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Summary: Necesitamos que el Rey Jesucristo reine en nuestras vidas

Hoy comenzamos nuestra nueva serie: “consumado es” y con ella estaremos considerando los eventos que ocurrieron en los últimos días del Señor Jesucristo sobre la tierra en su primera venida de acuerdo como son presentados en el evangelio de Juan.

Así que, una buena acción para este mes que seguiremos bastante tiempo en casa sería leer juntos todo el evangelio de Juan.

Hoy comenzamos también la celebración de la tradicional fiesta cristiana enmarcada en lo que se ha llamado: Semana Santa. ¡Qué diferente será esta Semana Santa!

Tuve la bendición de crecer en una familia cristiana y desde que tengo memoria, Semana Santa, no era sólo un tiempo de vacaciones, como para muchos de mis compañeros de escuela, sino era el tiempo cuando más nos reuníamos con la iglesia, y debo confesar que en algún tiempo de mi vida creciendo anhelaba simplemente quedarme en casa.

Pues esta semana santa se me está cumpliendo ese deseo del pasado, aunque ahora anhelo con todo mi corazón lo contrario. ¡Cómo anhelo poder ver a la iglesia reunida hombro a hombro adorando al Señor! Sin embargo, gracias a Dios por estos medios que tenemos para que esta tarde estemos juntos, aunque cada quien en su casa, adorando a nuestro Señor.

Y hoy comenzamos el recuento de los eventos de la vida de Jesús en sus últimos momentos con un hecho histórico muy relevante que se ha conocido tradicionalmente como la “Entrada Triunfal”.

Recuerdo que de niño ese primer domingo de semana santa o domingo de ramos, al principio del culto nos formaban a los niños en la entrada del templo con unas palmas en las manos y entrábamos en un procesional cantando y moviendo nuestras palmas representando la entrada del Señor Jesús a Jerusalén ese día.

De este evento dan recuento los cuatro evangelios. Normalmente mateo, marcos y Lucas coinciden en incluir los mismos eventos en su narración, pero este evento es tan relevante que hasta Juan, que normalmente tiene otra línea narrativa, lo incluye en su evangelio.

Y en Juan lo encontramos en el capítulo 12 y si tienes tu Biblia tenla abierta a partir del versículo 12.

Dice Juan 12:12-13: Al día siguiente muchos de los que habían ido a la fiesta se enteraron de que Jesús se dirigía a Jerusalén; tomaron ramas de palma y salieron a recibirlo, gritando a voz en cuello: —¡Hosanna! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Bendito el Rey de Israel!

Estos versículos nos dan la idea de lo que está pasando. Esta no es cualquier entrada de cualquier persona a la ciudad. Este es el procesional de un rey regresando victorioso de la batalla y su séquito celebra sus grandes hazañas. Así entraban los grandes y poderosos señores de la antigüedad a sus ciudades después de haber conquistado reinos para sus imperios.

Las palmas están asociadas con esa celebración de victoria y según otros evangelios, incluso ponían sus mantos, como pavimentando el camino del Rey que entraba a la ciudad. Y lo que gritaba la multitud nos confirma nuevamente que se trata de la entrada de un rey. Decían ¡Hosanna! (que quiere decir “Sálvanos Señor” y es tomada del Salmo 118:26), ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el Rey de Israel!

No cabe la menor duda, las personas en ese séquito estaban viendo a Jesús como el Mesías prometido, lo estaban viendo como el enviado del Señor para liberarlos, lo estaban viendo como su rey esperado y anhelado.

Juan 12, versículo 14 sigue diciendo: Jesús encontró un burrito y se montó en él, como dice la Escritura: «No temas, oh hija de Sión; mira, que aquí viene tu rey, montado sobre un burrito».

¿No sé cómo te habías imaginado la escena de un rey entrando a la ciudad victorioso después de la batalla y la gente dando vítores alegremente? Pues yo la imaginaba, como quizá has visto en películas, un majestuoso monarca con atuendo de realeza y cabalgando un imponente corcel. Pero aquí hay un giro inesperado. Este rey no entra a Jerusalén montado en un caballo sino en un burrito.

Los burritos no son propiamente identificados como animales en los que cabalgaría un gran monarca. El estereotipo es otro ¿no es cierto? Pero es precisamente este hecho el que termina de confirmar que estamos, indudablemente, ante el Rey de reyes y Señor de señores. Si las palmas y los gritos de la multitud nos daban una pista, el hecho que haya entrado a Jerusalén no confirma más allá de toda duda que nos encontramos ante el Mesías prometido.

Ese día de entrada a Jerusalén no fue un hecho aislado relatado en el Nuevo Testamento. Esa entrada triunfal tiene un significado profundo, era el cumplimiento de profecías, de expectativas que tuvieron generación tras generación. Ese día en Jerusalén, estaba ocurriendo algo mucho más significativo que un simple desfile de un puñado de personas con un fervor religioso.

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