Summary: Las cualidades de un corazón que busca a Dios en oración

EL PODER TRANSFORMADOR DE LA ORACIÓN

Mateo 6:5-15

Introducción

1. Las supuestas cartas “personales” de los candidatos políticos que te hacen llegar antes de las elecciones. Parece que de verdad lo conocen a uno. Sin embargo, hay una enorme diferencia entre un formato de carta –donde sólo se rellena un nombre- y una carta escrita personalmente. En términos sencillos, la diferencia está basada en un asunto de sinceridad.

2. De igual manera, una de las grandes diferencias entre la verdadera religión cristiana y las demás religiones del mundo es la oración. En la vida cristiana, la oración es un asunto del corazón; es viva, dinámica. En las demás religiones, la oración es estática y muerta.

3. La razón de esta diferencia es que la oración tiene como meta final la misma que tiene Dios para toda nuestra vida: transformarnos, renovarnos en la imagen de Cristo.

4. Por ello el tema de la oración es crítico en la vida del creyente. En este pasaje encontramos, pues la verdad de que…

Proposición: Dios quiere transformar nuestros corazones, a través de la oración.

Pregunta: ¿Cómo es el corazón que Dios pretende formar en nosotros?

Respuesta: En esta sección del Sermón del Monte vemos tres cualidades del corazón que el Señor desea desarrollar en nosotros a través de la oración.

En primer lugar, Dios desea desarrollar…

I. UN CORAZÓN HUMILDE ANTE LA MIRADA DEL SEÑOR (5-8)

A. La falsa humildad

1. Esta sección del sermón es la segunda aplicación de la advertencia de Jesús en el vr. 1, cuando dijo: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres. Nuestro Señor está hablando desde la perspectiva judía acerca de las tres expresiones básicas de una vida piadosa: obras de caridad, la oración y el ayuno. En la porción anterior, Jesús había aplicado la advertencia al campo de las obras de misericordia. Ahora es el turno de la oración.

2. Tomado este pasaje a la ligera, parece que Jesús está en contra de estas prácticas. Sin embargo, lo que el Señor nos quiere decir con sus palabras es todo lo contrario: él está totalmente a favor de estas disciplinas piadosas, pero siempre y cuando sus verdaderas intenciones sean correctas: que sean hechas para honrar sinceramente a Dios, pues surgen de un corazón lleno de amor hacia él. Es por ello que estos religiosos son criticados duramente por Jesús por las intenciones de su corazón: ser vistos por los hombres.

B. La auténtica humildad

1. Por el contrario, el Señor enseña a sus discípulos que un corazón humilde y sincero no busca la aprobación, ni el reconocimiento egoísta de la gente, sino busca al Señor en lo íntimo, en lo secreto, donde sólo los ojos del Señor escudriñan imparcialmente no sólo las acciones, sino también los verdaderos anhelos y deseos del corazón humano.

2. Es por ello que Jesús nos aconseja que a diferencia de los hipócritas, el verdadero discípulo se humilla ante la incómoda, pero compasiva mirada de nuestro Dios.

3. No nos resulta atractiva la humildad, pero no olvidemos que esa es una de las virtudes más apreciadas por el Señor:

a. Miqueas: Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6:8

b. Salomón: El temor de Jehová es la enseñanza de la sabiduría, y antes de la honra está la humildad. Proverbios 15:33

c. David: Bueno es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos. Salmo 119:71

d. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. Salmo 119:67

C. Aplicación

1. Entonces, la oración no consiste en cumplir con un rito religioso, totalmente externo; no es para evitar la vergüenza pública de que no oramos; no es para impresionarnos a nosotros mismos o a los demás; tampoco es un medio para medir tu superioridad a otros. Muchos creen que como oran mucho tiempo, son más espirituales que otros.

2. ¿Cuál es tu actitud básica al acercarte a Dios en oración? El hipócrita confía en sus propios medios para acercarse a Dios. Recuerden al fariseo y el publicano. El fariseo tenía una muy alta opinión de sí mismo. Él miraba lo que había logrado con sus esfuerzos, con sus méritos, y dicho sea de paso, creo que hacía mucho más que varios de nosotros: (diezmar de todo, ayunar dos veces por semana). Sin embargo, lo que pretendía hacer era presentarse a Dios con sus esfuerzos y sacrificios personales. Y así nos acercamos muchas veces a Dios: pensando que él nos va a oír porque cumplimos con lo que nos pide. El problema consiste en nuestra verdadera intención de llamar la atención de los hombres. Por eso Jesús les llama hipócrita a este tipo de gente.

3. Por ejemplo, piensa en los momentos cuando oras, en público o en privado. ¿Estás más consciente de Aquel que no solamente te está escuchando, sino que también observa con suma claridad la profundidad y la intención de tus pensamientos? ¿O estás más consciente de los oídos de la gente que te escucha?, ¿de lo que vayan a decir de ti?

4. Si es así, debes arrepentirte y pedirle a Dios que te dé un corazón humilde del que Él se agrade. Como dice el apóstol Pedro: Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; 1 Pedro 5:6

Una segunda cualidad del corazón que Dios desea moldear en nosotros a través de la oración es…

II. UN CORAZÓN TEMEROSO DEL CARÁCTER DEL SEÑOR (9,10)

· Como en las demás áreas de la vida cristiana, la oración que agrada a Dios tiene como eje central, como el centro de nuestra atención el carácter de Dios; no el hombre. Desafortunadamente, y siguiendo el patrón del mundo nuestra subcultura evangélica ha puesto en el centro de su vida al hombre y sus necesidades, tanto las reales como las que son percibidas.

·La oración ha dejado de ser un medio para reconocer la grandeza de Dios, y se ha convertido en un medio para la obtención de nuestros deseos y ambiciones.

· Santiago nos dice que aún nuestras oraciones revelan lo que verdaderamente gobierna nuestro corazón: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. Vean cómo califica esto Santiago: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?

· Es cierto que en su Palabra, Dios nos anima a traer nuestras peticiones. Pero creo que hemos abusado de este privilegio. A través de la oración, Dios quiere mucho más que simplemente consentirnos y darnos lo que le pidamos. Hay mucho más que recibir bendiciones: Él quiere que nos acerquemos en humilde reverencia ante su presencia para reconocer quién es él y ser transformados por este encuentro. Quiere que le conozcamos cada vez más. La definición de vida eterna es precisamente esa: conocerlo a Él (Juan 17:3). En las Escrituras tenemos varios ejemplos de hombres y mujeres que sus vidas fueron transformadas al contemplarlo. Debemos imitar el sentir de cuando David decía: Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. (Salmo 27:4) Inquirir significa considerar, contemplar, reflexionar profundamente en algo.

· Ahí está exactamente el poder y la maravilla de la oración: no tanto en que podemos recibir, sino en que vamos conociendo más a Dios. Al orar estamos entrenando nuestros sentidos espirituales para reconocer la grandeza de la presencia del Señor.

·Muchos de nosotros hemos sido enseñados que al buscar hacer la voluntad de Dios debemos orar. Y es totalmente cierto. Sólo que quiero refinar esta enseñanza. Oramos, no para que Dios nos indique o nos confirme de alguna manera qué es lo que quiere –pues para eso están las Escrituras- sino para que al contemplarle le contemplemos mejor y entender la mejor manera de hacerse voluntad. Eso es lo que realmente significa orar para hacer la voluntad de Dios. Conociendo mejor el carácter de Dios, estamos en mejor posición de agradarlo mejor.

· En nuestro pasaje, la oración que nos enseña el Señor Jesús tiene este mismo sentir: nos vuelve de nuevo al camino correcto, al enfoque corecto. Veamos cómo la oración nos ayuda a temer a Dios, fijando la mirada en el carácter de Dios.

A. Es nuestro Padre.

1. Nos recuerda la relación que él mismo ha decidido entablar con nosotros por su gracia. Es una relación que incluye el temor; pero no el temor que le tiene la víctima al verdugo que está listo para ejecutarlo, sino el temor de un hijo de desobedecer a su padre amoroso.

2. Entonces, acerquémonos con confianza, pues Él espera que acudamos a Él. Pero también con sencillez. Él nos conoce tal y cual somos. De nada sirve fingir ante él.

B. Es santo.:

1. Esta relación amorosa de padre a hijo no debe conducirnos a pensar que podemos hacer lo que queramos, pues después de todo, hay confianza.

2. Al pedirle a Dios que su nombre sea santificado, estamos declarando la distancia que separa al tres veces santo con nosotros simples pecadores.

3. Esto significa que debemos acercarnos a Él con un reconocimiento de que somos indignos de estar ante su presencia. Y que necesitamos presentarnos con un corazón limpio. En las palabras de David: ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. Salmo 24:3-4

4. La Biblia nos advierte de no tener un concepto más alto de nosotros mismos. Admitámoslo: nos creemos demasiado buenos, muy buenos; este texto no tendría razón de ser si no pecáramos de ello. La oración sirve para martillar y destruir ese sentido de que no somos tan malos. Nos recuerda la triste realidad que no estamos acostumbrados a descubrir: somos unos malvados rebeldes.

5. Ilustración: los comerciales de las compañías que tratan de probar que su detergente deja la ropa más blanca. De la misma manera, creemos que estamos blancos, cuando en realidad estamos sucios, y necesitamos del perdón y la gracia de Dios.

C. Es Rey soberano.

1. Esto quiere decir que debemos acercarnos como sus fieles súbditos, declarando nuestra lealtad a sus mandamientos y nuestra disposición a obedecerle, servirle y anteponer los intereses del Reino antes que nuestros pálidos sueños y anhelos por las cosas de este mundo pasajero.

2. Ilustración. Periódicamente en una ceremonia muy solemne, el Presidente de la República pasa revista al ejército y allí escucha de parte del Secretario de la Defensa Nacional la lealtad hacia el jefe Supremo de las Fuerzas Armadas.

3. Ese es el sabor de esta sección del Padre nuestro. Una declaración de que nuestros afectos y nuestra obediencia son absolutamente suyos.

En tercer lugar, una tercera cualidad del corazón que Dios desea moldear en nosotros a través de la oración es…

III. UN CORAZÓN DEPENDIENTE DEL PODER DEL SEÑOR (11-13)

· Hablamos de una falta de balance en lo que le pedimos a Dios en nuestras oraciones. La oración es un ejercicio de confianza, de dependencia; la oración es reconocer ante Dios que separados de él nada podemos hacer. Una vez más, es a través de la oración que podemos reconocer nuestras infinitas limitaciones y así acercamos en total dependencia a Él.

· Rápidamente, podemos ver tres áreas clave en la vida cristiana de todos los días en las que aprendemos a depender del poder del Señor:

A. Sustento físico y material (vs. 11) El pan nustro de cada día, dánoslo hoy…

1. A pesar que más adelante el Señor Jesús enseñaría que no nos afanáramos por la comida, ni por el vestido, lo que nos enseña aquí es a depender de Dios como el proveedor de nuestras necesidades.

2. A través de la oración podemos ejercitar una fe sólida en las promesas de que Dios nos ha de suplir lo que nos haga falta según sus riquezas en gloria (Fil. 4:19)

3. Esta petición no sólo debemos tomarla en cuenta cuando escasea el alimento, sino también cuando –por su gracia- lo tenemos en abundancia.

B. Correcta relación con él y con su pueblo (vs. 12) Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores…

1. Este versículo deja bien claro que al orar, es inevitable revisar seriamente el estado de salud de nuestra comunión con Dios y confesar cualquier ofensa contra él. La oración nos da la oportunidad de examinar nuestros pecados ante el Señor y recibir de su gracia y su misericordia. Éste es un propósito fundamental de la oración.

2.Pero, con igual urgencia, mediante la oración tenemos el inevitable llamado de examinar nuestra relación con las personas que nos rodean. Jesús enfatizó un hecho sumamente importante que no deberíamos pasar inadvertido: el acercarnos a Dios para restaurar nuestra comunión con él, nos obliga a restaurar nuestra comunión con los demás. Por ejemplo, el apóstol Pedro advierte que los conflictos en la pareja tienen consecuencias negativas en nuestras oraciones. (1 Ped. 3:7). Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

3. Hermanos, ¿no creen que ésta sea una razón muy poderosa por la que muchas de nuestras oraciones no son contestadas? Me temo que muchas de nuestras oraciones no van más allá del cráneo del que ora.

C. Fortaleza espiritual. (vs. 13)

1. La oración es un medio excelente para reconocer nuestras debilidades y así recibir el poder espiritual que necesitamos para enfrentar los ataques de la tentación que se presentan todos los días.

2. Ese poder para vencer en medio de presiones y tentaciones viene del Señor. Cuando salimos vencedores, el Señor recibe la gloria y la honra (13b)

CONCLUSIÓN

1. No ha sido mi primera intención en esta sencilla meditación hacerlos sentir culpables por tener una vida miserable de oración. Aunque creo que es la obra del ES convencernos de nuestra vida anoréxica de oración.

2. Por el contrario, es mi deseo que surja en todos nosotros una cada vez más grande hambre por una vida de oración más sencilla, pero más intensa; más conscientes de nuestras debilidades y pecados, pero más atentos a la majestuosidad y el poder del Señor obrando en nuestro favor.

3. Estoy seguro que el deseo del Señor es que a través de nuestra comunión constante con él, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, seamos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18