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Summary: Los que son grandes en verdad viven en un reino al revés.

En mi adolescencia participaba en el equipo operativo que organizaba el campamento juvenil de la iglesia en donde crecí. Cuando ya se acercaba la fecha del campamento, algunos fines de semana anteriores al evento, íbamos a las instalaciones del campamento para hacer adecuaciones y preparativos en el inmueble donde se realizaba.

Eran fines de semana de bastante trabajo físico. Se adecuaban unos gallineros para que funcionaran como dormitorios, se pintaban algunas áreas, se lavaba la piscina para que se llenara para el campamento, se deshierbaba, en fin…todo lo que no solíamos hacer en la casa como adolescentes, esos días lo hacíamos con mucha dedicación y sin quejas.

Recuerdo una ocasión que fuimos a hacer tales trabajos y cuando nos encontrábamos en lo más intenso de ellos bajo el sol caliente del medio día, pasó una señorita que nos llevaba unos cuantos años de edad, que en campamentos pasados había ocupado puestos como los que nosotros teníamos, pero ahora estaba en un puesto directivo, y la vimos toda fresca y sin estar derramando una gota de sudor como nosotros que estábamos trabajando bajo el sol. Y comenzamos a decirle: “Oye, fulanita, ven a ayudarnos aquí, aquí hay mucho qué hacer”.

Su respuesta se volvió proverbial entre ese grupo de adolescentes, ella contestó: “No. Yo ya pasé por eso”. Todos quedamos asombrados de su actitud y respuesta. Pero no porque entendiéramos los conceptos cristianos del servicio, sino porque teníamos envidia de que ella estuviera disfrutando los beneficios implícitos en una posición de mayor liderazgo en este mundo, mientras que nosotros teníamos que seguir bajo el sol haciendo las labores propias de nuestra posición según la perspectiva del mundo.

Todos queríamos ocupar algún día esos puestos de mayor liderazgo para poder gozar de los beneficios que pensábamos que los acompañaban. En este mundo, la perspectiva es mientras más grande o grandioso eres, más privilegios y beneficios tienes. Posición implica privilegio. Así se maneja este mundo.

Pero cuán equivocados estábamos todos los involucrados en este incidente. Tanto aquella chica como nosotros estábamos viendo las cosas contrarias a lo que debe ser. No habíamos entendido que, si vivimos en el reino de Cristo, vivimos en un reino al revés con respecto a la perspectiva que tiene el mundo.

En reino de Cristo las cosas son al revés, como veremos justamente en el pasaje del evangelio de Marcos que estaremos considerando este día. Hoy veremos que los que son grandes en verdad viven en un reino al revés.

El reino de Cristo es un reino de paradojas, de giros inesperados, de contrastes insospechados, por ejemplo, en el reino de cristo el que quiere salvar su vida, la pierde, y el que la pierde, la salva. En el reino de Cristo para vivir hay que morir. En el reino de cristo, al que tiene poco aun lo poco que tiene se le quitará, y el que tiene más, recibirá aún más. En reino de Cristo aun la muerte que es la mayor pérdida, es ganancia. En fin, el reino de Cristo es un reino al revés desde la perspectiva meramente humana. Y según este reino viven los que son grandes en verdad.

Seguimos explorando el evangelio de Marcos para conocer más de la manera de hacer ministerio que tuvo Jesucristo y también cómo debe ser nuestro servicio como sus discípulos.

Hoy continuamos con otro pasaje muy conocido y mencionado de los evangelios y lo encontramos en el capítulo 10:35-45.

Estaremos viendo, por lo menos, tres verdades acerca de la verdadera grandeza según el reino de Cristo, el reino al revés, y nos daremos cuenta cuán diferente es a los reinos de este mundo.

Y sin duda, seremos desafiados a ser verdaderamente grandes viviendo, accionando, relacionándonos de acuerdo con este reino al revés.

Marcos 10:35-37 dice: Se le acercaron Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo. —Maestro —le dijeron—, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir. —¿Qué quieren que haga por ustedes? —Concédenos que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.

Esta petición de Jacobo y Juan da pie a esta enseñanza tan importante para todo aquel que es discípulo de Jesús. Jacobo y Juan pensando en cómo querían vivir en el reino de Cristo y siendo visionarios en cómo se veían a sí mismos en algunos años futuros, pensaron asegurar una posición en ese reino que les trajera beneficios personales.

Era una petición que seguramente no la acababan de pensar. Sino, tenían tiempo considerándola. Habían escuchado hablar del reino de Cristo, habían escuchado hablar al rey, visualizaban que este reino sería establecido pronto y no querían llegar tarde a la repartición. Así que adelantándose a todos los demás, pidieron, como decimos, “un hueso”.

Se acercaron a Jesús y de manera directa y descarada le pidieron estar, nada menos ni nada más que a la izquierda y a la derecha de Jesús cuando se estableciera públicamente el glorioso reino de Cristo. No le tiraron bajo, sino todo lo contrario. Querían estar allá juntito al rey, en ese lugar de alto honor. Ellos habían pensado: posición implica privilegio.

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