Summary: La gracia te habilita para ser el esposo o esposa que Dios quiere que seas

Habilitados por Gracia.

Exactamente el viernes pasado, Delia y yo celebramos 16 años de casados. Siendo sincero, ese 11 de abril de 1992, a las 11am, ni idea tenía a qué me estaba metiendo. Tampoco, Delia. Y si son sinceros ustedes también reconocerán que el día de su boda tenían varias ideas equivocadas del matrimonio. Lo primero de lo que te das cuenta es que la famosa frase de los cuentos “y vivieron felices para siempre” no sucede automáticamente después de la boda. Es más una boda hermosa y bien planeada no garantiza un matrimonio perdurable. Un matrimonio perdurable es algo que se forja día a día, cuesta lágrimas y requiere dedicación y esmero.

Yo pensaba que era una persona paciente…hasta que me casé. Y cuando Delia dejaba los cajones abiertos después de varias veces de haberle reconvenido, la paciencia quedaba echa trizas cuando llegaba y yo los cerraba con coraje.

Delia pensaba que era paciente hasta que se casó conmigo. Y cuando estábamos perdidos y yo insistía en que no lo estábamos y me negaba a parar y preguntar, ella supo cuánta paciencia le faltaba con alguien tan terco como yo.

Una vez ya casado te das cuenta que las cosas no fluyen con la facilidad con la que pensabas que fluirían cuando dejabas a tu novia o novio en su casa y anhelabas que llegara el día en que ya no te separaras de él o ella, porque pensabas “24 horas todos los días no nos serán suficientes para nuestro amor”.

Desde el día siguiente de la boda, te das cuenta que el matrimonio es algo serio, que se requiere constancia, sacrificio, amor, paciencia, perseverancia, negación de uno mismo, para poder disfrutar la riqueza escondida en la relación humana más intensa y más íntima, que la Biblia la describe como dos que se vuelven “una sola carne”.

Puesto que el matrimonio es un regalo de Dios, tenemos que verlo desde la perspectiva de Dios. Quiero puntualizar tres cosas importantes acerca de tu matrimonio y el mío:

1.Dios es el inventor del matrimonio.

El matrimonio no es una institución humana, sino divina. Dios estableció la unión de un hombre y una mujer en el contexto de compromiso y de pacto como el sistema para multiplicar su imagen en la tierra. Es honroso, algo digno de ser tenido en alta estima

2.El mayor enemigo de tu matrimonio es el pecado

Génesis 3 ocurrió en la historia y cuando la humanidad cayó en pecado vinieron sobre nosotros como raza toda serie de problemas y dificultades.

Por eso la paciencia no es tan fácil en tu matrimonio.

Por eso a veces entras a una guerra de palabras con tu cónyuge.

Por eso te es tan difícil ser humilde y pedir perdón.

Por eso luchas con el orgullo y te alejas de las personas que más amas.

3.La solución y esperanza para tu matrimonio es Jesucristo.

Pero tenemos buenas noticias porque Dios nos amó tanto que no nos dejó a expensas de nuestro pecado, sino que envió a Jesucristo para que con su vida, muerte y resurrección lograra que las cosas sean inclusive mejores que al principio de la creación.

Todo esto lo hizo Dios porque es un Dios de gracia.

En vista de todo este panorama, hay un elemento que a veces no tenemos muy en cuenta en nuestros matrimonios pero que es fundamental. Pensamos con frecuencia que para tener un matrimonio sólido necesitamos mucha comunicación, respeto, amabilidad, consideración y cosas semejantes. Todo esto está muy bien, pero quiero decirte que aun más fundamental que todo esto es tener un claro entendimiento de la gracia de Dios en nuestras vidas.

Sí, la gracia de Dios tiene que ver con tu matrimonio. Tiene que ver con tus conflictos con tu cónyuge, tiene que ver con los desacuerdos en cuanto a las finanzas, tiene que ver con los pleitos por la educación de los hijos. Tiene que ver con la intimidad sexual en su matrimonio, tiene que ver con esta unión en una sola carne.

Primero, entendamos qué es la gracia de Dios.

Gracia “Es el atributo del ser de Dios por el cual nos da toda bendición, no porque las merezcamos, sino porque Él se complace en dar con amor y para su gloria”

Un pasaje que nos ayuda a entender el concepto de gracia es Romanos 11:6. “Y si es por gracia, ya no es por obras; porque en tal caso la gracia ya no sería gracia”.

Aquí vemos las características de la gracia de Dios.

•Dios asume la cuenta.

•No tenemos mérito alguno para obtenerlo.

•No lo merecemos.

•No tenemos ni el más mínimo espacio para la jactancia.

•La gloria es para Dios.

La palabra “gracia” describe perfectamente la obra de Jesucristo por nosotros. Es gracia de principio a fin.

Hay un pasaje que nos habla de la gracia y nos presenta ciertos matices que a veces no tomamos en cuenta y que tienen que ver muchísimo con nuestros matrimonios.

Tito 2:11 dice: “En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación”.

Siempre que hablamos de gracia la relacionamos con la salvación. Por nuestro pecado estábamos separados de Dios y condenados a la perdición. Pero Dios aunque éramos sus enemigos envió a Jesucristo para morir en nuestro lugar. Todo esto es por gracia. Nos queda perfectamente claro.

Pero el versículo 12 agrega algo más que no siempre tomamos en cuenta: “y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio”.

Según este pasaje, la gracia no sólo es para la salvación, sino para algo más. La gracia nos ENSEÑA. La gracia es una capacitadora, habilitadora, es una maestra, alguien que nos hace aptos para algo. ¿Para qué? La gracia nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Nos enseña a vivir en este mundo justa, piadosa y controladamente.

Estas son buenas noticias. ¿Qué necesitas en tu matrimonio?

¿Acaso no necesitas aprender a rechazar las cosas y deseos que te apartan de Dios y por ende de tu cónyuge?

¿Acaso no es tu falta de dominio propio la que ha causado tantas lágrimas a tu cónyuge?

¿Acaso no es tu orgullo el que hace tan difícil pedir perdón o reconocer tus faltas cometidas contra tu cónyuge?

¿Acaso no es por No haber actuado de acuerdo con el plan de Dios que has dejado de hablar a tu cónyuge y caído en enojo constante hacia él o ella?

Las buenas noticias son que si estás en una relación creciente con Cristo, si has experimentado la gracia de Dios para salvación, la buena noticia es que la gracia no es sólo para salvación, sino también para tu santificación. Es decir, la gracia te habilita para ser el esposo o la esposa que Dios quiere que seas.

¿Cómo vas a poder controlar la ira?

¿Cómo vas a poder dejar de usar palabras que ofendan a tu cónyuge?

¿Cómo vas a cambiar ese mal humor por un espíritu afable y amable?

¿Cómo podrás perdonar a tu cónyuge sus faltas?

¿Cómo podrás ser más diligente en tu responsabilidad como esposo o esposa?

¿Cómo vas a abandonar tu orgullo para tener la iniciativa de la reconciliación?

¿Cómo podrás respetar a tu cónyuge que no te respeta?

¿Cómo podrás ordenar tus prioridades para darle a tu matrimonio el lugar que le corresponde?

¿Cómo podrás ser un esposo que ame a su esposa como Cristo amó a la Iglesia?

¿Cómo podrás ser esa esposa que se sujete a su marido como la Iglesia a Cristo?

¿¡CÓMO!? La respuesta es…la gracia de Dios. El amor que Dios te ha demostrado en Jesucristo y su obra en ti y en mí, nos enseña a rechazar aquello que debemos rechazar y amar aquello que debemos amar: la justicia, la piedad y dominio propio.

Recuerda entonces, Has sido habilitado por la gracia de Dios para hacer lo “imposible” humanamente.

Por la gracia de Dios puedes,

1.Perdonar

2.Ser humilde

3.Controlar tus reacciones

4.Controlar tus palabras

5.Tratar con respeto a tu cónyuge

6.Ser paciente

7.Servir

8.Amar

9.hacer todo lo necesario para que tu matrimonio glorifique a Dios.

No se cuál es la situación de tu matrimonio hoy. Pero quiero decirte que por muy dañado que pienses que está, no hay situación matrimonial tan dañada que la gracia de Dios no pueda reparar. TE animo a que decidas depender de su gracia, pues sólo Dios, por gracia, te habilita para ser ese esposo o esposa que él quiere que seas. Animo y vive en su gracia que transforma nuestros corazones y nuestros matrimonios para Su gloria.