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Summary: La disciplina eclesiástica se trata de procesos, acciones y actitudes, basadas en el evangelio, que la Iglesia aplica, de manera relacional y/o institucional, para prevenir, atender y corregir el pecado en la vida de los miembros del Cuerpo de Cristo.

Disciplina Eclesiástica: Qué es

Algunos años antes de fallecer, mi padre escribió una pequeña autobiografía. En ella narra un episodio de su juventud cuando estaba como en segundo año de Preparatoria. Puesto que los estudios eran muy cansados y agotadores para él, y buscando lo más cómodo, le dijo al abuelo que ya estaba muy cansado y que no seguiría estudiando.

Mi abuelo fue albañil, un hombre diligente y trabajador. Y como medida de disciplina y corrección a la actitud desobligada de mi padre, mi abuelo le dijo: “Si no vas a estudiar, vas a trabajar conmigo para ganar dinero con esfuerzo. Pero no te vas a quedar sin hacer algo productivo.”

Y el primer trabajo que tuvo que hacer fue blanquear con pintura de cal una albarrada, como solía hacerse en aquel tiempo. Él dice en sus memorias: “A las dos horas, mis manos finas ya estaban perforadas y adoloridas”.

En aquella ocasión mi abuelo le dijo mostrándole sus propias manos, “Ves hijo, para lograr algo en esta vida se requiere esfuerzo. Yo no pude estudiar; este es mi trabajo y requiere mi esfuerzo. Tú estás estudiando, esfuérzate para que llegues a ser profesionista. Tú debes llegar más allá de donde yo llegué.”

La lección disciplinaria y práctica fue muy efectiva. Mi padre abandonó de inmediato la idea de dejar de estudiar pues se dio cuenta que en cualquier escenario se requiere dedicación, esfuerzo y diligencia. Y mi abuelo vio coronado su esfuerzo al tener a un médico anestesiólogo en la familia.

Como padres que amamos a nuestros hijos necesitamos ejercer disciplina y corrección por su propio bien. Al momento, nosotros como hijos, no podemos ver todos los beneficios de la disciplina ni el amor que nuestros padres nos están prodigando al ejercerla, pero con el tiempo muchos de nosotros podemos ver el fruto de esas palabras confrontadoras y consecuencias incómodas.

Este mes, en nuestra serie, disciplina eclesiástica, vamos a explorar de manera introductoria, lo que la Escritura enseña acerca de la función que Cristo ha encomendado a su iglesia para la dirección, cuidado y santificación de los miembros de su cuerpo. Así como un padre disciplina a su hijo que ama, también Dios, a través de la iglesia, quiere hacer precisamente eso hacia sus hijos a quienes ama.

Jesús en Mateo 28 encomendó a sus discípulos ir a las naciones a hacer más discípulos, y ordenó que los nuevos discípulos fueran bautizados y fueran enseñados a obedecer todo lo que les había mandado. Es decir, que la iglesia tiene una fuerte misión formativa o educativa en formación de los nuevos discípulos.

Por eso podemos esperar que toda iglesia cristiana, fiel al mandato del Señor, debe poner un empeño intencional y observable en enseñar la Palabra de Dios a los discípulos. La iglesia es la gran escuela de Cristo. Y en este entorno educativo y formativo es que entra en escena lo que conocemos como disciplina eclesiástica.

La formación de discípulos es como si fuera una moneda con sus dos caras: Por un lado, tenemos la enseñanza y formación bíblica que todo discípulo debe tener de manera regular, y del otro lado de la moneda, está la exhortación, dirección y corrección que el discípulo debe tener cuando se está saliendo del camino trazado por la enseñanza bíblica. Ambos lados de la moneda son importantes en el discipulado.

Quizá como iglesia hemos hablado bastante del discipulado en su lado formativo y de enseñanza bíblica, pero no hemos hablado lo suficiente del discipulado en su lado disciplinario y correctivo que también es importante para que todos crezcamos como discípulos del Señor. Por eso, este mes estaremos explorando este sensible, pero necesario campo de la disciplina eclesiástica como parte de la tarea de la formación de “discípulos que hacen discípulos”.

Quizá al escuchar el título, “disciplina eclesiástica” vienen a nuestra mente imágenes de la inquisición, de ejecuciones de herejes, o de exhibiciones públicas de pecadores con la letra escarlata y obviamente, sentimos incomodidad en nuestras entrañas por la simple mención del término.

También, en nuestra sociedad cada vez más individualista, podemos ver, cada vez menos, las implicaciones obvias de ser parte de una colectividad, de una comunidad, de un cuerpo como lo es la iglesia. Estamos cada vez más acostumbrados a que cada quien viva su vida y que nadie se meta con nosotros. Esto nos hace mucho más difícil entender la función de cuidado que la iglesia debe tener hacia sus miembros y que esto sin duda, implicará que precisamente, alguien se “meta” en nuestras vidas.

Factores como estos hacen más complejo que los cristianos contemporáneos lleguen a estar cómodos y agradecidos con el tema de la disciplina eclesiástica. Esperamos que, si es tu caso, al terminar esta serie, puedas por lo menos, estar convencido de que el tema es bíblico y es la voluntad del Señor para la vida de sus hijos y su iglesia.

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