Summary: Qué pasa cuando ponemos la tradición al mismo nivel de la Escritura

ABUSANDO DE LOS LÍMITES

Marcos 7:5-9

INTRO: Una pareja tuvo su primer bebé. Estaban muy contentos porque habían esperado con tanto anhelo ese momento y por fin, ya era una realidad. Cuando llegaron a su departamento que estaba en el segundo piso, les sobrevino un pensamiento. Las escaleras sólo tienen un pasamanos. . .qué tal si se cae por los espacios vacíos. Tenemos que hacer algo al respecto. Así que mandaron a poner una malla protectora para que el niño no cayera por allí. Pasó el tiempo, y el pensamiento les volvió a sobrecoger. Y si se cae por las escaleras. Entonces mandaron poner una reja para bloquear el acceso a la bajada de la escalera. Luego pensaron, y si logra abrir esta reja. Así que reforzaron las cerraduras de la puerta. Luego pensaron y si se las ingenia para abrir la puerta. Así que pusieron una reja en el pasillo que venía del cuarto. Luego pensaron y si logra brincar la reja. Entonces, comenzaron a mantener bajo llave a su hijo para que no se fuera a caer de las escaleras. Comenzando con una buena medida precautoria acabaron teniendo un hijo viviendo como preso en su propia casa. Estos padres abusaron de las barreras de protección. Abusaron de los límites. Y acabaron con la libertad que su hijo podía tener. (Esta es una parábola – cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia).

Pero es una parábola que nos muestra los peligros de abusar de los límites en la vida cristiana.

La semana pasada se nos hablaba de que Cristo nos hizo libres de la condenación y el poder del pecado, pero que no debemos usar nuestra libertad para hacer lo que queramos, sino que ahora servimos a alguien más: a Cristo. Ciertamente, el peligro de abusar de la libertad es real. Por eso debemos tener cuidado. Pero por otro lado, existe el peligro de abusar de los límites, de las barreras de protección, de las normas hechas por hombres.

¿Cómo sucede esto? ¿Cómo se llega a abusar de los límites?

1. Todo comienza con una buena intención de poner una barrera de protección para que no te acerques al límite. Es decir, ponemos una regla humana (y con cierta medida de sabiduría) para que la gente no se acerque al borde, al límite, pues si lo traspasan ya estarían pecando.

Por ejemplo, el mandamiento decía que el día de reposo la gente no debía realizar trabajos cotidianos sino dedicarse al reposo y la adoración de Dios. Entonces, los ancianos y la gente estudiosa de la religión, pusieron ciertas pautas para que la gente supiera cómo debía conducirse: y dijeron que podías caminar hasta cierta distancia, pero si pasabas de esa distancia ya habías rebasado el mandamiento de Dios.

Al principio sonaba bien, era una barrera de protección para que la gente no se descarrilara, pero el problema vino cuando un mandamiento hecho por hombres, se eleva a la altura de la Palabra de Dios. Entonces, la gente comienza a pensar que si cumple esas reglas está cumpliendo lo que dice la Biblia, y si alguien no las cumple entonces está desobedeciendo a Dios.

Así es como surge lo que llamamos hoy día el “legalismo”. Es decir, “exigir el cumplimiento de reglas hechas por hombres que limitan la libertad en puntos donde la Palabra de Dios la concede”.

Jesús se enfrentó a este abuso de los límites que hacían los religiosos de su época. En muchas ocasiones el tuvo que confrontar el legalismo que reinaba en la vida religiosa de sus contemporáneos. En el pasaje que leímos en Marcos 7, encontramos cómo desenmascara los engaños que existen al seguir mandamientos hechos por hombres.

La Situación en Marcos 7

Existía una regla hecha por los hombres que observaban los fariseos. “Antes de comer debes lavarte varias veces las manos” ¿Les parece algo malo esto? ¡¡No!! Es algo higiénico. Pero los fariseos en su legalismo, habían hecho de esta regla un mandamiento más a la altura de la Biblia. Es decir, si no respetabas esta regla hecha por los hombres, estabas desobedeciendo a Dios.

Ahora imagínense a los discípulos de Jesús, todos hambrientos llegando y al ver la comida servida, pues se pusieron a comer sin lavarse las manos. Y los fariseos estaban murmurando y le preguntaron a Jesús v. 5 ¿Por qué tus discípulos no se lavan las manos antes de comer?

En las palabras de los fariseos y las de Jesús podemos encontrar por lo menos tres engaños en que caemos cuando tomamos los mandamientos humanos como si fueran divinos.

El engaño de los límites hechos por el hombre.

1. Te engañan al sentir que estás conectado con los que hacen la voluntad de Dios v.5

A. Notemos como le preguntan los fariseos a Jesús en el v. 5 “Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos?”

B. Estar de acuerdo con la tradición de los ancianos se oía muy piadoso, ¿No es así? Se oía como lo que Dios quiere de cada creyente.

C. Ese es precisamente el engaño de seguir mandamientos de hombres como si fueran de Dios. Una regla humana que se cumple y se cumple llega a parecer divina y los que no la cumplen, no están en el bando de los que hacen la voluntad de Dios.

2. Te engañan al sentir que honras a Dios al cumplirlos v. 6-7

A. Jesús responde: ¡Hipócritas! Y menciona la cita de Isaías: “Este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

B. El legalismo te hace sentir que estás honrando a Dios, cuando en verdad tu corazón no le ama por sobre todas las cosas. Estás obstinado por las reglas humanas porque el cumplir la lista detallada de expectativas te hace sentir mejor. Te hace sentir de que Dios está feliz contigo. Que está orgulloso de ti.

C. Pero estás más interesado en juzgar que ayudar, en condenar que en salvar, en apartar que en rescatar. En pocas palabras, no tienes un corazón como el de Dios. Y aun así crees que le honras.

3. Te engañan al cegarte de tu alejamiento del mandamiento de Dios. V.8-9

A. El observar mandamientos humanos como si fueran divinos, te hace ciego. Poco a poco te vas alejando del mandamiento de Dios. Inclusive, abandonas el mandamiento bíblico y te dedicas a cumplir el humano. Pero estás convencido de que obedeces a Dios, y que eres intachable en cuanto a sus mandamientos. Como los fariseos hacían: “invalidan el mandamiento de Dios por guardar su tradición”

B. Ejemplo del “Corbán” (mi ofrenda a Dios)– El mandamiento decía “Honra a Tu Padre” pero si alguien decía “corban” ya no ayudaba a su padre y madre en sus necesidades.

Conclusión: El abusar de la libertad y llegar a ser libertino ciertamente es un peligro. Pero también lo es lo opuesto. El abuso de los límites, al seguir mandamientos establecidos por el hombre como si Dios los hubiera establecido también es un peligro. Tenemos que cuidarnos del libertinaje, pero también del legalismo. El legalismo te engaña te hace sentir bien, te hace sentir que honras a Dios, y no percibes cómo te alejas del verdadero mandamiento divino. Pidamos al Señor que nos ayude a ver las barreras de protección por lo que son y podamos entender el verdadero mandamiento de Dios. Viviendo con el corazón del Padre que nos ha hecho libres en Cristo y no para ser esclavo de mandamientos de hombres. Libres para ser siervos de El.