” Santiago está abordando la temática de como es que los creyentes responden ante las presiones externas inevitables de la vida.

4. Algunos comentaristas bíblicos dicen que las tentaciones a las que Santiago se refiere y a las cuales los creyentes estaban cediendo nacieron de las pruebas externas. ¿Cómo responde Ud?

5. El caso típico sería el de un cristiano judío oprimido financieramente por un rico quien se veía tentado a aceptar empleo que involucraba el día Sábado. La prueba “externa,” la opresión, lo llevaba a ceder a la prueba “interna,” o sea, ceder a la tentación de violar su conciencia.

6. Quiere decir que las pruebas por las cuales todos pasamos eran las que producían la ocasión para la tentación. Y cuando eran tentados y cedían a la tentación, ¿de quién era la culpa? ¡De Dios!

B. Esta, indudablemente, es la tendencia humana desde Gen 1, eventualmente la culpa es de Dios: Adán a Eva, Eva a la serpiente, y finalmente Dios por haber lanzado a Satanás a la tierra. El ser humano continua echándole la culpa por sus actos en personas o circunstancias.

a) Si él no hubiera hecho.

b) Si ella no hubiera dicho.

c) Si no hubieran sido tan...

d) Si, si, si (condicional).

1. Culpamos a nuestros padres, al cónjuge, al jefe del trabajo, al maestro, al vecino, por lo que hemos hecho o aun por lo que somos.

2. Personas, circunstancias, decisiones equivocadas, problema de todo tipo nos afectan, pero los hermanos en la comunidad de Santiago dieron el paso: culpaban a Dios por tener que haber cedido a la tentación. “Dios me metió en tentación” (1:13).

3. Cuando no podemos entender las razones o motivos de nuestro sufrimiento o tentación, , la primera reacción es culpar a Dios.

C. El hecho de culpar a Dios revive la antigua pregunta de lo que los teólogos llaman: Teodocia: la tentativa de reconciliar el concepto de un Dios de amor, de un Dios de justicia ante la existencia del mal.

1. La pregunta que surgió desde los tiempos de Job es: ¿porqué sufren los justos, los inocentes, los creyentes? Los lectores de Santiago debieron haber expresado verbalmente el porqué de las malas experiencias que estaban pasando.

2. Ellos deben haber luchado con las mismas preguntas que nosotros nos hacemos, ¿porqué a mí el cancer, si tan bien que me he cuidado? ¿Porqué yo perdí o no encuentro trabajo, si he tratado siempre de ser fiel? ¿Porqué los terremotos, los huracanes, guerra, devastación? ¿Porqué?, porqué?, porqué?

3. ¿Saben? Santiago no responde a estas preguntas, aunque el abordar este tema hubiera sido lo más apropiado en ese momento. No es el plan de Santiago resolver la antigua pregunta, del porqué un Dios de amor permite el sufrimiento.

4. El interés de Santiago es simplemente argumentar que Dios no es la causa de las pruebas externas, ni tampoco de la las internas: la tentación.

5. La raíz que causa la tentación no proviene de Dios.

a) Dios no puede ser culpado por la tentación que proviene cuando me encuentro solo viendo un video, o cuando ni un conocido esté por cerca.

b) Dios no puede ser culpado al ser tentado a manejar a velocidad excesiva y luego tener un accidente.

c) Dios no puede ser culpado por irme al mundo porque un miembro de iglesia me despreció, mi esposo me traicionó, el jefe me corrió, la migra me agarró...

II. No culpemos a Dios

A. Santiago dice, “no, no, no; no culpes a Dios.” El está haciendo lo que los escritores judíos comenzaron hacer después del exilio babilónico: desasociar a Dios, separar a Dios del posible sufrimiento que uno puede tener.

1. Escritores de este perído, por ejemplo, hicieron lo siguiente. Tomaron los pasajes bíblicos dondo Dios es la causa del sufrimiento y de la tentación y culparon a Satanás. Tomaron, por ejemplo textos como:

a) Gen 22:1-2, “Aconteció después de estas cosas que Dios probó a Abraham, diciéndole: --Abraham. El respondió: --Heme aquí. Y le dijo: --Toma a tu hijo, a tu único, a Isaac a quien amas. Vé a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.”

b) En un libro judío escrito entre los testamentos (Jub 17:16) es Masterna o Satanás quien “probó” a Abraham.

c) En Samuel (2 Sam 24:1), escrito antes del exilio judío en Babilonia, Dios incita a David a contar a Israel; pero en Crónicas (1 Cron 21:1), escrito después del exilio, ya no es Dios, sino Satanás quien incitó a David a contar al pueblo.

2. Los escritores bíblicos de antes del exilio no atribuían eventos negativos a fuerzas diabólicas. Para ellos, el bien y el mal, todo era originado por Dios.

3. Cuando ocurrian calamidades o sus tierras eran bendecidas, la fuente siempre era la misma: Dios. Pero después del exilio el pueblo de Dios desarrolló una nueva perspectiva:

4. Escritores judíos del período pos-exílico reconocieron que su exilio vino como consecuencia de su idolatría, y que la tentación de olvidarse de Dios no era porque Dios ocasionó el exilio, sino porque ellos fueron los primeros en abandonar a Dios.

B. Santiago, como esos escritores pos-exílicos, desasocia a Dios como el autor de la tentación. Por lo contrario, para cada tentación, El provee una salida:

1. 1 Cor 10:13, “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, quien no os dejará ser tentados más de lo que podéis soportar, sino que juntamente con la tentación dará la salida, para que la podáis resistir.”

2. Interesantemente, Santiago no le echa tampoco la culpa al diablo. ¿Qué hace? La pone directamente a los pies del individuo, 1:14, “Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propio deseo.”

3. Al ponerle toda la culpa a la persona, Santiago está siguiendo la manera convencional rabínica que cuando una persona peca no es ni Dios ni Satanás, sino la inclinación pecaminosa, el “instinto al mal” con el cual nace todo hijo de Adán después de la caída (el llamado “yetzer barah”).

4. Pablo en Romanos se refiere a este aspecto cuando dice en Rom 7, “15 Porque lo que hago, no lo entiendo, pues no practico lo que quiero; al contrario, lo que aborrezco, eso hago. 16 Y ya que hago lo que no quiero, concuerdo con que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que mora en mí. 18 Yo sé que en mí, a saber, en mi carne, no mora el bien. Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero; sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico.”

5. El culpable de la tentación, tanto para Santiago, el “deseo” como para Pablo “el ser pecaminoso,” con el cual hemos nacido todos los hijos de Adán (7:20; cf. Rom 5:19).

C. En el 1:14, Santiago usa una serie de metáforas para ilustrar la esencia de la tentación. Para mostrar qué sucede cuando los “propios deseos” nos ganan: “Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión.”

1. Aquí dice que la persona es “arrastrada y seducida.” Algunos comentaristas dicen que Santiago está usando una metáfora del mundo de la pesca; mientras que otros dicen que es del mundo de la prostitución. El pez ve la carnada y le es irresistible no morder. Al morder viene lo inevitable: es enganchado y arrastrado y paga con su vida por su ignorancia.

2. Pero al inverso del pez, Santiago dice que los humanos no lo hacen por ignorancia, sino por sus propios impulsos o deseos. El ser humano sabe de las consecuencias de la tentación, pero cuando se dejó arrastrar por la tentación, cuando se puso en la zona de peligro, es casi imposible que la “carnada” no lo seduzca y lo enganche. ¡Ya cayó!

3. Sea un pez, o sea un individuo que es seducido por una mujer extraña, los resultados son siempre los mismos. ¡En ambos casos está frito!

4. Santiago depriva al que cede a la tentación de cualquier excusa en querer culpar a alguien. La causa radica en uno mismo. La culpabilidad de ser atrapado, la seducción y el ser arrastrado, todo es cuestión de una decisión personal.

D. En el 1:15 Santiago cambia la metáfora al mundo de la anatomía física: el proceso de la reproducción humana, “Luego la baja pasión, después de haber concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte.”

1. “El fruto de la tentación,” será el próximo tema.