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Summary: Dios es soberano

Celebremos: Soberanía Hechos 17:22-26

Este mes nuestro país está de fiesta. Desde hace un buen tiempo se nos ha estado recordando que este año celebramos, como nación, el bicentenario de la Independencia y centenario de la revolución. Estamos siendo testigos de una celebración importante porque casi les puedo garantizar que ninguno de los que estamos aquí veremos el tricentenario de la independencia y el bicentenario de la revolución.

Y aunque ahora, ya de adultos, nos vamos dando cuenta que muchos de los eventos históricos no fueron tan glamorosos como nos habían contado de niños, (por ejemplo, la toma de la alhóndiga de granaditas, aquella del pípila), sabemos que de una u otra manera, todos estos eventos nos llevaron a introducir a nuestra nación conceptos tales como soberanía, libertad, igualdad y justicia.

Sin menoscabar la alegría y celebración que tenemos como mexicanos, este mes queremos unirnos al espíritu festivo, pero con un festejo que va más allá del bicentenario y centenario de los eventos históricos de nuestro país.

Queremos celebrar las realidades de un reino que va más allá de nuestro territorio. De un reino que abarca toda la tierra y toda la historia humana y en cuyo trono eterno está sentado un rey soberano, el león de la tribu de Judá, Jesucristo, quien trae por su vida, muerte y resurrección, verdadera libertad, igualdad y justicia a su reino, que es el reino de Dios.

Siguiendo el espíritu festivo, este mes estaremos celebrando las realidades del Reino de Dios que abarca toda la tierra y toda la historia humana, incluyendo nuestras celebraciones históricas nacionales.

Hoy iniciamos hablando de una realidad fundamental de este Reino: En este reino tenemos un Soberano. Hoy celebraremos la soberanía de Dios. Hoy celebramos que Dios tiene la autoridad absoluta y el poder total para hacer y controlar cada vida, elemento, situación y evento de este universo. No sólo tiene el derecho de hacerlo, sino tiene el poder para llevarlo a cabo. Hoy celebramos que Dios es un Dios de plan y propósito. Un Dios que dirige el curso de la historia humana.

Para esto esteramos considerando un pasaje en el libro de los Hechos. En Hechos capítulo 17 encontramos al apóstol Pablo en su segundo viaje misionero y después de varias aventuras, llega a Atenas (a partir del versículo 16).

Atenas era el centro de la cultura griega. Atenas fue la sede de los filósofos más renombrados de la historia humana, incluidos Sócrates, Platón y Aristóteles, Epicuro y Zenón. Así que era una ciudad acostumbrada a la discusión de ideas y argumentaciones. Les gustaba escuchar y hablar de ideas filosóficas.

Atenas también era centro religioso de Grecia, y allí se podía rendir culto casi a todas las deidades reverenciadas por el hombre de esa época. De hecho, por si faltaba algún dios por reverenciar, habían erigido un altar “Al dios no conocido”.

Entonces, Pablo en Atenas encontró a dos tipos de personas: personas intelectuales y personas religiosas. Cuando es llevado por algunos a una corte llamada el Areópago para ser escuchado en cuanto a su enseñanza, el tema que presenta a sus oyentes es el evangelio pero con un fuerte énfasis en el Dios soberano que desconocían los atenienses. Pablo, ante esta audiencia tan especial, eligió presentar al Dios soberano.

El comienza diciéndoles: 24 »El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres,25 ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.

Pablo comienza estableciendo que el Dios desconocido, es de hecho, es el único Dios. El hizo el mundo y todo lo que hay en él. Todo lo visible e invisible. Sean personas o animales, sean materiales o inmateriales. Todo lo que existe fue creado por este Dios. Este Dios no sólo es creador sino es el Señor, el amo, el dueño, el soberano del cielo y la tierra. En todo ámbito del universo él es el Señor. Es el que manda, el que gobierna, el que dirige, el que controla, tanto en el cielo como en la tierra.

Este es el Dios soberano que adoramos. Aquel que hizo todas las cosas con su poder y aquel que controla todas las cosas porque es el Señor del cielo y la tierra.

Pablo continúa diciendo que no hay edificios construidos por hombres que puedan limitar o contener a este Dios soberano, ni ningún servicio del ser humano puede condicionarlo o ponerlo contra la pared. El no necesita de nosotros ni necesita nuestro servicio. Es al revés, nosotros necesitamos de él. “El es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas”. Se nos muestra nuestra total dependencia de este Dios soberano.

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