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Summary: En las manos de Dios, aun lo poco es suficiente

Lo poco es suficiente

Intro: El Dr. Paul Long en su libro “El hombre del sombrero de cuero” relata una anécdota personal cuando ministraba como misionero en Brasil. El cuenta que en una ocasión un hermano lo invitó a ir a su casa para compartir la palabra de Dios con sus vecinos y amigos. El único problema era que este lugar estaba muy alejado. El Dr. Long fue a caballo en un viaje de varias horas hasta aquel lugar, sufriendo las incomodidades de un viaje de esta naturaleza. Por fin llegó al lugar, pero cayó un torrencial aguacero, de tal manera que los invitados no llegaron. El misionero se sentía muy desanimado y frustrado. Después de venir de tan lejos…por qué Dios le había traído hasta aquí. Después de la lluvia, escucharon el trotar de un caballo acercándose. Se trataba de un amigo del anfitrión que estaba acudiendo a la invitación. El Dr. Long tuvo la oportunidad de compartir con este hombre el mensaje del evangelio. El hombre lo recibió con gran alegría. Al finalizar el hombre hizo una oración que nunca olvidará el misionero: “Señor, yo soy muy poca cosa, ni siquiera se leer ni escribir, pero lo poco que soy te lo entrego este día para que tu lo multipliques”. Termina su relato el Dr. Paul comentando, que este hombre se convirtió en un ferviente discípulo de Jesús y muchas personas llegaron al conocimiento de Cristo por conducto de este hombre que entregó lo poco que era y tenía en las manos de un Dios grande…y en sus manos fue suficiente. Porque En las manos de Dios, aun lo poco es suficiente.

No se ustedes, pero a veces yo me he quedado paralizado, pensando en lo poco tengo, o en lo poco que soy, o en lo poco que se, y me da temor dar esos pasos importantes pensando que como es muy poco, casi no se puede lograr nada con ello. Cuando vemos nuestras limitaciones y vemos lo grandes que son los problemas, las necesidades, los proyectos, nos concentramos en nuestra escasez en vez de ver la grandeza y el poder de nuestro Dios. Nos olvidamos que en Sus manos, aun lo poco es suficiente.

Un día los discípulos de Jesús se enfrentaron también con sus limitaciones y escasez según nos narra el capítulo 6 del evangelio de San Juan. Nos dice este pasaje que Jesús era seguido por una gran multitud pues estaban admirados por las sanidades que Jesús había estado haciendo.

El versículo 5, nos presenta el problema que Jesús planteó a sus discípulos: “Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?”

Dar de comer a mucha gente ya es de por sí, un gran desafío. Pero lo que Jesús les estaba pidiendo era prácticamente imposible…por eso Felipe le respondió: v. 7 “Ni con el salario de ocho meses podríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno —respondió Felipe”

Felipe sabía que no tenían los recursos para poder dar de comer a la gente. Conocía su escasez, sus limitaciones y podía percibir lo grande que era la necesidad. De ninguna manera, sus recursos eran suficientes para poder solucionar el problema…”Ni con el salario de 8 meses”…(200 denarios).

¿Cuántas veces te has sentido así? Ves la necesidad (ya sea física o espiritual) y ves tus recursos (materiales y espirituales) y sientes que es imposible poder satisfacer la necesidad o resolver el problema. Nos desesperamos, nos angustiamos, y nos concentramos en nuestra escasez…en nuestras limitaciones.

En medio de su escasez los discípulos comienzan a ver sus recursos limitados…los versículos 8 y 9 dicen: “Otro de sus discípulos, Andrés, que era hermano de Simón Pedro, le dijo: —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”

Aparentemente, de toda la multitud un muchachito había llevado su almuerzo. Aunque la Biblia no lo dice, yo sospecho que por insistencia de su madre, había llevado algo para comer (porque las mamás siempre son así de precavidas). Había llevado 5 panes y 2 peces…una buena ración para una persona…pero al considerar el tamaño de la necesidad qué insignificantes eran esos elementos. Andrés mismo lo reconoce diciendo: “¿Qué es esto para tanta gente?”

Seguramente tú, como yo, te has preguntado alguna vez algo similar. Ante una necesidad, ante un problema quizá has dicho algo parecido al considerar tus recursos…”¿Qué son 200 pesos para una deuda tan grande?” ¿Qué son mis habilidades para los requisitos de este trabajo? ¿Qué es mi conocimiento para compartir a otros acerca de Cristo? ¿Qué es el tiempo del que dispongo para atender los problemas familiares? Seguramente, alguna vez has considerado la necesidad y tus recursos y has concluido que tienes poco, que eres poco, que sabes poco y has quedado abrumado ante lo grande de la necesidad.

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