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Summary: El apóstol Juan nos da tres ejemplos y como podemos proclamar el mensaje de Jesucristo con otros.

PROLOGO A LA PRIMERA CARTA DE JUAN

1 Juan 1:1-4

El prólogo de la primera carta de Juan es semejante al prólogo del Evangelio de Juan. El principio en Juan 1:1 se refiere al principio del tiempo. Cuando el tiempo empezó, el verbo ya existió. El principio en 1 Juan 1:1 puede ser una referencia al principio del tiempo o al principio del Evangelio de Jesucristo. Tal vez se refiere a los dos. Juan escribió su carta con la autoridad de un testigo ocular de la persona y la obra redentora de Jesucristo. Juan siguió a Jesús por varios años y fue testigo ocular de su ministerio, su muerte y su resurrección. Ninguno de los autores de los escritos gnósticos fueron testigos de la vida o del ministerio de Jesús. Juan hace clara que él estaba presente durante la época de Jesucristo. El dijo, hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo (1:2-3).

En estos versículos Juan llama a Jesucristo, al Verbo de vida, la vida, y la vida eterna. Se usa la vida porque Cristo es El que tiene vida en si mismo. El es la fuente de vida y la sustancia de vida. Jesucristo vino a este mundo para darnos vida eterna y abundante. El apóstol Juan escribió de su propio encuentro con el Verbo de vida.

Algunos de los falsos maestros negaban la humanidad de Jesucristo. Otros negaban su deidad. Algunos enseñaban que Jesucristo fue solamente una ilusión, o sea un fantasma. Juan fue un testigo ocular de Jesucristo y testificó de su propio encuentro con Cristo. Juan sabia que Jesucristo no era una ilusión. Ninguno de nosotros hemos visto a Jesucristo con nuestros propios ojos, pero nuestra experiencia esta basada en el testimonio de los testigos oculares.

Todos los apóstoles con la excepción de Tomás y Judás vieron al Señor resucitado el primer domingo después de la resurrección. Judás se suicido después de la captura de Jesucristo. Tomás no estuvo presente cuando Jesús se apareció a sus discípulos. Al escuchar las noticias de la resurrección, Tomás rehusó creer en la resurrección a menos que el tenia la misma evidencia que el resto de los discípulos. Después de una semana, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos y Tomás estuvo presente. Tomás vio a Cristo resucitado y exclamó, Señor mió, y Dios mió! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron (Juan 20:28-29).

Juan enfrentó el Verbo de vida porque la vida fue revelada a el. La palabra manifestada significa una vida revelada a nosotros, es decir, una vida mostrada en Jesucristo. Dios siempre toma la iniciativa en revelarse a si mismo a nosotros. El cristianismo no es la historia del hombre buscando a Dios, sino es la historia de Dios revelándose al hombre.

En el Antiguo Testamento, Dios se revela en muchas maneras diferentes. Pero la suprema revelación de Dios se halla en Jesucristo (Vea Hebreos 1:1-2). Una vez, Felipe dijo a Jesús, Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo, el que me ha visto a mi, ha visto al Padre. Dios dio su propio Hijo a nosotros para que nosotros hallemos vida eterna y abundante en El. Se encuentra esta vida únicamente en Jesucristo.

Juan declaró su deseo de compartir al Verbo de vida con otras personas. ¿Que le parece de un medico quien había descubierto la cura del cáncer pero rehusó compartir las buenas noticias con otras? Como creyentes en Jesucristo, hemos hallados el perdón de pecado y la vida eterna en Cristo Jesús. Debemos proclamar estas buenas noticias a otras personas también. El apóstol Juan nos da tres ejemplos y como podemos proclamar el mensaje de Jesucristo con otros.

I. PRIMERO: PODEMOS TESTIFICAR DE NUESTRA PROPIA EXPERIENCIA PERSONAL. El apóstol Juan testificó de su experiencia personal con Jesucristo. La palabra testificamos significa compartir nuestro propio encuentro con el Señor. El creyente es un testigo de la salvación que hay en Jesucristo. Juan estuvo presente durante el ministerio de Jesús y tenía el deseo de proclamar las buenas noticias. Fue imposible para Juan mantener el silencio en cuanto a su experiencia de la salvación en Cristo. No es necesario ser un teólogo para testificar de su experiencia propia.

II. SEGUNDO: PODEMOS TESTIFICAR POR MEDIO DE LA PROCLAMACION FORMAL. Juan dijo, Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos. Juan quería anunciar las buenas noticias que él había visto y escuchado de Jesucristo. Ciertamente, no todos los creyentes tienen la llamada de ser predicadores, pero todos pueden testificar de su propia experiencia de la salvación.

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