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Summary: Somos luz del mundo para la gloria de Dios

La Luz de Cristo en ti

Intro: En el tiempo de verano comienzan a llegar a nuestra ciudad equipos de misiones de corto plazo provenientes de los Estados Unidos. En mi experiencia, en muy contadas ocasiones, llegan afro americanos en tales grupos. Hace más de veinte años, estaba ayudando a atender a un grupo que llegó para apoyar en la Escuela Bíblica Priscila. En ese grupo llegó un joven, muy amigable, afro americano. En seguida hicimos buena conexión con él. Un día, estaba pasando por una calle y desde lejos lo vi caminando en una acera, detuve el auto junto a él y le dije: “vamos, súbete, te llevo”. Cuando me vio, sonrió y subió al auto. Luego, con una cara de sorpresa me preguntó: “¿Cómo me reconociste?”…En Mérida, en ese entonces, una persona afro americana era una rareza y alguien difícil de pasar por alto.

A veces reconocemos inmediatamente a las personas por un rasgo característico inconfundible. Quizá algún rasgo físico, la ropa que llevan, los modales que tienen o inclusive el acento con el que hablan. Como aquella familia yucateca que fue al Distrito Federal y el padre muy preocupado por la seguridad de su familia, indicó a sus niños que no hablasen durante el trayecto del metro, por temor de que su acento revelara su origen provinciano. Los niños trataron de concentrarse para obedecer a su padre. Pero en un momento en que el metro tuvo una salida impetuosa, tomando por sorpresa a los niños, todos gritaron a coro: ¡UAAAY!

La esencia de nuestra identidad, tarde o temprano sale a relucir. No podemos esconder lo que somos en verdad. Finalmente, siempre seremos reconocidos por lo que somos.

En el evangelio según Mateo del capítulo 5 hasta el 7, encontramos el llamado “Sermón del Monte”. Esta es una porción bastante extensa en la que Jesús nos enseña quiénes somos y cómo debemos vivir (te animo a que en casa leas todo el sermón del monte). Ahora bien, específicamente en los versículos 14 al 16 del capítulo 5, Jesús nos dice algo muy importante acerca de la identidad de aquellos que están en una relación creciente con él. Dice algo muy importante que caracteriza a aquellos que se identifican con Jesús y creen en él; algo que debe ser reconocible e inconfundible en aquellos que son sus discípulos.

Dice el versículo 14: “Ustedes son la luz del mundo”. Aquí Jesús está hablando de algo importante acerca de nuestra identidad. Dice “ustedes son”. Es decir, es algo que nos define, algo que no podemos ocultar o esconder. Si estás en una relación creciente con Jesús, es algo que te caracteriza.

Jesús dice: “Ustedes son la luz del mundo”. La imagen de la luz es una imagen que encontramos en todas partes en la Biblia. Desde el Génesis, donde vemos que en un mundo oscuro Dios dice: “Sea la luz, y fue la luz”, pasando por la columna de fuego que iluminaba al pueblo de Israel en el desierto, el candelero en el tabernáculo, la luz que irradia del trono de Dios en la visión de Isaías hasta llegar al Nuevo Testamento en la que la luz se identifica con una persona: “La luz vino a este mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz”

La metáfora de la luz siempre se contrasta con las tinieblas o la oscuridad, pero raras veces se define explícitamente. Como toda buena metáfora, está diseñada para impactarnos y aunque en nuestro interior la entendemos, nos es difícil ponerlo en palabras directas y llanas.

Entendemos que la luz se relaciona con Dios y las tinieblas se relacionan con todo lo que se opone a Dios. En los evangelios, la metáfora de la luz generalmente se identifica o apunta a una persona. De una manera directa nos dice en Juan 8:12: “Otra vez les habló Jesús diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

La luz es alguien, no es algo. La luz de este mundo es Jesús. Pero continúa diciendo algo que no debemos perder de vista. “El que me sigue (el que tiene una relación creciente conmigo, el que es mi discípulo) no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Eso nos afecta. Eso se refiere a ti y a mí que estamos en una relación creciente con él. Ciertamente Él es la luz del mundo, pero nos aclara que como él tiene que ver con nuestras vidas, su luz impacta nuestras vidas de tal manera que no podemos andar en tinieblas.

Regresando a Mateo 5, ahora podemos entender mejor la frase, “Ustedes son la luz del mundo” (v.14). No se trata de que tú y yo seamos generadores de luz, sino más bien que somos reflejos de aquel que es la luz del mundo. Nuestra luz no es propia, sino como la luna, sencillamente reflejamos la luz de Cristo en nosotros.

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