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Summary: Como nos habla la Biblia acerca de lo que Dios desea ver en nosotros

Un varón Conforme al Corazón de Dios

Por: CJR

I Samuel 13:13-14 / Hechos 13:22

Hemos escuchado muchas veces la frase que David fue un varón conforme al corazón de Dios, y para muchos, esta sólo aplica a El, pero quizás no nos hemos detenido a buscar las razones por las que el mismo Dios da este testimonio de él. Estando todavía en el anonimato, un siervo del rey Saúl lo califica como el apropiado para liberarlo del espíritu que lo atormentaba, porque vio estas cualidades en él: “sabe tocar, es valiente y vigoroso, hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él”. (I Samuel 16:18). El Apóstol Pablo, mucho tiempo después, cuando se dirigía a los presentes en la sinagoga de Antioquia un día de reposo, fue quien dijo que: el Dios de este pueblo de Israel,… “levantó por rey a David, de quien dio testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”. Ahí está la clave, David era un varón conforme al corazón de Dios porque hacía lo que Dios quería.

¿Pero, qué significa entonces hacer lo que Dios quiere? ¿Será posible que en nuestros tiempos podamos lograr lo que alcanzó David, o será que este testimonio sólo se podrá decir de él? ¿Podrá uno de nosotros ser llamado un varón o una mujer conforme al corazón de Dios? Claro que sí, estamos persuadidos de que “Dios no hace acepción de personas”, de que “ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos somos uno en Cristo Jesús”. Si Dios pudo en aquel tiempo encontrar en David tierra fértil para lograr que él hiciera lo que Dios quería, con todas sus limitaciones, quizás complejos, debilidades, entonces nosotros también podremos. Sólo queremos destacar cuatro cualidades del corazón que agrada a Dios, que hace lo que El quiere.

EL CORAZON CONFORME A DIOS, DEDICA TIEMPO A ESTAR CON EL Y SE ALIMENTA DE SU PALABRA:

Todo tiempo invertido en estar con Dios será beneficioso para nuestras vidas. Dios merece nuestro tiempo, El es el dador de nuestro tiempo. David reconocía que en “En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15). Así como recibimos promesa de ver llenos nuestros graneros con abundancia por ofrecer las primicias de todos nuestros frutos, así también tenemos promesa por ofrecer las primicias de nuestro tiempo a Dios. (Proverbios 3:9-10). David siempre dedicó la madrugada a Dios, el tiempo temprano. En el Salmo 63:1-2, dice “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”. Buscar a Dios en las primeras horas era el deleite, tanto de su alma como de su carne. Algunos de nosotros, nos justificamos en el verso de que “la carne es débil”, pero David podía dominar su carne para tener ese tiempo especial donde saciar su sed y ver la gloria y el poder de su Dios temprano en la mañana. En el Salmo 5, también dice que “porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.”

Y no solamente David, Abraham en Génesis 19:27 dice la Palabra que subió por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. Se paraba temprano en el lugar donde conoció a Dios. De Jesús mismo en Marcos 1 dice la Escritura que “se levantó muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Las águilas buscan la comida antes de la salida del sol. Si queremos las nuevas fuerzas de los que esperan en Jehová, levantar alas como las águilas, correr y no cansarnos, caminar y no fatigarnos, entonces dediquemos tiempo temprano a nuestro Dios. Pero esto sólo se logra con disciplina. Hay muchas razones por las cuales no oramos, o por lo menos son las que me han pasado a mí, cualquier parecido con su vida, es pura coincidencia.

1. Mundanalidad: la oración es una disciplina espiritual. Muchas veces las cosas del mundo ocupan parte de nuestro tiempo y descuidamos la oración.

2. Ocupaciones: El trabajo, los afanes del día a día distraen nuestra atención de manera que nos roban tiempo con Dios.

3. Distancia: Nosotros nos alejamos de Dios, nos olvidamos que El está cercano. La Palabra nos recuerda, “acercaos a Dios y El se acercará a vosotros” (Santiago 4:8). El salmista dice que “en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová mi esperanza, para contar todas sus obras.” (Salmo 73:28). Y luego en Hebreos, también la escritura nos anima diciendo: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:16).

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