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Summary: El llamado del evangelio es al arrepentimiento y la fe.

Encuentros con Cristo: La multitud

Marcos 3

Encuentros con Cristo, es la serie de sermones de este mes de marzo. Estamos explorando varios pasajes del evangelio de Marcos para descubrir muchas enseñanzas derivadas de encuentros de distintas personas con Cristo en su ministerio en la tierra. Una buena idea sería estar leyendo el evangelio de Marcos en su integridad. Si estás haciendo el A solas con Dios, sin duda, habrás notado que estás leyendo diferentes pasajes de este evangelio. (Explicar un poco).

Hoy estaremos considerando el capítulo 3 de Marcos donde puedes tener tu Biblia abierta.

Jesús inició su ministerio activo más que nada al norte de Israel, en la región de Galilea. Ya para cuando llegamos al capítulo 3 del evangelio, hay un desarrollo en la historia. Jesús está siendo cada vez más conocido y su fama empieza a rebasar fronteras.

Marcos 3:7-8 nos dice: 7 Jesús se retiró al lago con sus discípulos, y mucha gente de Galilea lo siguió. 8 Cuando se enteraron de todo lo que hacía, acudieron también a él muchos de Judea y Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las regiones de Tiro y Sidón.

Una multitud comenzaba a seguir a Jesús. La gente comenzaba a venir de todos los alrededores. Algo grande estaba pasando y llamaba la atención de las personas que en un número cada vez más creciente iban yendo a encontrarse con Jesús.

Las sanidades impresionantes y la expulsión de demonios eran señales de que algo de importancia cósmica estaba ocurriendo. Eran señales de que el Reino de cielos estaba entrando en su fase final de su establecimiento en la tierra. Por eso, había tanta conmoción en el mundo espiritual, pues había irrumpido a la historia de este siglo, el ungido del Señor, el Cristo, el Mesías. El Reino estaba siendo establecido en la tierra.

Como el mismo evangelio de Marcos atestigua en Marcos 1:14-15: Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. 15 «Se ha cumplido el tiempo —decía—. El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!»

La venida del reino era el anuncio principal. La buenas nuevas, que no es otra cosa que el evangelio, era ese anuncio de su llegada. La manera de recibir esta realidad cósmica era a través del arrepentimiento y la fe.

Jesús estaba anunciando las buenas noticias y este mensaje de verdad era acompañado, como si fueran cartas credenciales, de sanidades y conmoción en el mundo espiritual. El reino de la luz había irrumpido y el reino de las tinieblas salía despavorido por la llegada de la luz del mundo, nuestro Señor Jesucristo.

Como cuando entras a un cuarto que ha estado cerrado por mucho tiempo y enciendes la luz, y de inmediato las cucarachas y otras alimañas comienzan a correr para esconderse.

Esto estaba ocurriendo. El Reino había llegado. Era necesario recibirlo con arrepentimiento y fe en el anuncio del Cristo.

Se menciona que había mucha gente de Galilea, que es la región al norte, en los alrededores del Mar de Galilea (que es en verdad un lago). Pero también se menciona mucha gente de Judea y Jerusalén, que quedaba al sur; incluso venían de la región de Idumea, que estaba aún más al sur de Jerusalén. Y por supuesto, también venían de la región del este, del otro lado del río Jordán, y también del Oeste, de la región de Tiro y Sidón, que estaban a la orilla del mar mediterráneo.

En pocas palabras, la multitud venía de los cuatro puntos cardinales, de diferentes regiones y de diferentes idiosincrasias. No era una multitud homogénea. Era la mezcla interesante. Pero independientemente de la región de dónde vinieran, también era una multitud heterogenia por los motivos que les hacían acercarse para tener un encuentro con Cristo.

Algunos venían en su necesidad esperando recibir sanidad de sus aflicciones y se acercaban en su desesperación con la fe y expectativa de ser sanados. Pero otros, venían con una actitud opositora, buscando ocasión para descalificar a Jesús; venían con un corazón duro de incredulidad. La multitud era una mezcla de fe e incredulidad.

Pero el hecho de que el número de personas interesados en ver a Jesús iba en aumento, también comenzó a propiciar algunas complicaciones.

Marcos 3:9-10 nos muestra que Jesús tuvo que tomar algunas medidas de seguridad. Pidió a sus discípulos tener una barca lista, por si la multitud se empezaba a desbordar. Una multitud puede actuar de maneras un tanto irracionales. En su desesperación por ser sanados, se abalanzaban sobre él para tocarlo. La gente estaba buscando a Jesús desesperadamente.

La multitud era tan numerosa que a veces, como nos dice el versículo 20, se aglomeraba tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Grandes multitudes ya estaban siguiendo a Jesús y presentaba desafíos de todo tipo.

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